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ATENCIÓN: SOBRE VIOLENCIA MACHISTA SE “DAN OPINIONES” PARA LO DEMÁS HAY QUE SER EXPERTAS

Laura Frost

 

Hace unos días que ando dándole vueltas a algo, ya sabéis que yo soy mucho de pensar, pero cuando un pensamiento se me instala en modo “run-run” y me lo llevo conmigo hasta la ducha, entonces es cuando me digo a mí misma: “Compañera, a ti esto te preocupa mucho, pero mucho”.

Veamos, esto de los nuevos púlpitos donde podemos lanzar alegatos con total impunidad y esta tendencia postmoderna asociada a la libre expresión tipo: “estamos en un país libre y yo opino lo que me da la gana”, se nos está yendo un poco de las manos, ¿no? Podría plantearlo desde un enfoque generalizado y así nadar y guardar la ropa, pero es que no me sale, y además soy tan torpe que seguro que acabo perdiendo las vestimentas y teniendo que caminar por estos lares de la opinión con el cuerpecito al aire.

Cierto que cuando del tema de la violencia machista o la violencia hacia la infancia yo poseo la piel muy fina, no lo voy a negar a estas alturas. Para mí, como profesional que llevo dedicándome muchos años a la protección a la infancia y que ha abordado los malos tratos en todos sus aspectos y dimensiones posibles, no creo que se trate de un asunto sobre el que se puedan verter razones inopinadas o comentarios peregrinos. Estamos ante un síntoma, el más cruel y perverso de todos ellos, de un sistema social y cultural profundamente enfermo que perpetúa estados de violencia sobre las mujeres, hasta el extremo de costarnos la vida.

Entonces, ¿cómo es posible que sobre esto se pueda opinar sin tener un profundo conocimiento del problema? Francamente, los medios de comunicación nos están haciendo un flaco favor. Cuando yo era pequeña, recuerdo que mi tío leía un periódico llamado El Caso, en él aparecían asesinatos de mujeres y eran denominados crímenes pasionales, ahora estos asesinatos salen en los telediarios y en todo el universo digital, el tratamiento no es tan amarillista, pero, ¿están consiguiendo los medios de comunicación de masas que este asunto suba en la escala de la agenda política y social para ocupar el puesto preponderante que le corresponde? Quiero decir, ¿realmente se está dando testimonio de lo alarmante y grave que es este asunto? Pues no sé yo.

Y la cosa es que se puede opinar, oye, es tan sencillo. Y rápidamente se buscan calificativos, se culpabiliza a la víctima que seguramente iba vestida como una fulana y provocando, o era de carácter “alegre”, o lo que es peor, una zorra amargada que le estaba hundiendo la vida al marido. Me da igual, he llegado a escuchar verdaderas atrocidades en lo que a este asusto se refiere. Aun así, lo entiendo, la opinión pública es diversa y está muy desinformada o lo que es peor, mal informada.

Pero lo que a mí me tiene un poco en cortocircuito es cuando intentas realizar un abordaje complejo del asunto, desde el profundo conocimiento y la formación, sin entrar en el lado experiencial y tratando el asunto en toda su complejidad, con sus aristas y zonas oscuras, y resulta que el que tienes enfrente se dedica a lanzar opiniones sin conocimiento alguno, basándose en sus propios criterios personales que pueden estar acertados o no y que además utiliza el término “feminista” para acusarte de ser una medio loca o fanática o yo que sé, y así desacreditar tu postura, y a tu propia persona, que eso ya es de traca.

¿En serio? Vamos a ver que yo me entere un poco. Si deseo dar mi opinión sobre el cambio climático, la ordenación del territorio, el 155, la comida de deconstrucción o el cartel del festival de cine europeo de Sevilla, has de tener formación, mujer, que de esas cosas no se puede hablar así tan alegremente. Todo esto tiene su lógica, para qué negarlo, son asuntos importantes, algunos de ellos importantísimos, tanto como el fútbol, pero… entonces… la violencia machista, ¿no lo es?

Me pierdo de verdad, o es que no quiero dar crédito a tanta soberbia intelectual o a la mediocridad moral. Bueno y la cosa empeora cuando aparece la palabra “feminismo” que parece que se está invocando al diablo y van a sacarte de debajo de la manga el Maellus Malificarum para ponerte en tu sitio. ¿Cómo es posible que se pueda opinar de feminismo sin tener el más mínimo conocimiento de un movimiento complejo y poliédrico con una trayectoria de más de 200 años?

Pues sí, queridas, así está el patio. De feminismo y de violencia contra las mujeres se puede opinar, para todo lo demás… un master. Pero no, como siempre y en mi línea, me resisto. Porque el problema de la violencia contra las mujeres no es un asunto de mujeres, y ¿sabéis por qué? Porque nosotras no somos el germen y no nos matamos entre nosotras, pero sí es un asunto profundamente feminista. Y las feministas tenemos más que decir que nadie. Porque el feminismo estudia y profundiza desde la jurisprudencia, la sociología, la filosofía, la medicina forense, la pedagogía y la psicología para realizar un análisis profundo de esta cuestión y atajarla de raíz.

Así que, y para ir terminando, de feminismo no se opina, de feminismo se entiende o no se entiende, se vive o no se vive, y de violencia machista no se opina, se calla uno y escucha a las expertas y expertos. Y si no te gusta porque eso significa que te hacen de espejo de muchas cosas y si se cuestionan tus privilegios, y si empiezas a darte cuenta que basas tu existencia sobre pilares equivocados, pues te aguantas y te dedicas a poner gifts de gatitos tocando el piano en Facebook, seguro que se te da mucho mejor. O empieza a replantearte cosas, quizás esa sea la mejor opción. ¿Qué te parece? Bueno, … no sé… es mi opinión.

 

 

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