Portada / Andalucismo / Andalucía, ecología política y ecosocialismo
Andalucía Ecológica. La democracia está en juego, amenazada en toda Europa. La crisis del modelo que aunaba capitalismo y democracia, hecha posible temporal y críticamente por la quimera del crecimiento indefinido, está suponiendo una regresión de derechos ciudadanos en toda Europa

Andalucía, ecología política y ecosocialismo

INDICE
1. La agresión neoliberal a la democracia y a nuestra supervivencia
2. De la incertidumbre, la velocidad y la necesidad
3. De la izquierda, sus servidumbres y su arraigo histórico
4. El capital político de la ecología y su valorización
5. De los vínculos, la cooperación y la convergencia
6. De los horizontes y las tácticas
7. De los objetivos estratégicos
————
1. La agresión neoliberal a la democracia y a nuestra supervivencia
Caracterizamos el tiempo sociopolítico en que vivimos como un cambio de época, por oposición al de otros momentos históricos que se han definido como épocas de cambio.
Definimos la crisis, que tanto daño está haciendo a la democracia, como crisis sistémica y civilizatoria. Esto es, un proceso acelerado de amenaza a nuestra supervivencia, y de involución en materia de derechos allá donde hasta hace muy poco parecían conquistados para siempre, y que la ceguera ante los síntomas de agotamiento del capitalismo globalizado no ha hecho sino agravar.
La crisis es la crisis de un capitalismo que choca con los límites del planeta, como indicaba la ecología política al denunciar la quimera del crecimiento indefinido. Pero el capitalismo, lejos de aceptar su fracaso histórico, ha tomado el camino de la ofensiva de ricos contra pobres, de capital contra trabajo, de derecha contra izquierda, y romper con la institucionalidad en la que se ha desenvuelto en las últimas décadas. El capitalismo y su brazo político, la derecha neoliberal, han roto las reglas de juego del contrato social que permitieron apaciguar su lógica destructiva, regresiva y autoritaria mediante el Estado democrático y de bienestar.
El proyecto de la izquierda y de la ecología política de extender (especialmente en y desde la Unión Europea) la institucionalidad del Estado democrático y de bienestar con un nuevo modelo de desarrollo sostenible ha de responder a este cambio de época. Sin caer en cantos de sirenas: no estamos en las puertas de una “transición” sin conflictos, en la que todos los agentes y actores relevantes comparten unas bases mínimas de que las cosas no pueden seguir así: estamos ante una agresión sin precedentes en al menos 80 años de la derecha neoliberal contra la democracia y contra las bases de nuestra supervivencia.
La democracia está en juego, amenazada en toda Europa. La crisis del modelo que aunaba capitalismo y democracia, hecha posible temporal y críticamente por la quimera del crecimiento indefinido, está suponiendo una regresión de derechos ciudadanos en toda Europa… con efectos devastadores en territorios periféricos, como España y Andalucía.
El reclamo de la austeridad, interiorizado por las élites políticas y financieras españolas a instancias de las derechas y la socialdemocracia europea, se ha usado para romper los principios básicos de equilibrio negociador entre capital y trabajo, para romper el “contrato social” entre política y mercados que desarrolló nuestro incipiente, insuficiente y subdesarrollado Estado de Bienestar. La reforma pactada entre PSOE y PP del artículo 135 de la Constitución abrió la caja de los truenos de la impuesta reforma laboral, del cuestionamiento del modelo igualitario de estado autonómico logrado en la transición, y de recortes sustanciales en sanidad, educación, servicios sociales y políticas de género, los cuatro pilares de la equidad y la justicia social. Estamos sufriendo una agresión neoliberal en toda regla que amenaza con destruir por completo la cohesión social y la dignidad humana.
En Andalucía sufrimos una crisis diferencial, con características propias. La debilidad socioeconómica andaluza, provocada por la mezcla de autoritarismo, centralismo y clientelismo tradicionales en España (y exacerbada por el franquismo), tuvo un momento de ruptura  durante la transición gracias a la movilización social del 4D. El pueblo andaluz logró cambiar la historia y contribuir a un modelo de Estado equilibrado, que permitió romper con las tensiones centralistas de la clase privilegiada andaluza y española, y con las intenciones de asimetría fiscal de las burguesías nacionalistas vasca y catalana. En aquel momento el paso adelante dado por la sociedad andaluza fue decisivo. Si bien el potencial de cambio abierto no ha sido suficientemente aprovechado en estos años, la crisis nos devuelve al punto de partida: el retorno de los valores tradicionales de la política española (autoritarismo, centralismo y clientelismo) que agravarán sin lugar a dudas la situación de paro, precariedad y exclusión.
