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Ahora más Europa – La UE ante la crisis (3) –

Rafa Rodríguez

1.      El comienzo de una batalla política clave para el futuro de la UE

La situación de los Estados miembros, de la propia Unión Europea (UE) e incluso del orden internacional van a depender de cómo la UE se va a transformar durante la gestión de la crisis que está provocando esta pandemia.

El enfrentamiento en el Eurogrupo, en el Consejo de jefes de Estado y de Gobierno, en todas las instituciones europeas durante los meses de marzo y abril de 2020, ha sido el comienzo de una batalla política clave para el futuro de la UE, para la construcción de la UE del siglo XXI.

Evitar el fracaso era importante, así como asegurar que la UE salía fortalecida de la crisis.

Los Estados europeos, especialmente España e Italia, se han convertido en el sostén de millones de personas y empresas hasta niveles nunca vistos ante las consecuencias de esta crisis, pero su capacidad financiera es muy limitada y necesitan que la Unión Europea actúe como un poder público unido. La opinión pública es consciente de que esta vez la UE no puede fallar y recomienza a valorarla, porque ninguna construcción supranacional ha avanzado tanto desde la II Guerra Mundial la UE, con políticas comunes tan importantes como la PAC y los fondos estructurales.

 

2.      Una nueva correlación de fuerzas ante una situación inédita

No podemos caer en la trampa del rechazo a la Unión Europea porque haya Estados y fuerzas políticas que se oponen a una actuación conjunta, fuerte y eficaz de la UE. Es lo que quieren las fuerzas euroescépticas y ultradrechistas. Esto es un conflicto político, no un camino fácil.

Ganar este conflicto, es decir avanzar en la construcción de una Europa democrática, federal, social y ecológica, que sea capaz de liderar una alternativa global para una transición justa y sostenible, obliga a tejer alianzas múltiples y a tener capacidad de adaptación ante la evolución de la crisis sanitaria, económica y social que está trayendo, a todos los niveles, la pandemia.

Este conflicto no se presenta como una dinámica entre el norte y sur, ni entre la izquierda y la derecha, sino entre los que quieren “una solución para todxs”, y por ello tienen como objetivo político equilibrar las relaciones entre poderes económicos y poderes políticos, y las élites que han optado por una “solución solo para una parte” y tienen como objetivo político el debilitamiento de los poderes políticos.

El Brexit ha sido un aviso de cómo las élites que han apostado por una “solución solo para una parte”, aprovechan la desafección de la opinión pública ante la falta de avances en la construcción europea, pero, al mismo tiempo, la salida del Reino Unido ha debilitado a las fuerzas euroescépticas dentro de la UE.

No estamos en el escenario de 2008, cuando se impusieron las políticas neoliberales que provocaron una enorme deuda pública en los Estados del sur, que aún hoy sufren las consecuencias de ese lastre y que carecen de margen fiscal para aguantar, en solitario, más deuda.

También las fuerzas progresistas han sacado conclusiones importantes del conflicto en la gestión de la crisis de 2008. No basta con tener la razón, sino que es necesario contar con las alianzas necesarias para hacer valer la razón, como demostró la experiencia griega, cuyo gobierno careció de una política de alianzas en la UE y su aislamiento permitió el acoso y derribo de Sýriza.

Nueve Estados, con España, Italia y Portugal en la primea línea, pero también Francia, Bélgica, Eslovenia, Luxemburgo, Irlanda y Grecia, están defendiendo la idea de que la UE emita deuda como tal. En España gobierna una coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. En Italia entre el Partido Democrático y el M5S. En Portugal el Partido Socialista con el apoyo parlamentario del Bloco y el PCP. La actuación conjunta de estos tres Estados, convertidos en arietes de Más Europa, tiene un gran potencial. En Francia, Macron se ha alineado claramente con este bloque, alejándose de su tradicional alianza con Alemania.

En los Estados con gobiernos que se oponen a avanzar decididamente hacia más Europa para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, hay importantes fuerzas políticas y sociales que sí quieren más Europa. El socio de coalición de Merkel, el SPD, que acaba de elegir a una dirección más progresista, defiende esta opción. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, del SPD, ha manifestado que “Alemania no puede salir de la crisis fuertes y sanos si nuestros vecinos no también se vuelven fuertes y sanos” en un claro mensaje frente a los que se oponen a emitir deuda comunitaria.

Los verdes europeos son los que con más claridad y contundencia defienden la necesidad de “Más Europa Ahora” y son la fuerza ascendente en Alemania.  En Finlandia y Austria, dos de los países que más se oponen a la emisión conjunta de deuda, los Verdes tienen influencia en el gobierno. Y son precisamente los Verdes europeos los que lideran políticamente esta alternativa porque ven con nitidez que la transición ecológica sólo es posible si se avanza en esta dirección nivel global, porque la crisis es global, y para ello necesitamos instituciones políticas democráticas con la escala suficiente para vencer a los que buscan una salida particular ante la crisis ecológica.

En estos días, muchos intelectuales se han movilizado firmando manifiestos, así como la prensa, incluida parte de la alemana y la holandesa, se han pronunciado en favor de un rápido avance en la construcción europea. La opinión pública mayoritaria avala este camino, rechazando la posición del gobierno holandés, que ha tenido que ir retrocediendo en la forma y en el contenido, perdiendo posiciones en la negociación. «Repugnante», así definió Antonio Costa la actitud del ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra. Esta contundencia no sería posible si el primer ministro de Portugal no fuese consciente de que estaba siendo portavoz del sentimiento de una mayoría de la ciudadanía europea.

Pero, es más, este cambio en la correlación de fuerzas no se explicaría si la crisis de la pandemia no hubiera incidido en aumentar la división de las élites globales con el debilitamiento de las que hasta ahora habían defendido una “solución solo para una parte”, ligados con mayor intensidad a las estructuras financieras y económicas de la globalización neoliberal, y las que se están adaptando al nuevo escenario en los que los intereses se continentalizan, lo que explica que una parte muy importante de los empresarios europeos se hayan manifestado a favor de los eurobonos. Y es que la transversalidad, el mecanismo básico para la hegemonía, para construir mayorías sociales y políticas, tiene una base material en la amplia confluencia de intereses y expectativas.

 

(*) Obra del pintor Willen de Kooning (1904 – 1997)

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