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El mundo rural andaluz fue fundamental para desmontar la estructura franquista La historia ha alimentado la idea de una sociedad andaluza civil apática o de reacciones irracionales y violentas. Ha concedido habitualmente al mundo rural andaluz una imagen de atraso, desmovilización política e ignorancia. Por eso, en la historia de la democracia española su papel ha quedado relegado a un segundo plano.

Una investigación de la UPO cuestiona el mito de la apatía política de Andalucía

Andalucía_SOC_Diego_Cañamero

 

 

 15/06/2010.

El mundo rural andaluz  fue fundamental para desmontar la estructura franquista.  La  historia ha alimentado la idea de una sociedad andaluza civil apática o de reacciones irracionales y violentas. Ha concedido habitualmente al mundo rural andaluz una imagen de atraso, desmovilización política e ignorancia. Por eso, en la historia de la democracia española su papel ha quedado relegado a un segundo plano.

“La imagen de España que se traslada al exterior es que la democracia se implantó en una cena entre líderes políticos. Cuando la historia es mucho más compleja. En el caso de la Transición española sabemos con seguridad que el mundo rural andaluz jugó un papel importante en la transición a la democracia; los movimientos asociativos fueron claves para desmontar el aparato y la estructura franquista”. Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el grupo de investigación de la Universidad Pablo de Olavide liderado por el prestigioso profesor estadounidense John Markoff a través de su trabajo Democracia y ciudadanía en la Andalucía contemporánea (1868-1982). Por una recuperación de la memoria democrática de Andalucía, calificado como proyecto de Excelencia por la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de Andalucía e incentivado con 286.000 euros.

Esta conclusión viene a corroborar estudios anteriores en los que, según el profesor Markoff, se demuestra que “en lugares alejados de los centros de poder se producen fenómenos democratizadores más creativos y señalados”.

“Entre 1977, año en el que se celebraron las primeras elecciones nacionales democráticas, y 1979, año en que fueron las primeras elecciones municipales, los ayuntamientos españoles seguían siendo franquistas. Fueron entidades como la Federación del Trabajador de la Tierra (la UGT del campo), CCOO del campo, el SOC… e incluso gente sin adscripción sindical clara las encargadas de enseñar a ejercer la democracia –explica el profesor Antonio Herrera -: buscarse en un censo, vigilar las irregularidades en las votaciones… Fue gracias a esos movimientos sociales que las elecciones de 1979 se consideraron un éxito democrático”.

Para recuperar esta parte olvidada de la historia estos expertos están recurriendo a nuevas fuentes documentales de ámbito local, un área de estudio poco trabajada en España hasta ahora. Con ellas están elaborando una base de datos con movimientos sociales, políticos, asociativos o comportamientos electorales durante el periodo estudiado. Una base de datos creada específicamente para ellos pero que “podrá ser transferible y servir para otros proyectos de investigación y otros lugares”.

¿Dónde empieza el proceso democratizador?

“Aún estamos trabajando pero creemos que, por ejemplo, antes de la Segunda República española también la sociedad civil jugó un papel clave y por supuesto la sociedad andaluza”, comenta Markoff. “Porque ¿cómo puede surgir un régimen democrático de la nada?”

Nosotros pensamos que a lo largo del periodo estudiado ha habido otras fórmulas de movilización que contribuyeron y defendieron directa o indirectamente valores democráticos”. Por ejemplo, los motines antiquintas que reclutaban para el ejército a aquellos que no podían pagar. “Hasta ahora se creía que este tipo de conflictos retrasaban la democracia. Nosotros argumentamos que estos motines son movilizaciones democratizadoras frente a los que piensan que eran fórmulas de protesta anticuadas”.

En esta búsqueda de la historia perdida de la democratización hay un aspecto en que el equipo de Markoff también está trabajando: asegura que en todos los continentes hay prácticas locales más o menos democratizadoras que podrían ser inspiradoras en el presente, como la toma de decisiones comunales o determinadas formas de resolver los conflictos. También en Andalucía. No en vano hoy se está volviendo en algunos casos a la gestión local de los recursos, por ejemplo, con la gestión de presupuestos participativa.

En todo este trabajo está resultando fundamental el estudio de los fondos de archivos del Ministerio de Trabajo, del Ministerio del Interior, del Archivo Histórico Nacional, o la Biblioteca Nacional, pero además de estos ya trabajados fondos, la novedad reside en un acercamiento pormenorizado de las actas electorales locales y de las Actas Capitulares del periodo estudiado, las estadísticas de huelgas y conflictividad agraria, los informes sobre el orden público de las distintas provincias de Andalucía, fondos de archivos municipales como los de Osuna (Sevilla), Montefrío (Granada) y Linares (Jaén), o los periódicos de la época como El Progreso, El Porvenir, El Liberal, El Correo de Andalucía, El Eco de Osuna o ABC. Una tarea exhaustiva con la que esperan seguir encontrando “sorpresas interesantes”.

 

 Publicado en http://www.andaluciainvestiga.com

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