En la reciente historia democrática de Andalucía la lucha por la justicia social ha ido de la mano de la afirmación autonómica. Las pasadas elecciones andaluzas del 25 de marzo, celebradas sin hacerlas coincidir con las generales, han demostrado que la mayoría social de izquierdas y la memoria histórica de la represión franquista sigue viva, y juegan a favor de la construcción de trincheras que frenen la desigualdad.
Debemos contribuir al reforzamiento de la izquierda, y a transformarla para responder con un proyecto alternativo a la derecha neoliberal.
2. De la incertidumbre, la velocidad y la necesidad
Más allá de la caracterización sociopolítica de estos tiempos de crisis, una de los sentimientos que se apoderan de la población es el de la incertidumbre sobre las nuevas imposiciones de los mercados financieros y de los representantes occidentales del capitalismo democrático (la “troika” constituida por el FMI, el BCE y la Comisión Europea).
La incertidumbre es la epidermis del miedo. El miedo está siendo alimentado por la derecha política y económica para coartar la capacidad de respuesta de la población a lo que ya no son déficit democráticos, sino carencias democráticas. A los expolios del pasado se están sumando los expolios del futuro.
Aun así, y a pesar de que la derecha económicamente más reaccionaria arrasó electoralmente en España el 20N de 2011, la esperanza de cambio hacia unas políticas más justas comenzó a abrirse en toda Europa con los resultados de las elecciones andaluzas y después en Francia, y la irrupción en Grecia de una clara alternativa política (Syriza) desde la izquierda.
El miedo no está llevando a la resignación, sino que, al contrario, se está transformando en acción y lucha democrática desde el 25 de marzo. Amplios sectores de la sociedad andaluza han comenzado a sacudirse el miedo, por la vía de las huelgas generales convocadas por los sindicatos de clase, con las contundentes repuestas sindicales y sociales ante las impuestas políticas de recortes en la educación, la sanidad y la universidad pública, y, en un terreno político más difuso, por el movimiento 15M (especial pero no únicamente en la denuncia y paralización de los desahucios).
La incertidumbre sobre nuestro futuro común es consecuencia de la crisis sistémica del capitalismo globalizado y de las carencias de su expresión política occidental (el capitalismo “limitado” temporalmente por el Estado democrático y de bienestar). La inmediatez del acceso a la información y la rapidez con la que ésta circula por las redes sociales y los espacios virtuales también ha contribuido a ello. Podríamos hablar de una incertidumbre ambiental y multipolar.
Frente a estas incertidumbres y a esta velocidad cabe anteponer los espacios de reflexión serena propios de la política de partido.
El marco operativo de la incertidumbre y la velocidad se agrava con el aumento de la necesidad. Cada vez más, amplias capas de la sociedad traspasan el límite entre una vida digna y una vida miserable. La desigualdad y el desempleo aumentan, los desahucios amparados por una ley injusta, los servicios sociales y las prestaciones sanitarias recortadas, la educación pública cuestionada, y el acceso a estudios universitarios dificultado… condenan a un altísimo porcentaje de la población a situaciones de emergencia y ruptura de perspectivas vitales de futuro digno. En Andalucía, los indicadores de desempleo, desigualdad y pobreza son de los peores de la Unión Europea.
Por eso quienes sentimos la política como una obligación ética, pensamos en el riesgo del populismo antipolítico, un camino que de nuevo conduce, por activa o por pasiva, a la barbarie. Es el caso de la “tentación ciudadanista”, un atajo que simplifica la complejidad social suponiendo una presunta sociedad sin conflictos de poder y por tanto sin mediaciones (¡en plena ofensiva neoliberal!), que equipara la crueldad de los verdugos (mercados, troika…) con los errores que puedan cometer las víctimas y las instituciones que las defienden (organizaciones sindicales, por ejemplo). El “ciudadanismo” termina conformando un totum revolutum moralista donde todos son culpables. Criticar el moralismo o el ciudadanismo no significa esto que no haya nadie liberado de la crítica: significa que las posiciones que reducen el conflicto político -público- a una cuestión de moral -privada- tan sólo facilitan el camino de la dominación.
