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Qué sociedad loca, qué civilización estúpida

Antonio Manuel| Ahorcaron a un hombre que se había cortado la garganta, pero a quien habían salvado de morir. Lo ahorcaron por suicida. El médico advirtió que sería imposible ahorcarlo pues se le abriría la garganta y respiraría por la abertura. No lo escucharon y colgaron al hombre. De inmediato, la herida se abrió y el suicida volvió a vivir en la horca. Convocaron a los regidores y decidieron ajustar el nudo por debajo de la herida hasta que el hombre murió. Todo el público que asistió a la ejecución rompió en aplausos de júbilo. Oh, Mary mía, qué sociedad loca, qué civilización estúpida.

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Esta carta la escribió Nicholas Ogarev, un revolucionario ruso y alcohólico exiliado en Londres, a su amante Mary Sutherland, una prostituta arrabalera y atea a la que estaba educando. La noticia se publicó en 1860 como una anécdota mecánica en la ejecución. Sólo en la mirada de dos completos marginados se reflejó la barbarie que el resto de la sociedad londinense no veía.

Wysiati son las iniciales de «what yo see is all there is»: lo que vemos es todo lo que hay. Este mecanismo psicológico demuestra que el ser humano no está programado para buscar la verdad, sino para encontrar «su verdad» sin buscarla. Y no es porque no quiera saber más sobre la cuestión una vez confirmada la credibilidad potencial de su hipótesis. Sencillamente, no puede: su cerebro no le deja. Nuestro sistema intuitivo (que condiciona al racional y no a la inversa), no necesita toda la información para tomar una historia como cierta. Aún más: la desprecia vaya a ser que la estropee. Lo peor es que no tenemos ningún reparo para emitir juicios de valor a partir de nuestra verdad sesgada. Y así nos va.

Para aquella sociedad británica (quiero creer que hoy no es así), el suicida es un asesino de sí mismo que vulnera el derecho a la vida concedido por Dios, que merece la muerte por torpe y por hereje. Todo aquel que haya sido instruido en los postulados de la eficiencia y de la religiosidad anglicana, jamás podría ver la realidad de otra manera (Wysiati). El hijo ilustrado de un terrateniente ruso y una puta que no pasó por la escuela ni por la Iglesia, sí. Aunque estén borrachos. Porque en las claves de sus sistemas intuitivos ven animalidad donde los demás ven humanidad. Salvajismo donde el resto ve justicia. Sólo desinstalando el sistema operativo del cerebro social se podría desbloquear el acceso al razonamiento. Es decir, educando de otra manera.

La «cultura de partido» impone el mismo mecanismo de ceguera. Desprecia la verdad porque la verdad es suya. Siempre suya. Y quien se atreva a cuestionarla, miente. No será escuchado. Por más que grite. No existe. Podría estropearla. En esta semana, Rajoy y los suyos aprobaron el desmantelamiento definitivo del Estado Social. Ya nos han suicidado dos veces. Y como en aquella ejecución, se levantaron de sus asientos para aplaudir la muerte del animal mientras lo apuntillaban. Qué se jodan, dijeron. Sin compasión. Felices. Sólo los marginados vemos la verdad porque la sufrimos en nuestras carnes. Ay, qué sociedad loca, qué civilización estúpida.

Antonio Manuel es @ibn_nur

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