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Socialismo, democracia y política de izquierda (segunda parte: somos demócratas – 2 de 3-)

Rafa Rodríguez

 

B) Somos de izquierda porque somos demócratas

a) La democracia es un sistema de valores universales

  1. La democracia es un sistema de valores universales que ha existido en la conciencia social desde los inicios de la humanidad, basado en los principios de igualdad, libertad, justicia y solidaridad y que tiene una especial trascendencia para la gestión del poder político cuando existe como poder autónomo.

b) Estado y democracia

  1. El nuevo Estado capitalista (que necesariamente es un poder político autónomo), a diferencia de la estructura económica que se basa en la desigualdad, lleva en sí mismo el germen del principio político de igualdad porque debe garantizar la igualdad jurídica en el mercado y es insostenible mantener, al mismo tiempo, una situación de desigualdad política en el derecho al voto.

 

  1. La lucha por la transformación del Estado representativo liberal en Estado democrático unificó la acción política de la izquierda en los dos últimos siglos,con la excepción de los anarquistas (ya Proudhon exclamaba “la utopía de los demócratas, la eterna mistificación con que alucinan al proletariado”). Al mismo tiempo la lucha por la democratización del Estado ha sido inseparable de la lucha por las conquistas sociales, en una relación de sinergia.

 

  1. La palabra democracia fue utilizada hasta principios del siglo XX en un sentido peyorativo por la derecha, como sinónimo de un sistema caótico en donde los desposeídos terminarían por expropiar a los propietarios del capital, ya que temían que mediante el sufragio universal una mayoría podría abolir sus privilegios. A pesar de ello, la presión y movilización de la izquierda, los sindicatos, las feministas y las organizaciones que defendían los derechos de las minorías, fueron haciendo realidad el sufragio universal.

 

  1. Las consecuencias desastrosas de las experiencias en los Estados calificados de socialistas que han prescindido de la democracia, generando realidades sociales de terror, represión generalizada y, en última instancia, su fracaso político y antropológico, han borrado del imaginario social cualquier alternativa de cambio que no pase por la defensa de la democracia.

 

  1. La crisis de la globalización ha vuelto a poner en el imaginario colectivo la inviabilidad del capitalismo así como la incompatibilidad a largo plazo entre la desigualdad económica estructural y el principio de igualdad estructural del Estado democrático, incompatibilidad que está “suspendida” por múltiples mecanismos, entre otros, los siguientes:
    1. La extraordinaria capacidad de innovación y producción de mercancías.
    2. El encapsulamiento de la desigualdad en el interior de cada Estado y la jerarquización de éstos en el sistema político internacional, donde los que se sitúan en las partes altas extraen recursos de los que se sitúan las los niveles bajos.
    3. La capacidad de manipulación, ocultamiento, mistificación y fetichismo del liberalismo como ideología de las élites capitalistas sobre la opinión pública.
    4. La desigualdad del poder en la escala global, la escala donde domina el capital y donde está infradesarrollado el poder público, lo que provoca un dominio de hecho no democrático del mundo que condiciona la política de los Estados en una graduación que es paralela a su posición de jerarquía en el sistema político internacional. Esta situación contrasta con la dimensión global de los grandes problemas de afectan a la humanidad, provocados por la globalización (dominio del capital global) y sin embargo imposibilitados de gestión a esa escala (infradesarrollo global del poder público).

 

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