Una precaución determinante pasa por estar alerta y evitar caer en la tentación “ciudadanista” y defender un proyecto político que acompañe todas las luchas de resistencia social contra los recortes y la vulneración de derechos.
3. De la izquierda, sus servidumbres y su arraigo histórico
El resultado de la evolución de la crisis de los mercados financieros, lo que llamamos economía especulativa, está siendo el desmontaje del estado del bienestar, principal logro de la socialdemocracia europea y los partidos de izquierdas, articulados sobre la estructuración de movimientos sindicales y sociales potentes, y fruto, tras la Segunda Guerra Mundial, de una alianza táctica entre las clases medias y la clase obrera.
La ilusión óptica del último decenio de burbujas especulativas situaron el consumo como fuente de legitimidad individual. El modelo consumista ha roto los vínculos sociales sobre los que la izquierda articulaba su discurso igualitario y emancipador.
La situación se ha agravado debido a que el poder político ha sido anulado por el poder financiero, gestionando la crisis los mismos lobbies que nos condujeron a ella aplicando sin contemplaciones los presupuestos de la economía neoliberal. No insistiremos sobre un asunto sobradamente conocido y manifiesto en sus duras consecuencias para la población andaluza.
Situamos las contradicciones del modelo capitalista en su fase especulativo-financiera, así como la salida propuesta por la socialdemocracia, básicamente en la incomprensión de lo que se denomina crisis ecológica: crisis de límites.
La salida por la vía del crecimiento, entendido éste como nuevo impulso del modelo productivista y de incentivación del consumo, volverá a chocar, esta vez con más virulencia, con los procesos de escasez y agotamiento de combustibles fósiles, materias primas y con la sustancial alteración de las condiciones fisicoquímicas de la biosfera.
Observamos cómo los partidos socialdemócratas y de izquierdas que vuelven, o pueden volver a acceder al poder –PSOE e IU en Andalucía, PS en Francia o SPD en Alemania– no presentan con claridad un horizonte de ruptura con la premisa, científicamente inconsistente, del crecimiento. Una servidumbre fruto de su aún total arraigo con sus presupuestos teóricos que arrancan del siglo XIX, un comunismo y/o un keynesianismo que ya no pueden dar respuesta a lo que está pasando.
Si embargo, dicho esto, no debemos despreciar su capacidad de movilización, su arraigo, y su potencia emancipadora simbólica fruto de dos siglos de entrega y luchas sociales a favor del bien colectivo y los derechos individuales. Categorías políticas como las de libertad, igualdad y solidaridad, hasta ahora capitalizadas por la izquierda tradicional, no deben desdeñarse y pueden recuperarse para el discurso de la nueva izquierda y, por ende, del ecosocialismo.
Nos reconocemos integrante en la izquierda sociopolítica, con quien compartimos las luchas de resistencia a la ofensiva neoliberal, al tiempo que proponemos una radical revisión de las alternativas de la izquierda tradicional  (fundamentadas en el mito del crecimiento indefinido y la ignorancia de los límites ecológicos).
4. El capital político de la ecología y su valorización
En este contexto marcado por la incertidumbre, la velocidad, la necesidad y la historia de los movimientos emancipadores progresistas y de izquierdas, la ecología política sigue teniendo al menos dos problemas: la dificultad en su comprensión por amplias capas sociales y la ausencia de espacio electoral propio en Andalucía y en toda la Europa periférica. Salvo en Alemania, y contextualmente en el norte de Europa, el voto denominado ecologista ha sido y es escaso, y allí donde ha espigado alguna vez se encuentra ahora en retroceso.
