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No los votes: NI PP ni PSOE ni listas con imputados.

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Lo sorprendente no son las concentraciones que se están produciendo, lo sorprendente es que hayan tardado tanto. 5 millones de parados, un gobierno socialista que ha ocultado la realidad durante cuatro años, que ganó las elecciones negando la existencia de la crisis y llevando en su programa el pleno empleo; un sistema electoral que impide el pluralismo político y que induce paradójicamente a que la única alternativa al fracaso del partido socialista (con soluciones de derecha), sea la derecha pura y dura que representa precisamente los intereses del capital más especulativo, causante directo de la crisis; y, sobre todo, la falta de perspectivas de futuro, no solo justifica sino que en buena lógica democrática obliga a la respuesta activa de la sociedad.

Los concentrados en las principales plazas de las ciudades pueden ser la chispa que encienda la protesta social y la activación de la sociedad frente a la crisis. Sin movilización no hay cambio y sin cambio no hay salida de la crisis. Con buena intuición los convocantes de las concentraciones han centrado su agenda en la urgencia de modificar el sistema político para hacerlo más democrático y han culpado de su bloqueo al PSOE y al PP porque lógicamente ellos son los grandes beneficiados de este raquítico modelo de democracia; beneficios que están exprimiendo en forma de privilegios para sus dirigentes incluso premiando la corrupción con puestos relevantes en las listas electorales. Un escándalo, sobre todo en estos momentos en los que hay una gran frustración en la mayoría de la gente, incluida la clase media, y auténtica desesperación en amplios sectores populares.

Está claro que el movimiento es muy heterogéneo y que además, al haberse centrado en la reivindicación del cambio del sistema político actual por una democracia más real, lucha con urgencia entre la necesidad de articular una propuesta concreta y la diversidad de sensibilidades que van desde posiciones anarquistas hasta la defensa de un mayor pluralismo político y de un nuevo voto útil por exclusión: no voto en blanco, ni nulo ni abstención pero sobre todo no voto al PP, PSOE o CIU y castigo radical a las listas con imputados (no importa de dónde provengan).

Llama la atención la incoherencia del PP al negar que existan motivos suficientes para la indignación pero parece en su rechazo a esta movilizaciones ha influido sobre todo su miedo a la incertidumbre que este movimiento ha provocado sobre una victoria que daban como segura (precisamente por la ausencia de pluralismo). Y llama también la atención el cinismo del PSOE que dice comprenderlos y no se da por aludido cuando ellos son los responsables directos de la situación que ha provocado esta masiva reacción de la ciudadanía.

Es probable (y deseable) que el 23 de mayo comience una nueva era para la democracia que suponga el fin de una larga etapa que comenzó con la transición en la que el modelo concreto de democracia estuvo muy determinado por el miedo, en el que los controles y la estabilidad primaron de forma desproporcionada sobre la pluralidad democrática. Luego el desarrollismo anestesió a la sociedad permitiendo la autonomía de una clase política bipartidista que se ha entregado a una orgía de demagogia, arrogancia e ineficacia; que pensaba que su oficio no era escuchar sino manipular y que las ideas solo servían como coartada para decir frases vacías que legitimaran la ocupación del poder, mientras que el modelo se hacía cada vez menos pluralista y más oligárquico.

Este sistema ha devenido inviable con la crisis. La sociedad está reaccionando. Es la hora de cambiar la política, de recordar que su fin es el bienestar de la sociedad y que el poder es el medio, el instrumento, y que ese bienestar pasa inexorablemente por el cambio, por trazar un camino de transformación democrática del sistema. Preparémonos para aportar lo que podamos a esta nueva transición, sin dogmatismos, sin narcisismos, sin arrogancia, escuchando y hablando, escribiendo y actuando, luchando para que lo evidente sea visible aunque enfrente tengamos a los negacionistas, a la minoría que con el poder del dinero y de los medios de comunicación han conseguido hasta ahora que la ficción parezca nuestra realidad. Estas movilizaciones nos devuelven la esperanza porque sobre todo dicen que lo importante es que la respuesta sea colectiva, que la clave para unirnos es la participación de todos en igualdad, sin privilegios, y que de esta forma existirán nuevos actores y nuevas propuestas. Devolvamos la ficción al arte y la realidad a la política.

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