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Las inundaciones y los títulos de propiedad de las aguas

inundaciones

 

EditorialP36.24/12/2010.

En las últimas semanas  las  fuertes lluvias caídas sobre Andalucía han provocado la inundación de  campos y pueblos con graves daños materiales, especialmente en la cuenca del Guadalquivir.   Muchas personas han perdido todo y  viven en la permanente zozobra  de no saber cuándo volverán  de nuevo la pesadilla de  agua y  lodo.  En muchos pueblos, como es el caos de Écija, “llueve sobre mojado “ y las inundaciones se repiten como si de una  maldición inexcusable se tratara.

Las lluvias torrenciales son un fenómeno  natural pero las consecuencias sociales de las mismas no. Que se inunden calles, casas y campos es el resultado, en un  porcentaje elevadísimo,  de una  nula o mala planificación  y gestión urbanística  e hidrológica. Muchas de las viviendas  anegadas o bien estaban en zonas inundables (ramblas  o de crecimiento natural  de ríos, arroyos, lagunas) o bien  son el aliviadero  natural de las canalizaciones, desvíos o regulación de alguno de los  ecosistemas hídricos aludidos.

Se ha permitido construir en cualquier lugar, sin orden ni concierto. Se han realizado obras de encauzamiento,  canalización  y  soterramientos  de ríos y arroyos  muy mal planificado y con un olvido total de  su limpieza y mantenimiento. Las infraestructuras de comunicación, en especial las autovías, rondas y  los ensanchamiento y  recrecimientos  de carreteras; han sido hechas sin tener en cuenta que podrían convertirse en muros de presa y contención de las aguas desbordadas. Por último, el abusivo  nivel de regulación  de la cuenca del Guadalquivir (más de un 33% del total de sus aguas)  ha aumentado  el riesgo de inundaciones catastróficas en muchas zonas agrícolas que se encuentran en la línea de expansión  natural  de los aliviaderos de los numerosos pantanos y presas existentes.

La nueva cultura del agua  que instauró  la ministra Narbona, y que parece tan olvidada por  el actual gobierno  como la misma ministra, tiene que venir unida a una nueva  política  urbanística y de infraestructuras  que no ha existido, ni se le espera. No se puede  invadir suelos inundables  y de  milenaria vocación hídrica sin esperar respuesta a cambio. El todo vale de la fiebre del  ladrillo  seguirá durante mucho tiempo pasándonos  factura.

Es necesario también la vigilancia, limpieza  y cuidado de  arroyos, canalizaciones y desagües que están abandonados. Los gobiernos son capaces de invertir miles de millones de euros en líneas de  alta velocidad que pasan junto a pueblos donde no se gasta  un  sólo euro en la  limpieza y mantenimiento  de cauces y canalizaciones. La política de la imagen  ha sustituido incluso a la política  de gestión de las cosas. El agua con su  liquida brutalidad nos recuerda dolorosamente  que las cosas  y la realidad existen y que no se les puede ningunear sin pagar un alto precio. El agua, mas tarde o más temprano,  vuelve  a lo suelos  que les son propio  a reclamar sus títulos de  propiedad.

2 Comentarios

  1. Calados por la corrupción pepero-$ociata (sin olvidar a sus compinches de Izqda Undida) HASTA LOS HUESOS…

  2. El agua no tiene huesos.

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