No obstante lo anterior, hay síntomas de una mirada nutriente hacia el mundo de la ecología política por parte de las nuevas formulaciones de la izquierda tradicional, con modelos exitosos de síntesis ecosocialista en Cataluña (Iniciativa per Catalunya-Verds) y en este sentido menos avanzados, pero destacables, como el Frente de Izquierdas en  Francia o Syriza en Grecia. En ambos casos hacen hacia la ecología gestos que son más que simbólicos. Sin romper del todo su anclaje con el Marx productivista, comienzan a reinterpretar al Marx que habla del valor de uso frente a la imposición capitalista del valor de cambio. Lo que permite discutir sobre que la cuestión no es pasar o gestionar un modelo más estatalista controlando la propiedad de los medios de producción, si no que hay que modificar por completo el modelo productivo evolucionando a lo que llamamos economía verde o ecológica, y a la vez procurando la planificación democrática de la economía.
Es por la vía de la defensa de la economía ecológica como podemos, valga la expresión, capitalizar a la ecología política. La necesidad apremia, y es por ello muy urgente insistir en que no es cuestión de crecer, si no de avanzar a lo que podríamos denominar equilibrios socioeconómicos dinámicos que no requieran aporte intensivo de energía y materias primas.
La transformación del modelo energético hacia las renovables, del modelo agrario hacia la agroecología y la soberanía alimentaria, del modelo de movilidad hacia la movilidad sostenible, de la industria hacia una industria que aspire a residuos cero y cierre los ciclos de producción y consumo, la reconducción de la investigación y los apoyos a las manifestaciones culturales, a la ciencia y la tecnología ambiental, con la interiorización de valores que reconozcan el valor de uso del medio ambiente, son las transformaciones económicas que van a permitir conducir la productividad del sistema económico. La alternativa no es paliar las externalidades negativas, sino incrementar las inversiones en políticas de equidad y justicia social. Es lo que llamamos Nuevo Acuerdo Verde o Green New Deal.
También es necesario una transformación del modelo productivo en términos socialistas. Se trata de erigir una economía ambientalmente sostenible y, a la vez, garante de la igualdad y la justicia social. La planificación democrática de la política económica y el control ciudadano de los medios de producción constituirían herramientas fundamentales.
En síntesis, proponemos la construcción de una nueva sociedad a través de una nueva economía; de un sistema productivo engastado en la naturaleza y al servicio del bien común. Ecología política y socialismo verde, esa es la fórmula. Pero todo ello necesita de la defensa de la democracia radical, una democracia entendida desde la libertad individual compatible con el bien colectivo. Una democracia preformativa, deliberativa, participativa, electiva y autorreferencial. Sin la defensa radical de la democracia como premisa básica la ecología política no será capaz de situar los planteamientos ecologistas en el centro de los debates.
Esto implica ahora, más que nunca, el apoyo a las movilizaciones sociales capitalizadas por los sindicatos de clase, los organizaciones estudiantiles, las mareas representativas de los servicios públicos y el 15M. Así como el apoyo crítico y vigilante a las fuerzas políticas de izquierdas que logren por la vía democrática el ejercicio de tareas de gobierno.
Es necesario un proyecto ecosocialista, es decir: ecología política + socialismo verde, planteando el Green New Deal como la base de una nueva política de acuerdos sociopolíticos amplios con agentes políticos y sociales de la izquierda tradicional y de la izquierda emergente.
5. De los vínculos, la cooperación y la convergencia
Los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía han demostrado la dificultad de situar en la agenda política y en el imaginario del electorado la necesidad de un nuevo modelo socioeconómico y político que ponga en el centro los objetivos de la equidad y la justicia social, sobre las bases de la economía verde y la sostenibilidad ambiental.
Esto ha ocurrido a pesar que la socialdemocracia andaluza estaba siendo cuestionada por la mayoría del cuerpo electoral que le ha sido fiel durante 30 años, a pesar de una Izquierda Unida convertida en los últimos años en mera muleta de gobierno del PSOE en corporaciones locales y plegada a los requerimientos del automantenimiento de sus cargos y de la hegemonía del PCE. Y tras unas elecciones generales en las que el PSOE perdió cuatro millones de votos en todo el estado español, y más de seiscientos mil en las elecciones andaluzas.
En uno de los contextos socioeconómicos más duros de la etapa democrática, desde el logro colectivo de nuestro autogobierno en 1981 en pie de igualdad con las comunidades políticas llamadas históricas, las andaluzas y los andaluces no han identificado un movimiento político verde claramente identificado con los valores de izquierdas progresistas, que son mayoritarios en nuestra tierra, y con la defensa de Andalucía como territorio que demanda igualdad ante el resto de comunidades históricas.
