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Construyendo el futuro desde arriba

precios 2AMT.09/11/2011.En el programa de Radio Libertad del pasado jueves Juan Carlos Barba anunció que esta semana hablaríamos sobre las medidas que se deberían tomar para hacer la necesaria adaptación al futuro de La Gran Escasez. Como ha habido un cambio de invitados (yo mismo no podré participar esta semana) es posible que también haya un cambio de discusión, pero el tema en cuestión acabará siendo debatido algún día. Además, es una pregunta muy lógica, que ya suele surgir en las charlas del Oil Crash, y que simplificando y por abreviar se podría formular así: ¿Qué recomendaciones le daría Vd. al Gobierno (o a los Gobiernos) para pilotar el Oil Crash, si le hicieran caso?


Me preocupa bastante meterme en ese berenjenal, el de dar consejos o líneas de actuación, porque más que en otros ámbitos me doy cuenta de mis propias limitaciones o carencias. No sé prácticamente nada de economía y tampoco de las dificultades de gestión de la cosa pública, no digamos ya de cómo legislar correctamente. Un error fatal en cualquiera de ésas y otras direcciones y nuestras mejores intenciones empedrarán el camino del infierno. Pero, por otro lado, no sería honesto de mi parte eludir completamente la responsabilidad de hacer observaciones y sugerencias, que deberán tomarse como eso, meras observaciones crudas que necesitarán, y no poca, elaboración antes de que puedan interpretarse en clave de acción política. Por otro lado, creo que en esta misión, la de definir pautas adecuadas de actuación, los diversos comentaristas que suelen leer este blog aportarán sus diversos puntos de vista y seguramente del debate que un post como éste suscitará se podrán sacar ideas interesantes de cara a lo que podría ser un plan de Gobierno de la transición. Por ello, creo que puede ser útil e instructivo, particularmente para mí mismo, abrir por fin este debate y ver qué cosas podemos sacar en claro.


Por supuesto que otros antes, y con mayor mérito y conocimiento, han abordado esta tarea: ahí está por ejemplo el Real New Deal del Post Carbon Insitute. A nivel más local, está el plan de transición construido por la asociación gallega Véspera de Nada (miren en la columna de la derecha de su página web, Medidas fronte ao teito do petróleo), en el que tuve el honor de serme solicitada mi opinión. Yo, sin llegar al nivel de detalle de éste último, quisiera recoger algunas ideas que creo que deberían formar parte de ese plan de transición gobernado desde arriba. He aquí algunas de esas ideas clave:


Abandonar el BAU
 

 

 

Un nuevo orden social

Una vez que se comprende que el BAU no puede seguir funcionando, se tienen que reestablecer las prioridades, porque la prioridad hasta ahora ha sido siempre el crecimiento ya que de él dimanaban las soluciones a todas demás necesidades como corolario. Si no hay crecimiento, se tiene que volver a hacer política de verdad y decidir qué se tiene que hacer y cómo. A mi entender la primera prioridad es la de garantizar el empleo de forma generalizada como medio fundamental para que se preserve la paz social – entiéndase: emplear a la gente para que se pueda ganar la vida dignamente. Algunas personas opinan que la paz social no es importante, que lo único que le interesa a los poderes económicos (que usan a los líderes políticos para implementar su agenda) es ganar cada vez más dinero, aunque para ello tengan que someter por la fuerza a toda la población. Sin entrar a discutir si ésa es o no la intención de estos poderes económicos, tal método es poco sostenible en el largo plazo: en la actualidad su poder económico se basa en vender muchos productos a mucha gente, pero si la gente pierde capacidad económica por estar desempleada o subempleada es evidente que los beneficios caerán en picado, y muchas grandes empresas se hundirán, como de hecho lo están haciendo ahora (¿o cuál creen Vds. que es el futuro a corto plazo de BMW o a más largo plazo de Apple?). Otra cosa diferente es que algunas personas bien situadas intenten garantizarse una posición de señores en un nuevo orden feudal que podría sobrevenir, aunque a mí me parece que, análogamente a lo que pasó en la Edad Media, si sobreviniera el caos anticipado por los proponentes de este futuro tiene más posibilidades de convertirse en un neo-barón un capitán de un grupo de comandos de élite en el paro que no un orondo banquero agitando fajos de devaluados dólares o enlarbolando carísimas e inútiles piezas de oro y plata. Pero, en fin, supongamos que nuestros líderes han comprendido la imposibilidad del BAU y buscan aquello que es socialmente más conveniente. Como digo, la primera cosa a hacer es establecer un sistema que dé empleo a todo el mundo, y eso dentro del contexto de una economía que no crece. Lo que no parece fácil, aunque no es necesariamente imposible.

Economía estacionaria 

 

Si los insumos no pueden crecer y, como parece, la desmaterialización absoluta de la economía no es un objetivo factible (y, sobre todo, efectivo) a corto plazo, está claro que en un momento determinado la economía debe dejar de crecer y volverse estacionaria, es decir, de tamaño constante, y eso probablemente después de un período de decrecimiento. Una economía estacionaria tiene unos planteamientos diferentes que una en crecimiento. La fuerza de trabajo no puede modificarse sustancialmente a lo largo del tiempo, ni el número de fábricas, ni en general los medios de producción. Peor aún, se debe establecer algún tipo de planificación de gran escala (no sobre las actividades particulares pero sí sobre el consumo general de recursos) para evitar que se produzcan grandes descompensaciones. Ser competitivo al tiempo que se imponen restricciones de uso es una tarea que se me antoja muy complicada. En todo caso, las variables a controlar son físicas (energía consumida, toneladas de material) y no monetarias. Posiblemente la mejor unidad monetaria de esta economía es la energía de procesado, o mejor aún, la exergía.
Función del trabajo 

 

Se ha de repensar el trabajo y su función social, y el grado de satisfacción que se podrá dar a las necesidades humanas, las reales y las percibidas. Es fundamental garantizar comida, agua, abrigo y alojamiento a la población; es conveniente y pertinente darle también educación y sanidad. A partir de ahí, lo natural es dejar a la gente desarrollar su iniciativa personal, por buenas y poderosas razones; el cómo tendrán que decirlo gente con más capacidad y conocimiento. Lo que no es fácil ni trivial es garantizar la producción por medios sostenibles de esas necesidades básicas. Es, por tanto, importante identificar los recursos locales y las capacidades locales de producción, y ver cómo mantener redes suficientes para el comercio de aquellos productos en los que cada región sea excedentaria o deficitaria. Teniendo acceso cantidades decrecientes de petróleo y gas en el medio plazo, y a ninguna cantidad en el largo plazo, es importante decidir cómo se va a poder mantener la mecanización del campo y del transporte. Se ha de estimar cuál es la cantidad de biocombustible que es razonable producir sin poner en compromiso la alimentación humana y animal, y dónde sale a más a cuenta producirla. También se tiene que decidir cuántos animales pueden razonablemente mantenerse, cómo se ha de distribuir la población sobre el territorio, cómo evitar la erosión del suelo, cómo asegurar el acceso al agua para riego y para consumo humano y animal, cómo potabilizarla y sanearla teniendo menos acceso a productos químicos especializados y así un larguísimo etcétera de cuestiones técnicas que requieren largos y especializados estudios, y que deben ser adecuadamente coordinados.
Planificación y limitaciones en el acceso a los recursos 

La finitud de los recursos y, más importante que eso, la limitada disponibilidad de los mismos por imposibilidad de incrementar su producción (y distribuirla desde los productores), implica que para empezar que se debe abandonar ciertos usos crematísticos de los recursos no renovables (aquellos que los queman o los dispersan hasta hacerlos irrecuperables), incluso de aquellos recursos no renovables para los que aún no se ha encontrado un uso de interés general – en prevención de que en el futuro pudieran ser importantes. Se tendrá que asegurar tanto la economía como el reciclaje de materiales, lo cual implica cambiar diseños para facilitar la reparación y la recuperación de materiales, aunque ello implique producir bienes menos eficientes que los actuales; y eso implica un esfuerzo de ingeniería a gran escala en toda la sociedad, repensando completamente todos los ciclos de vida.

Un punto complicado es la necesaria planificación más o menos centralizada del acceso a los materiales, tanto los agotables como los renovables, porque hasta los últimos tienen límites y mal gestionados pueden deteriorarse y disminuir (de lo cual tenemos muchos ejemplos hoy en día, desde la erosión del suelo cultivable hasta la extinción de las pesquerías). Lo ideal sería dejar al libre mercado la regulación de este acceso, pero la experiencia nos demuestra que, quizá por la imperfecta psique humana, el libre mercado suele llevar a desequilibrios y abusos de poder de aquellos que más tienen, que pervierte el mercado de libre en cautivo de sus intereses. Pero un sistema de planificación también es propenso a abusos, sobre todo si los gestores y asociados se aprovechan de su posición para recibir prebendas o favorecer sus propios intereses. No parece haber una solución simple aquí.
Libertad e información: democracia plena

Uno de los grandes problemas que tiene nuestra sociedad occidental es la tendencia a la opacidad en los asuntos clave de la gestión política; peor aún, se ha conseguido que una parte importante de la población interiorice que algunos asuntos son demasiado complicados como para que la opinión de un ciudadano corriente pueda contar. En realidad, lo lógico es informar a ese ciudadano para que pueda emitir una opinión formada, en vez de prescindir de ella; y además, no es verdad que las grandes líneas conceptuales sean tan complicadas de entender como muchas veces se quiere hacer creer: muchas veces se magnifican los siempre abstrusos detalles para que parezcan lo sustancial en vez de lo accidental. Hace falta una gestión honesta que plantee los grandes ejes políticos resumiendo los detalles y las dificultades, sin necesidad de embarullar torticeramente las discusiones (que es lo que hacen hoy en día nuestros políticos y que hace que sobre un mismo asunto saquen estadísticas aparentemente contradictorias aunque en realidad describen lo mismo, para mayor confusión del público general).


Es importante que en un futuro complejo y que en algunos momentos implicará importantes sacrificios la gente tenga una conciencia clara de cuáles son los verdaderos problemas y que pueda comprobar, sin fanfarria ni cortinas de humo, que las medidas que efectivamente se están tomando están llegando a buen puerto, y aquellas que se revelen erróneas puedan ser corregidas rápidamente sin aspavientos ni denuncias cruzadas. En suma, es importante implicar más a los ciudadanos, a ese pueblo del que emana la única soberanía, en la gestión y en la decisión, lo cual sólo se puede conseguir si la información se trasmite clara y verdadera, y no se confunde o distrae con mil tonterías sin cuento.


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Verá el lector que este programa de actuación es muy vago y general, sin centrarse en los detalles; aún así, implica cambios estructurales profundos a hacer en nuestra sociedad, cambios los cuales serán muy difíciles de acometer partiendo desde donde partimos. Sólo con mucho tesón y con información se puede intentar dar la vuelta a la situación y avanzar en la dirección del cambio necesario, un cambio que no han de protagonizar ni los políticos profesionales de hoy en día ni los técnicos como yo, que sólo somos auxiliares, sino el propio pueblo.

Publicado en: http://crashoil.blogspot.com/

 

 

Ésta es la más complicada de las tareas a emprender y la que más implicaciones tiene. Tenemos que hacer comprender a nuestros gobernantes que el Busines As Usual, el BAU, la manera de hacer de las últimas décadas, no tiene sentido en un mundo donde los recursos son limitados, disminuyentes y no sustituibles. Lo hemos discutido muchas veces: el acceso cada vez más limitado al petróleo en particular, y a la energía en general implican que esta crisis económica no acabará nunca, porque dentro de nuestro sistema económico tenemos que crecer siempre a un cierto ritmo; ése es el motivo de que nuestra sociedad sea denominada como «sociedad de consumo» y el por qué de tanto despilfarro como hacemos. Nuestros líderes reaccionan en base a una serie de recetas económicas aprendidas durante los últimos cien años, según las cuales el crecimiento es la mejor garantía para conseguir una elevada tasa de empleo y evitar así revueltas sociales, aparte de tener contentos y satisfechos a los poderes económicos e industriales. Toda la actual política de recortes de gasto público y de disminución de prestaciones sociales va dirigia a ahorrar en la parte no productiva de la sociedad para concentrar el flujo económico en las partes productivas, en la esperanza que éstas se revitalizarán, generarán un nuevo ciclo de crecimiento económico y nuevo empleo, y se podrá dar marcha atrás en la política de recortes que tanto intranquiliza al ciudadano de a pie. El problema es que la premisa es falsa: por más recursos que se concentren en el rescate del sector financiero y en aliviar la presión impositiva sobre el sector industrial y de servicios no se conseguirá que la economía vuelva a crecer, porque igualmente cada vez la energía y los materiales consumidos serán más caros y más escasos; y no por falta de inversión en su extracción y producción, sino por las razones físicas y geológicas que tantas veces hemos discutido en este blog. Hay, sin embargo, tanta teoría económica desarrollada ignorando que no se puede crecer siempre que combatir esta falsa idea y auto-convencerse de la necesidad de cambiar de paradigma, de esquema mental, llevará mucho, mucho tiempo.

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