Juanma Romero.Público.19/07/2011.Imposible. 75 años después de que un golpe de Estado truncara la corta historia de la Segunda República y desencadenara la Guerra Civil y la dictadura, el pleno del Congreso de los Diputados sigue sin condenar de forma expresa la sublevación militar. Hoy la oportunidad se volvió a escapar de las manos. Y todo por decisión del presidente de la Cámara, José Bono. Su actitud llenó enseguida de indignación a la izquierda parlamentaria, a parte del Grupo Socialista y sobre todo a las víctimas de la represión franquista y sus familiares.
Pasaban pocos minutos de las 19.30 horas. Bono llamó a votación. Ese era el momento elegido por él mismo para dar lectura a una declaración revestida con el apodo de institucional en la que teóricamente se iba a condenar la insurrección del 18 de julio y el franquismo, por primera vez en el pleno de la Cámara baja. Al menos, esa era la encomienda que le hicieron llegar el jueves pasado los diputados de IU-ICV, Gaspar Llamazares y Núria Buenaventura, que de hecho ya habían elaborado un documento. Bono, en aquella reunión extraordinaria de la Junta de Portavoces, recogió el guante y se comprometió a redactar él mismo un texto «equilibrado, ponderado», y no de partido, que leería en el primer pleno que sucediera al 75º aniversario del golpe de Estado. Y así lo hizo.
Bono no consultó con los portavoces parlamentarios hasta última hora, bien avanzada la sesión plenaria, como censuraron a la salida algunos de ellos. «¿No haces una condena del franquismo?», le preguntó Llamazares cuando vio el texto, según su propio relato. «No», le respondió el jefe de la Cámara. El diputado de IU se quedó perplejo.
El presidente procedió. Leyó la «declaración del Congreso al cumplirse 75 años del inicio de la Guerra Civil». Solapó ese aniversario con los 73 años que el lunes también cumplía el discurso que pronunció Manuel Azaña en el Ayuntamiento de Barcelona, en plena contienda. Bono reprodujo las últimas palabras del entonces presidente de la República.
Gaspar Llamazares: «Estamos entre la amnesia del PP y la debilidad del PSOE»
«Si el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción -advertía Azaña-, que piensen en los muertos y escuchen su lección: la de esos hombres que han caído embravecidos en la batalla […] y que ahora ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad y perdón». Palabras que debían servir, según Bono, para «rendir homenaje a quienes murieron en defensa de sus ideales» y que «ojalá» puedan emplearse para «desterrar el odio y la intolerancia».
Y punto. Ninguna referencia al Gobierno legítimo de la República, ni al golpe de 1936, ni a Francisco Franco, ni a la dictadura, ni a la represión. Ni tan siquiera una diferencia entre los que defendieron al Estado republicano frente al ataque de los rebeldes. PSOE y PP respondieron con un aplauso. La izquierda minoritaria se negó a replicar el gesto.
Hasta la dimisión
Igual hicieron las víctimas. El presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, tachó de «vergonzosa» la intervención de Bono, porque tal tibieza no se reproduce ni con los que murieron en el Holocausto o por actos terroristas. «Me parece una vergüenza que diga eso ante el delito mas grande del Derecho Penal», el de genocidio. El portavoz de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria, Francisco Vigueras, también deploró que el Congreso aún no haya condenado el golpe. «Me parece bien que se recuerde a Azaña, pero la Cámara debería condenar de forma contundente a los militares golpistas, que no tuvieron ni piedad ni clemencia con el vencido», aseguró.
A Josep Cruanyes, portavoz de la Comissió de la Dignitat, las palabras de Azaña le dejaron «frío». «Este día me evoca a decir que esperamos que nunca más vuelva a pasar que las tropas reaccionarias utilizan la fuerza en contra de la libertad de expresión y de la democracia. El discurso de Azaña es de 1938, y pesimista, cuando ya se veía que perdía la guerra. No es el momento de hacer este discurso. Es hora de afrontar las cosas como son», dijo.
José María Pedreño: «Bono es el clásico heredero ideológico del franquismo»
José María Pedreño, presidente de Foros por la Memoria, pidió directamente la dimisión de Bono: «Es el clásico heredero ideológico del fraquismo que se ha situado en un partido autoproclamado de izquierdas. Parece mentira que miembros del PSOE hagan tal ejercicio de neofranquismo cuando tienen miles de compañeros en fosas comunes». Pedreño lamentó, como Cruanyes, que el presidente de la Cámara descontextualizara el alegato de Azaña, pronunciado en plena guerra y para «negociar la paz».
Para Julián Rebollo, de la Plataforma contra la Impunidad del Franquismo, que el Estado aún no condene una sublevación que se cobró «cerca de 200.000 víctimas», prueba el sentido de las movilizaciones, «para que se sepa la verdad, que fue un genocidio».
Matías Alonso, coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica y exedil socialista, se fijó en las palabras finales de Azaña. Paz, piedad y perdón, las que no tuvieron «miles y miles de vencidos, y las que necesitarían las legiones de ancianos que no han recuperado los restos de sus familiares». Alonso achacó la imposibilidad de alumbrar un texto «más contundente» a la «correlación de fuerzas actual, con el PP y los nacionalismos de derechas». «Ojalá seamos capaces de votar un Congreso que condene el golpe. El problema es que media Cámara no siente de verdad esos valores», agregó.
«Agua bendita»
Al final, todo fue «agua bendita», según tuiteó al instante un decepcionado Llamazares. «Bono al final no ha sabido salir del jardín en el que él mismo se metió, ha utilizado a Azaña para no criticar el golpe, de una forma muy jesuítica», añadió, en declaraciones a Público. «Así estamos, entre la amnesia del PP y la debilidad del PSOE. Por eso seguiremos dando la batalla».
Emilio Silva: «Es una vergüenza que diga eso ante el delito mas grande»
Buenaventura se hacía cruces. Recordaba que ella y el portavoz de IU, en su borrador de la pasada semana, tomaban como base la proposición no de ley que la Comisión Constitucional del Congreso aprobó por unanimidad -hasta con el PP, por tanto- el 20 de noviembre de 2002, con la que se condenó el franquismo y se reconocía a sus víctimas. Hilo del que tiró la Ley de Memoria Histórica, de 2007, fustigada por los conservadores. «Ahora no hemos llegado ni a eso. Es miedo, cobardía del PSOE y esa falsa equidistancia entre vencedores y vencidos».
El republicano Joan Ridao intentaba verle alguna arista positiva a la polémica: que Bono se apoyara en Azaña, y «no en una solución creativa de las suyas». Pero había que aprender del error: «Era un riesgo innecesario trasladarle este cometido al presidente. Habría sido mejor que todos los portavoces hubiéramos pactado un texto». Francisco Jorquera, del BNG, remarcaba el hecho «inaudito» e irrefutable: que 75 años después el golpe aún quede limpio de todo reproche del Parlamento. Y entre pasillos algunos diputados del PSOE no ocultaban, mientras, su malestar.