Reconocemos a la ecología política como un sustrato ideológico esencial para contribuir a la reactivación ideológica de la izquierda andaluza y promover la construcción de un nuevo proyecto emancipador desde las bases analíticas del paradigma ecológico. La ecología política ha demostrado su capacidad de predicción de las consecuencias del modelo económico y de consumo sobre el que se ha sustentado la acción política de la socialdemocracia, de la izquierda comunista y, ni que decir tiene, de la derecha neoliberal. La crisis sistémica y civilizatoria (crisis de límites y crisis democrática) había sido pronosticada con mucha anticipación.
Para hacer valer nuestro capital político es necesario vincularlo con los agentes progresistas, ecologistas y feministas de la sociedad civil, y cooperar con otras organizaciones políticas con las que compartamos los objetivos centrales de más y mejor democracia, de defensa de los bienes ambientales y sociales comunes, de avanzar hacia una Europa Federal con una Constitución que garantice la democracia y la igualdad de toda su ciudadanía y rompa con la fuerza de los lobbies de presión empoderando el Parlamento europeo, exigiendo reformas democráticas que acaben con la impunidad judicial de la corrupción, transparencia en las instituciones y modelos participativos de democracia.
La cooperación política al nivel de una plataforma social andaluza, flexible y abierta permitirá canalizar nuestras ideas y buscar los puntos de conexión para que la ecología política sea una variable ideológica que permita avanzar por la vía ecosocialista hacia un cambio radical de modelo productivo.
Este proceso podría permitir más tarde procesos de convergencia política que sean capaces de capitalizar la confrontación con el poder central de la derecha, y reconducir a la izquierda postcomunista y la socialdemocracia que gobiernan Andalucía hacia posiciones rupturistas con el modelo económico de la especulación, el ladrillo y la depredación de territorio y recursos naturales, abriendo espacios políticos y electorales futuros para una nueva izquierda andaluza y europeísta articulada sobre bases ecosocialistas.
6. De los horizontes y las tácticas
En Andalucía estamos en un escenario de confrontación institucional con el gobierno central y de confrontación radical con los agentes económicos de la derecha neoliberal, en el que las organizaciones sindicales de clase, los movimientos estudiantiles y otros actores de la sociedad civil están ocupando ya un papel central y protagonista. Un escenario en el que no podemos demorar por más tiempo impulsar la transformación de la izquierda andaluza hacia una nueva izquierda verde con una fuerte identidad política territorial, que tensione al gobierno andaluz hacia políticas enmarcadas en el Green New Deal.
En dicho escenario se van a manifestar tres líneas de intervención política sobre las que hay que definirse con claridad y contundencia:
Contra la recentralización del estado de las autonomía debemos como poco demandar:
1. El empoderamiento de Andalucía y sus instituciones de autogobierno.
2. El derecho de Andalucía a recibir financiación del Estado y europea en función de los diferenciales de paro, desigualdad, territorio y población.
3. El derecho de Andalucía a ser una comunidad política que actúe directamente ante la Unión Europea.
4. La desaparición de las diputaciones provinciales y la organización territorial de Andalucía sobre las comarcalización.
Contra la pérdida de derechos laborales, sociales y económicos y contra la cosificación mercantil de los seres humanos y de la naturaleza debemos demandar al menos:
1. Una nueva concepción, cualitativa y común, de la economía.
2. Un nuevo modelo de relaciones laborales equilibrado con el capital que empodere a la clase trabajadora.
3. El desarrollo del precepto recogido en el estatuto de Autonomía de Andalucía para dotar a la ciudadanía andaluza de una Renta Básica de subsistencia.
4. El mantenimiento de una sanidad y educación pública de calidad sin privatizaciones y sin cargas adicionales para la población.
5. Una reforma fiscal sobre los principios redistributivos de la ecología, la equidad y la justicia social.
6. Una nueva política económica que rompa con el modelo especulativo de la construcción y del turismo insostenible y nos lleve al modelo ecológico de la economía verde.
7. Una banca pública y ética andaluza.
Contra el retroceso en materia de derechos civiles:
1. El reconocimiento institucional de Andalucía como comunidad política mestiza que reconoce el valor de la diversidad y la multiculturalidad.
