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¡Pueblo si, sociedad civil no¡

 

Francisco Garrido.

Andamos todos empeñados en reivindicar la sociedad civil y en demandar su presencia en las instituciones públicas sin reparar en que  decimos cuando decimos esto. ¿De qué sociedad civil hablamos de Stop Desahucios o del Banco de Santander? Si se trata de los primeros por me adhiero, si se trata de los segundos conmigo que no cuenten que ya tiene bastante. El origen y el uso no impropio de la expresión “sociedad civil” no remite a la sociedad de los ciudadanos, que en ningún caso es opuesta al Estado sino contraparte imprescindible, sino a la sociedad de los propietarios que si que se confronta con la sociedad política que es el Estado. Es el resultado de la distinción  moderna  y  burguesa entre poder político público (Estado) y poder  privado  (propiedad). Así lo es en Locke, en Stuart Mill, en Mandelville o en otros muchos de los teóricos del liberalismo. ¿Qué reivindicamos pues que la sociedad de los propietarios tenga aún más poder? La expresión es como mínimo  ambigua ¿Nos interesa la ambigüedad ahora?  

Ya sé que muchas  y muchos no piden eso. Ya sé que para muchas y  muchos  “sociedad civil” es equivalente a ciudadanía. Bueno, pues si esto es así, que lo es, hablemos  con propiedad; no le pidamos prestado  la semántica  al enemigo, no compartamos la “casa del ser” que es el lenguaje  con los que nos quieren ser como nosotros y nosotras. ¿Y quiénes somos nosotras y nosotros? Somos el pueblo. Aquellos que por naturaleza están fuera del poder (ya sea el Estado o la sociedad civil). El populus  de la república romana, el pueblo llano de los estamentos  medievales: ese pueblo que anhela la ciudadanía y que sólo con ellos la ciudadanía es universal.

La sociedad civil reclama la no interferencia del estado y a eso le llama libertad. No interferencia implica permitir que las desigualdades crezcan y se consoliden,  que la explotación se naturalice como un fenómeno espontáneo  en las relaciones sociales sin la presencia de ese artífico que para los liberales es el Estado. El pueblo exige la no dominación y a eso le llama libertad. La no dominación implica lo contrario a la no interferencia; la presencia redistributiva del Estado en la sociedad civil. No interferencia (que me dejen seguir explotando) contra la no dominación (que le impidan seguir explotándonos), sociedad civil frente a Pueblo. Liberalismo contra republicanismo.

Virginia Wolf pedía para las mujeres una habitación propia; nosotras y nosotros necesitamos palabras propias. La guerra cultural forma parte de la guerra de social  en la que estamos inmersos. Y en esa guerra cultura la hegemonía sobre los significados es una parte fundamental. Si pedimos que la sociedad civil penetre, todavía más, en el  Estado estaremos metiendo una cuña  de desigualdad. Si vindicamos al pueblo estaremos haciendo, lo contrario. “Pueblo si, sociedad civil no”. Pásalo.

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