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La unidad y la renovación de la izquierda andaluza como objetivo estratégico (1 de 2)

a)      Una situación social limite

Dentro de unos días se va a celebrar la primera conferencia política de Primavera Andaluza (Rota, 12 de enero de 2013) para reflexionar colectivamente sobre la grave situación por la que atravesamos los andaluces y las andaluzas y diseñar una hoja de ruta para avanzar en una propuesta viable y solidaria para salir de la crisis diferencial que nos ha convertido en el territorio con más paro de la Unión Europea.

La propuesta de documento de diagnóstico, que se ha hecho pública para que en el debate participen todas las personas y colectivos interesados (Paralelo 36 “82 cuestiones para aproximase a la nueva realidad andaluza y a sus contextos”), bosqueja una coyuntura extremadamente complicada en la que se implementan contextos muy desfavorables; una gestión de nuestra Autonomía durante estos treinta años que nos ha conducido hacia una situación de gran vulnerabilidad y una agresiva política de la derecha, instalada en el gobierno central y en las grandes ciudades andaluzas, que está agravando el hundimiento de la economía, provocando una crisis social, política y territorial sin precedentes y un tremendo sufrimiento social (que incluso ha llevado a varias personas al suicidio a causa del desamparo ante su situación económica límite). Todo ello genera un profundo deterioro de las instituciones, incluidas las autonómicas, al socavar la estructura sobre la que se asientan: el sistema público de producción de servicios, transferencias de rentas y garantías de derechos.

b)      El debate sobre la unidad de la izquierda andaluza

En estas circunstancias es imprescindible el debate sobre la unidad de la izquierda y su renovación. Este debate, que levanta pasiones a favor y en contra, necesita sobre todo de reflexión y argumentos.

La cuestión previa que hay que abordar (porque condiciona todo el debate) es la propia definición de izquierda. Desde aquí propongo un concepto amplio de la misma: las personas y organizaciones que reconocen el conflicto social (en sentido amplio, incluido el ecológico, el territorial, de género, etc.) como constitutivo de la estructura social y se postulan a favor de las clases, territorios y sectores desfavorecidos o privados de sus derechos.

La identificación de las organizaciones de izquierda es otra cuestión complicada para consensuar por lo que es necesario acudir a factores que trasciendan del juicio o la experiencia personal. En este sentido propongo la suma de dos criterios, un factor objetivo: que se hayan autodefinido como una organización de izquierda y un factor intersubjetivo: que el electorado (o la opinión pública) lo reconozca como una organización ubicada en el campo de la izquierda (lo que es fácil de comprobar a través de las encuestas sociológicas del CIS, CAPDEA o IESA, por ejemplo).

Pero lo más importante es el por qué de la defensa de la unidad de la izquierda andaluza cuando la tradición durante estas décadas ha sido la de la aparente competencia electoral entre las propias organizaciones políticas de izquierda cuando en realidad lo que  existía era un modelo que reservaba el gobierno del Estado a un partido de la derecha (UCD y luego PP) y al PSOE.

Este modelo de democracia limitada era fruto por un lado de la institucionalidad surgida de la transición pactada entre los partidos democráticos y los poderes fácticos no democráticos del post franquismo y por otro del modelo económico desarrollista que la crisis ha tumbado con una rotundidad sin apelativos.

El principal sostén político de este sistema ha sido el PSOE y por eso es el partido que más está padeciendo el desgaste y la confusión ante la nueva realidad que ha generado la crisis. Pero, al mismo tiempo, es la pérdida de su  posición de partido hegemónico de la izquierda el que abre la perspectiva de la unidad de la izquierda y de las posibilidades de renovación de la misma.

En segundo lugar, Los marcos profundos axiológicos a través de los cuales la ciudadanía cualquier acontecimiento o mensaje con implicaciones sociales son unos marcos binarios, es decir, clasifican los fenómenos sociales como positivos o negativos para el sistema de valores de izquierda o derecha. La circunstancia de que un solo partido, que además tenía una clara opción por la defensa acrítica del sistema, encauzara electoralmente los valores de la izquierda ha producido una doble y perversa consecuencia: por una parte ha ido descafeinando la solidez de los valores de izquierda trufándolos de pragmatismo y consumismo y por otro ha puesto contra la espada y la pared al resto de organizaciones de izquierda que o se plegaban al discurso de gestión de la socialdemocracia de las últimas décadas o aparecían como aliados “inconscientes” de la derecha en su pugna por el poder con el PSOE. La unidad de la izquierda permitiría, paradogicamente, la pluralidad política y por lo tanto la “biodiversidad” de intensidades, contenidos y perspectivas para revitalizar los valores que la opinión pública percibe como integrantes de la cosmovisión de la izquierda.

En tercer lugar no hay otro proyecto para vencer electoralmente a la derecha. Pero sería una victoria pírrica si además no se derrota a la derecha en su proyecto político y para ello es imprescindible una alternativa de ruptura con la institucionalidad de democracia vigilada y limitada surgida de la transición y con el modelo de desarrollismo económico.

En cuarto lugar la pluralidad y la unidad de la izquierda debe ser la expresión de la unidad y de la pluralidad de intereses que expresan una segmentada composición social de clases medias zarandeadas por la crisis y las políticas de privatizaciones, y de clases populares, una buena parte de las mismas ha sido lanzada hacia la marginalidad social (parados de larga duración o sin familia, familias sin ingresos, desahucios, inmigrantes, jóvenes sin expectativas de empleo, etc.). La gestión cooperativa de la multiplicidad de intereses entre los no privilegiados; el equilibrio entre las necesidades inmediatas y las perspectivas de cambio radical y las argamasas de emociones colectivas para cohesionar este bloque social de resistencia y progreso, determinará la fortaleza de la unidad de la izquierda.

En quinto lugar, la unidad de la izquierda, por si misma, es la primera medida para la regeneración democrática ya que permitiría el encauzamiento de toda la movilización social, tanto de la protagonizada por los sindicatos de clase, como por los distintos sectores sociales (mareas “multicolores”) o por el 15M, a que a su resistencia la unidad de la izquierda añadiría la perspectiva del cambio. Sólo ganando las elecciones y desalojando al PP del poder es posible mitigar el sufrimiento social que está produciendo esta crisis y construir una salida posible y equitativa frente a la misma.

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