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¡Es la democracia ¡ -Segunda parte: la destrucción comunitaria de la extrema derecha y la derecha

Rafa Rodríguez

En esta coyuntura extraordinaria, cuando nos encontramos en una zona de transición llena de contradicciones, la disputa social se articula en torno a dirección política que va a tener la reconstrucción económica y social para orientarla en favor de la mayoría o de los intereses de minorías con gran poder económico.

 

En España, en la UE y en EE.UU. (que constituyen nuestras áreas políticas de influencia) hay, en estos momentos, direcciones políticas reformistas que se orientan, en mayor o menor medida, a favor de una reconstrucción verde, digital y social.

 

La derecha en España, desconectada de la dirección política de estos ámbitos de influencia, para conseguir la dirección política de la reconstrucción económica y social, intenta explotar y manipular todo el malestar social que ha generado las restricciones económicas y sociales en la lucha contra la pandemia, desacreditando al sistema político.

 

Su fuerza de choque es la extrema derecha, conectada con los negacionistas, que llevan a cabo la lucha cultural, es decir, la impugnación en su totalidad no ya del sistema democrático, sino de las bases cognitivas que lo sustentan: la racionalidad, la ciencia, la información contrastada, utilizando los bulos en las redes sociales e inoculando teorías conspirativas para destruir frontalmente los consensos sociales sobre lo que es cierto y lo que no es, basándose, en estas circunstancias, en el resentimiento, el miedo y la frustración de gente, que está perdiendo o temen perder sus negocios, su trabajo o incluso posiciones de seguridad personal, y en el odio, el egoísmo y el desprecio por la mayoría de quienes están en una posición de privilegio que quieren mantener a toda costa. Reviven el sustrato de la antipolítica que sigue vivo en el imaginario colectivo, y que ha sido alimentado por circunstancias e ideologías de todo tipo, aprovechando además el impacto de la existencia de la extrema derecha en las instituciones como factor novedoso.

 

La derecha, en esta posición estructural de estar a la contra, mantiene distancias con esa fuerza de choque, pero al mismo tiempo busca posiciones de ventaja en la destrucción comunitaria que está provocando la extrema derecha y los negacionistas. Su objetivo político es conseguir que haya una desafección política entre las clases populares y los sectores progresistas, aprovechando el cansancio social provocado por esta larga resistencia contra la pandemia, porque en los barrios de clase alta tienen la participación asegurada. Es la única forma que tienen para ganar las elecciones a pesar de que sus políticas van contra los intereses de la mayoría.

 

Por eso promueven que el debate político se centre en la confrontación y en la polarización, en noticias que nada tienen que ver con las preocupaciones de la gente. Quieren que se visualice que los partidos, los sindicatos e incluso las instituciones, son actores que están al margen de la gente, que son elementos externos y, en cierto modo, extraños e impermeables a la dura realidad cotidiana que vivimos.

 

Con la polarización anulan la información sobre toda la labor, la ingente labor, que los poderes públicos, desde la Unión Europea hasta el más modesto ayuntamiento, están realizando para compensar los daños que está ocasionando la pandemia, tanto en la salud como en la economía y en las relaciones sociales. Aprovechan el sesgo que tenemos a visualizar lo negativo y a obviar lo positivo, porque parece que los titulares y las buenas noticias no se llevan bien.

 

La imagen que ilustra el artículo es la reproducción de una obra del pintor Luís Feito (Madrid, 1929 – 2021)

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