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El patíbulo

ahorcado2Artículo enviado a P36 por José Salguero Duarte.

Los chorizos de la clase política española de cuna baja y cama alta, se han llevado hasta la gomilla de atar los fajos de billetes. Provocando que en una reciente encuesta saliera, que a la población le preocupe más los políticos que el terrorismo, ya que al parecer se mueve más dinero negro en la corrupción que en la droga.

Por lo tanto, no se imaginan lo desacreditado que están, porque hace unos días un amigo me dijo: “Se debería hacer un referéndum, para que se pudiera juzgar en las plazas principales de las ciudades a los rateros de la política. Y los que resulten culpables, se les azotará periódica y públicamente hasta que devuelvan todo lo robado”.

 Tampoco es eso, le dije, porque estamos en un estado democrático, en donde no se puede tirar a nadie al pilón por las bravas y ni apedrearlo, pero mucho menos ahorcarlo como hizo el tirano Bush con Hassan Hussein, porque el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Contestándome: “Los juzgados están saturados y hay que echarles una manita. Para ello se debe constituir un consejo de ancianos del pueblo payo con cinco miembros y otro de patriarcas del pueblo gitano. En caso de empate el voto del de más edad será el que decida si es culpable o inocente. Un cronista independiente levantará acta anotando correctamente el veredicto. Pero deberá ser cuidadoso para no errar al colocar la coma, porque no es lo mismo escribir –culpable no, inocente-, que, –culpable, no inocente-”.

 ¡Vaya tela!, que duro eres, le apunté de nuevo, replicándome: “En Algeciras se quitaría la fuente central de la Plaza Alta, para instalar allí no un  templete para que la banda municipal ofrezca conciertos musicales (por aquello de que la música amansa a las fieras), sino para colocar un patíbulo. En los alrededores se instalarán gradas portátiles, y entre palmera y palmera en vez de las pancartas del Algeciras Balonmano, se pondrán otras más grandes que pongan: El Patíbulo.

Unos días antes de celebrarse un juicio, se instalará frente al Casino, un tenderete de madera similar al que colocan para vender las sillas para las carrozas de feria o, el de la venta de entradas para las corridas de toros, en donde un funcionario no enchufado,  anotará a los ciudadanos que quieran ejercer voluntariamente de verdugos.

Además se podrá donar correas y cinturones con doble grosor de piel de rata, camello o de perro con hebillas de acero. También se admitirán látigos de domadores de leones, vergajos confeccionados con pishas de toros bravos y varas de acebuches. Los artilugios recibidos se enumerarán por categorías y serán expuestos en expositores, siendo protegidos por escopeteros vestidos con su uniforme de gala”.

¡Uf!, exclamé, me estoy imaginando al pueblo rugir con el dedo hacia abajo lo mismo que en los circos romanos, y los posteriores azotes a los rateros políticos culpables, cómplices y encubridores, ya que algunos se irían de varillas por las calles.

 Pero como estoy en contra de toda clase de violencia a pesar de la que ejercen contra mí subterráneamente ciertos aparatos represores, le dije, te contaré un chiste: “En una convención internacional de cirujanos, un médico francés dijo: Me trajeron a un tío con la pierna cortada, y tras operarlo quedó tan bien que ha llegado a ser campeón olímpico de los 50 metros lisos”. Un inglés comentó: “Yo le reimplanté a uno la mano, habiendo llegado a ser campeón del mundo de lanzamiento de peso”. Y por último un médico sevillano afirmó: “Estando de guardia en el Virgen del Rocío, me llevaron la cabeza de un tío por un lado y el cuerpo por otro, le puse al cuerpo una calabaza y ahí lo hemos tenido 20 años en la Junta de Andalucía”. 

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