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De Malleus Maleficarum a Gallardón: la libertad de las mujeres

Gallardon

La prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo ha sido un mecanismo formidable de expropiación del cuerpo y la sexualidad de las mujeres y de control de las políticas demográficas con fines estrictamente productivista y mercantil. Podemos decir que con la generalización de la criminalización del aborto a partir del siglo XVII, el incipiente capitalismo mercantil europeo dio el primer gran paso en la regulación política de la vida (biopolítica) que luego continuaría con el racismo o con las biopatentes. “Todo por la producción” podría ser la leyenda que hay grabada en las puertas del infierno mercantil. La “gran tempestad” en la que Shakespeare vio el amanecer del capitalismo comenzó ahogando en un mar de restricciones y prohibiciones la libertad del cuerpo de las mujeres trabajadoras. Es en el Malleus Maleficarum donde por primera vez se hace una condena explícita y tajante del aborto y con ello se codifica la hoja de ruta que guiaría la caza de brujas.

Entender todo esto es fundamental para comprender la obsesión que la derecha tiene aquí y allá en la prohibición del aborto. Vienen tiempos en que los límites físicos e institucionales del desarrollo capitalista imponen una recuperación de las antiguas tasas de explotación incluso en el interior de la metrópolis. Una nueva reproletarización requiere también de una nueva disciplinización basada en el miedo como ha demostrado la doctrina del shock. El único embrión que estas gentes quieren proteger es el embrión de miedo y la sumisión.

Sabemos que la actual ley de plazos genera menos abortos que el hipócrita modelo de ley de supuestos que quieren implantar pero eso a ellos que más les da, el objetivo no es salvar vidas humanas, como proclama la pringosa beatería, sino dominar y explotar. Esta ley  provocará que aumenten los abortos clandestinos lo cual supondrá un grave riesgo para la salud reproductiva de las mujeres. Esta ley nos hará a todos, hombres y mujeres, menos libres, con menos derechos. Piensan no sólo que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades sino que tenemos muchos más derechos de los que nos merecemos. Keynes decía que más peligroso que los intereses son las ideas, porque éstas perduran a lo largo del tiempo.  Más peligroso que los recortes económicos son los recortes en derechos, porque estos también perduran.

Quieren “esposas sumisas”, esas son sus ideas, volver a enviar a las mujeres al claustro cárcel de la sagrada familia patriarcal. Quieren  despojarlas y despojarnos de las libertades y derechos que el movimiento feminista ha conseguido. La nueva ley del aborto de Gallardón es una medida central en el proyecto de revolución derechista que el PP, como aquel que no quiere, está implementando con la escusa de la crisis. Como en un inversión onírica de los roles tradicionales, en España tenemos un gobierno radical de derechas, que lo quiere cambiar todo y por ello apuestan por el “contra peor, mejor”; y una oposición conservadora de izquierdas que no quiere que nada cambie y por eso se encuentra en estado catatónico ante la velocidad de la crisis y la agresividad del adversario. Este es el motivo de que las noticias negativas sobre el desempleo, la corrupción política, la violencia de género o el estado de la educación parece que le hacen más daño a la oposición que al gobierno. Si la policía registra la sede central del PP, da la impresión que en realidad donde estuvieran no es en la Calle Génova sino en Ferraz.

En este ambiente la derecha avanza sin  complejos y sin pausa. Su programa es modélicamente integral va de lo macro a lo micro, desde las relaciones laborales al útero materno, ningún resorte de autonomía escapa de sus voraz apetito de control. Pero nosotros y nosotras no podemos olvidar que todo programa general de dominación comenzó siempre colonizando el cuerpo de las mujeres.

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