2. El reconocimiento institucional de la identidad cultural andaluza y sus manifestaciones, poniendo en valor la factoría cultural andaluza.
3. El apoyo institucional a las universidades públicas andaluzas y sus grupos de investigación ampliando su dotación presupuestaria hasta equipararlos con la media de la Unión Europea.
4. La defensa sin ambages del derecho a la libertad sexual y a su aplicación legislativa práctica con todas sus consecuencias.
5. La obligación de las instituciones de mantener y ampliar las políticas de igualdad de género y la relacionadas con la Ley de Dependencia.
6. El mantenimiento y mejora de los derechos adquiridos en materia de muerte digna, interrupción voluntaria del embarazo, protección de la infancia, defensa de los consumidores, inmigración y lucha contra la exclusión y la pobreza.
7. De los objetivos estratégicos
Las continuas presiones de los mercados y su afección sobre el gasto público en virtud del objetivo de contención del déficit público están produciendo un desgaste acelerado del apoyo electoral que ha permitido conformar una mayoría absoluta del Partido Popular en España. El electorado es consciente de que el camino de estás políticas lo abrió el PSOE, cuyo liderazgo estatal pertenece al pasado inmediato que abrió la caja de los truenos de los recortes.
Al mismo tiempo el gobierno de izquierdas andaluz ya está chocando con sus propias limitaciones competenciales y con la legislación estatal en materia fiscal y presupuestaria, situación que obliga a una permanente confrontación con el gobierno central.
Andalucía, revitalizada como comunidad política tras las elecciones del 25 de marzo de 2012, se convertirá en un agente esencial para forzar de nuevo equilibrios democráticos e institucionales, así como políticas progresistas en todo el Estado. Ya lo hizo en dos momentos históricos, el acceso al autogobierno en igualdad de condiciones que las llamadas comunidades históricas, y la entrega de un enorme capital de votos a la socialdemocracia española con su triunfo arrasador el año 1982.
Se observa por otro lado una repolitización de la sociedad fruto de potentes movilizaciones sociales articuladas por los agentes sociales. Este nuevo capital humano, que va a percibir la política como necesidad, buscará el mejor modo de forzar cambios de poder político, limitando las incertidumbres e intentando frenar y trascender las políticas neoliberales.
En este actual contexto y evolución previsible futura, consideramos necesario abrir un espacio político andaluz ecosocialista, estableciendo vínculos fuertes con plataformas y partidos de izquierdas, organizaciones sociales y sindicales, plataformas ecoandalucistas, organizaciones ecologistas, representantes de las mareas, asambleas del 15M y de las plataformas contra los desahucios, etc. El fortalecimiento y la transformación de la izquierda andaluza no sólo (ni principalmente) debe implicar a los partidos políticos, sino a todos los agentes y actores inscritos en ella, en un sentido amplio.
Debemos trabajar para avanzar en el horizonte electoral más inmediato (si no hay sorpresas, las elecciones europeas que se celebrarán en 2014) en la confluencia en un proyecto amplio y plural de la izquierda federal verde, ecosocialista e identitaria. Un frente electoral que agrupe a fuerzas políticas de carácter estatal, y de carácter autonómico. Trabajar por un espacio electoral en las europeas superior al 15% del voto para una izquierda cooperativa abre expectativas de futuro para que la ecología política andaluza sea un referente ideológico hegemónico de la nueva izquierda que queremos. Que se traduzca en nuevas mayorías de izquierda en los ayuntamientos andaluces, trabajando en los próximos meses para que el gobierno andaluz de izquierdas se oriente hacia los objetivos y prioridades establecidas anteriormente. Reivindicamos una política útil para la sociedad andaluza, en la que el compromiso político sea ejemplarizante. Son momentos de responsabilidad y compromiso histórico.
Por todo eso decimos, Andalucía: ecosocialismo o barbarie.
——-
Este texto es producto de la reflexión colectiva en Andalucía Ecológica.

Un comentario

  1. Sencillamente, esta muy bien. Los matices que hacer son menores y las coincidencias muchas. El proyecto a de ser común a muchos y creo que el planteamiento hecho aquí sirve perfectamente para iniciarlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *