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Crisis global y crisis de la socialdemocracia: la evolución (3)

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Para acercarse a la crisis actual de la socialdemocracia es importante tener una visión dinámica de su evolución. Desde el final de la segunda guerra mundial hasta la actual crisis pueden establecerse, a los efectos de este artículo, cuatro períodos:

a)      Desde el final de la segunda guerra mundial hasta finales de los sesenta y principios de los setenta. (1945 – 1968).

El fin de la segunda guerra mundial abre paso al conflicto frontal entre EE.UU. y la URSS que, sin embargo, comienza con un consenso básico para diseñar las instituciones políticas y financieras internacionales, desde la constitución de la ONU hasta el sistema monetario internacional (la URSS participa incluso en la conferencia de Bretton Wood, aunque no firma sus acuerdos).

La socialdemocracia hace una apuesta muy arriesgada como alternativa al terror stalinista: reformar el capitalismo a través de estados democráticos que pueden controlar la economía porque ésta se desenvuelve básicamente en su interior. El estado es el gran protagonista, el vencedor de la guerra, el que ha logrado movilizar a millones de personas y abastecerlas para que ganasen la guerra mediante la planificación y la intervención de todo tipo, también económica.

Así, el modelo de estado europeo democrático que se extiende por la Europa no comunista, con la excepción de la península Ibérica; que impulsa el crecimiento basado en sector industrial; aliado de EE.UU. y agrupado en torno a la CEE en el escenario de la guerra fría que se libra sobre todo en el continente, le confiere a la socialdemocracia la suficiente legitimidad y capacidad de generar excedentes sociales para conseguir la hegemonía en el campo de la izquierda frente a los Partidos Comunistas, defensores del modelo soviético. Con el impulso de los partidos socialdemócratas se va construyendo el estado social enlazado a la economía de mercado. La socialdemocracia incorpora aportaciones del socialismo no marxista, experiencias de reforma del liberalismo como el New Deal de Roosevelt y sobre todo el cuerpo doctrinal económico de Keynes.

Esta etapa se caracteriza, pues, por el papel predominante del estado frente a otros mecanismos de poder. El estado democrático soberano parece que puede gobernar al poder económico oligárquico. Es la etapa que Hawsbawn ha denominado como la edad de oro del capitalismo.

b)      La segunda etapa nace a finales de los años sesenta del pasado siglo con la oleada de protestas tanto en el bloque capitalista como en el comunista y finaliza con la desaparición de la URSS, o la caída del muro de Berlín si se prefiere (1968 – 1990).

El mayo del 68 francés, la revuelta en las universidades americanas, la guerra de Vietnam, la primera de Praga, etc. expresan la reivindicación de la libertad y de la diferencia desde la nueva cultura de la liberación que está surgiendo. Comienza, igualmente, a visualizarse los límites del crecimiento y estalla la crisis del petróleo. El paro aumenta junto a la inflación cuestionando la teoría de Keynes.

Este nuevo escenario trastoca todas las correlaciones de fuerza de la guerra fría. Cualquier cosa podría haber sucedido. Los estados del bloque capitalista, liderados por EE.UU, optan por acelerar el crecimiento liberalizando el sistema monetario internacional al desvincularlo de cualquier referente productivo; aprovechar la cultura de la liberación para transformarla en una cultura del consumo, homogénea, individualista y mercantilista socavando, a través de la revolución que supone la tele, las pautas de comportamiento cultural y diferenciada de las comunidades sociales. El monetarismo y el liberalismo logran un renacer ideológico que se plasma a mitad del periodo en una fuerte hegemonía política con el ascenso al papado de Wojtyla (1978), a la presidencia de R.U. de Margaret Thatcher (1979) y de Reagan en EE.UU. (1980)

EE.UU comienza a ser un estado deudor a partir de los 80; el estado en general sufre un achicamiento sobre todo en su capacidad de intervención económica y se impone la privatización de empresas públicas o la privatización de los planes de pensiones. Al mismo tiempo el crecimiento demográfico, el proceso de urbanización y la hipertrofia del sector servicio frente a los sectores productivos de bienes, van relegando el trabajo industrial a un papel más secundario.

La socialdemocracia, que abandona sus última vinculaciones simbólicas con el marxismo, alcanza una hegemonía total en el campo de la izquierda por la marginalidad de los Partidos Comunistas a pesar de sus intentos de independizarse de la URSS (eurocomunismo) y del surgimiento de los partidos ecologistas (los verdes alemanes entran por vez primera en el Bundestag en 1983). Aunque alcanzan esta posición dominante en el campo de la izquierda pierden hegemonía social en la opinión pública, en general.

La etapa culmina cuando la URRS, que no puede competir ni en crecimiento ni en libertad con el bloque capitalista, se desmorona para dar paso a un nuevo escenario: el de la globalización.

c)      Esta tercera etapa, que va desde la caída del sistema socialista en torno a la URSS hasta la crisis del 2007, es la etapa del auge de la globalización en la que los mercados consiguen arrebatar la hegemonía a los estados, en estrecha conexión con EE.UU. (1990 – 2007)

El triunfo de la globalización capitalista desde principios de los años noventa hasta la crisis del 2007, en un mundo económicamente unificado, de la mano de la desregulación financiera, la revolución tecnológica de las comunicaciones digitales, el liderazgo de EE.UU. y del capital financiero, socava las bases institucionales sobre las que se había asentado la socialdemocracia que, al mismo tiempo, pierde su centralidad política por el fin de la guerra fría.

El sistema capitalista se expande por todo el espacio ocupado anteriormente por los estados socialistas, incluido China, y por los estados del tercer mundo, que adoptan formas políticas híbridas en la que pueden convivir incluso el ultraliberalismo con el centralismo estatalista, bajo un manto de pensamiento único, provocando, al mismo tiempo, una vasculación en la centralidad de los intercambios desde el atlántico al pacífico.

El conflicto parece deslizarse desde la dialéctica capital – trabajo a la confrontación religiosa territorializada que se postula como el núcleo de las civilización, tal como la opinión pública mundial puede deducir al ver estupefacta en directo el ataque terrorista a las torres gemelas (2001).

Las bases económicas y sociales del estado “socialdemócrata” se desmoronan. Los mercados financieros escapan a la soberanía de los estados, liderando las políticas de demanda globales mediante su capacidad para generar agregados monetarios al margen por completo del control de los estados, por vez primera en la historia; las rentas del capital financiero, e incluso del capital en general, eluden la acción recaudatoria pública ya sea por su facilidad para huir a los paraísos fiscales ya sea porque los propios estados le conceden un status especial al margen de la progresividad (ver la temprana denuncia que Ponzi realiza en 1991 acuñando el concepto de “termitas fiscales”); las privatizaciones tanto de sectores públicos como de las pensiones se generalizan y la flexibilidad laboral avanza imparable arrinconando a los sindicatos hacia un papel más cerca del estado oficial que de la sociedad y los trabajadores.

El crecimiento parece imparable lo que parece hacer innecesario el fuerte peso que los estados tienen en la economía como herencia socialdemócrata. Los economistas presionan contra el “modelo socialdemócrata europeo” al que acusan de ser el causante de altas tasas de paro y del escaso crecimiento frente al modelo de EE.UU. mucho más flexible: el equilibrio mercado – estado se rompe no solo en la realidad institucional sino incluso en el imaginario colectivo de la opinión pública.

La socialdemocracia emprende una huida hacia delante: la tercera vía defendida por Blair (primer ministro del R.U. en 1997) implica un giro al centro y a las posiciones liberales sobre todo en el mercado de trabajo, la sintonía total con EE.UU. y una renuncia a la ideología como cosmovisión vital que orienta la acción política, aceptando al capitalismo como “el sistema del fin de la historia”. En la práctica sus resultados son contraproducentes porque acelera el desmantelamiento del estado del bienestar, la destrucción de los sindicatos y el abandono de cualquier ambición de hegemonía social.

Paralelamente se va abriendo paso en el campo de la izquierda una nueva contestación formada por antiglobalizadores, ecologistas, feministas, nacionalistas, comunitaristas, radical demócratas y socialistas de izquierda que denuncian la desigualdad de la globalización; el deterioro ambiental (cambio climático, agotamiento del petróleo, destrucción de ecosistemas y pérdida de la biodiversidad); el resurgimiento de la sociedad patriarcal a través de las nuevas pautas culturales de consumo; la destrucción de las comunidades sociales y la homogenización cultural y la marginación del factor trabajo.

Estos movimientos han nacido al margen de la dialéctica que provocó la guerra fría. Se mueven sobre todo en el campo social más que en el político y tienen severos reparos frente al sistema electoral representativo, así como grandes dificultades para construir una visión integral del funcionamiento de la compleja economía globalizada. Los más politizados adoptan el rol de partidos – causa que difícilmente logra competir con los partidos socialdemócratas que continúan siendo los representantes mayoritarios de la izquierda sociológica aunque están cada vez más institucionalizados y desideologizados.

Es en este contexto cuando estalla la crisis del 2007.

Un comentario

  1. Pueblos en pie!!! Venceremos!!!

    Extraordinario análisis, Rafa; pero para constatar gráficamente a que grado de hipocresía y corrupción, aparte de la ideológica, pueden llegar los autodenominados «socialdemócratas» actuales y sus camaradas clericalfa$ci$ta$ rojipardos (entre brindis al sol de Izqda Undida si toca algo que repartir), no hay más que ver el siguiente vídeo…

    (ADVERTENCIA: por favor, muy importante, no vayáis a visionar las imágenes después de haber comido. Resulta imposible contener las arcadas y vomitar de asco).

    http://www.youtube.com/watch?v=Ky-MKaNmR8I

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