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Marea blanca: sanidad pública o genocidio de clase

La palabra clínica viene del griego Klinike (cama). El klinique es aquel que se dobla  sobre  el lecho para escuchar el dolor del que padece. La clínica  ha sido, hasta hace muy poco, una forma de “ciencia compasiva” más misericordiosa que científica. Los sistemas públicos de salud e investigación (vinculados a las universidades públicas)  de las democracias han construido el marco institucional idóneo para que esta “ciencia compasiva” se convierta en una ciencia rigurosa, eficaz y universal. Por ello las actuales políticas de privatización de la sanidad  repugnan a cualquier sensibilidad clínica. Ningún profesional sanitario puede dejar  de atender a un enfermo por su nivel de renta o por su nacionalidad, sin destrozar su más íntimo código deontológico.

Si el ejercicio privado de la medicina tiene alguna cobertura ética es la existencia, en paralelo, de un potente y gratuito sistema público de salud. Si este sistema se desmonta, lo que queda es un genocidio social programado. La mortalidad y la morbilidad crecerán progresivamente, la esperanza de  vida bajará, enfermedades extinguidas volverán a aparecer; nos acordaremos, quien lo iba a decir, con nostalgia; de las listas de espera y de la masificación de los servicios de urgencia. Nos vamos a enterar de lo que vale un peine o un paracetamol.

Para ello mienten como sólo ellos saben mentir, con la insolencia del señorito. Alegan falta de financiación  motivada por la crisis, cuando llevan  años desarollando este programa  de  privatizaciones en Madrid, Valencia o Baleres desde hace años, cuando el PIB crecia al 4%.  Denuncian el  gasto sanitario e impiden, via recurso al constitucional, que la Junta de Andalucía rebaje el gasto farmaceútico por medio de las subastas ( afortunadamente el TC ya ha fallado en su contra). Señalan a la sanidad pública como cara cuando saben bien que la privada, que ellos fomentan, multiplica  gastos y disminuye eficiencia terapéutica.  La ola de privatizaciones de la sanidad pública va a conseguir, lo que los críticos de la “medicina aleopática” no consiguieron: “humanizar la medicina”, vamos a enfermar y morir en casa (eso si no nos desahucian antes). Pero todo eso pasará  si la “marea blanca” no triunfa.   Ustedes, nosotras, nosotros decidimos: sanidad pública o genocidio de clase.

 

 

Un comentario

  1. Existe un Código Oficial de Etica y Deontología Médica, admitido por la Organización Médica Colegial. Como podéis comprobar en su Capítulo II las medidas de la MATO -como su mismo nombre indica-, atropellan de modo TERRORISTA (sí, te-rro-ris-ta) sus Principios Generales. Y en el Capítulo Trece expresamente advierte en lo relativo a honorarios, en su Artículo 44.1: «El acto médico nunca podrá tener como fin el lucro».

    http://www.negligenciasmedicas.com/Index/codigo_etica_y_deontologia_medica.pdf

    Enhorabuena a la Sanidad Vasca al negarse en redondo a la desatención CRIMINAL (sí, cri-mi-nal) al inmigrante sin papeles, a la cual ha dado la razón el Tribunal Constitucional, sensible al ARGUMENTO DECISIVO: la falta de atención médica a un ser humano puede poner en riesgo a toda la sociedad en su conjunto, al convertirse en coadyuvante de pandemias y focos incontrolados infecto-contagiosos.

    Aunque claro, en el caso de Euskadi estamos refiriéndonos a un sociedad con amor a su tierra y moderna. En el caso de Andalucía, la cual carece ni siquiera de tolerancia a las minorías políticas o de conciencia (excluídas por una «ley» electoral a la carta de representativid ad en el ‘parla-miento’ del delfín de Chaves), hecho constatable al leer la sumisa prensa local del movimiento rojipardo y la ausencia de un programa en la perruna televisión autonómica que critique o ironice sobre sus políticos, como sí existen en Catalunya (el llamado «Polonia») o en Euskadi («Vaya Semanita»). Por eso allí la ciudadanía tiene mayor sensibilidad social real que la peña media del Imedio, Cremades o Martín Benítez, ‘Tom’ (como el mismo nombre de la novela de Twain indica). Con esa permisividad a lo Goebbels o Lavrenti Beria ante la sátira, la discrepancia humorística, de Algeciras hasta Despeñaperros luego los que ‘se asombren’ de una deriva totalitaria sin precedentes, nos asombrarán.

    ¿Os imagináis en la televisión autonómica andaluza abordar los más crudos temas lejos de lo «políticamente correcto» o el infumable estilo «gran hermano» cañí?. Pues por otros lares sí sucede:

    http://www.youtube.com/watch?v=knZJVVPZwAg

    http://www.youtube.com/watch?v=DnrO7dBiCws

    http://www.youtube.com/watch?v=ZDN-rv85fMo

    http://www.youtube.com/watch?v=KqQzMHsek9w

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