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UNIÓN EUROPEA. ANÁLISIS DAFO. 3. LAS FORTALEZAS

Rafa Rodríguez

  1. Garantía de paz en el continente

La Unión Europea ha logrado la gran conquista de representar un espacio de cooperación en un continente asolado históricamente por las guerras entre sus Estados. Hemos logrado la creación de un espacio político común donde antes había fronteras y conflictos bélicos.

2.      Sólida construcción multilateral

La Unión Europa es una organización política de 350 millones de habitantes (la tercera del mundo en población) que constituye la construcción política multilateral más sólida y más importante del mundo. Es más, es un referente para todos los Estados que son conscientes de que ya los Estados no están en condiciones de garantizar la provisión de bienes públicos esenciales, desde el medio ambiente a la soberanía monetaria. La UE está a la vanguardia de la configuración de espacios democráticos más allá del Estado – nación.

Además, desde que hace ya casi 70 años que comenzó la historia de la construcción europea, la Unión ha demostrado una potente capacidad para superar períodos de crisis y salir en cada ocasión más reforzada.

En la configuración actual de la Unión Europea intervienen tres lógicas: la de los Estados, la intergubernamental y la transnacional. La toma de decisiones ha evolucionado desde una lógica intergubernamental a otra basada en un sistema de codecisión generalizado entre el Consejo y el Parlamento Europeo en que las decisiones de gran parte de sus políticas se adoptan por mayoría cualificada, respetando la plena soberanía de los países miembros en algunas pocas materias sensibles, configurando una estructura compleja de transición que intenta hacer compatibles lógicas representativas heterogéneas. La representación ciudadana en el proceso de toma de decisiones ha sido reforzada a través de diputados elegidos por los ciudadanos europeos cada cinco años para el Parlamento Europeo con voz y voto en la adopción de la gran mayoría de propuestas legislativas europeas. Además, existen instrumentos de democracia participativa como la Iniciativa Ciudadana Europea para propuestas legislativas a nivel europeo.

3.      El Euro como segunda moneda internacional

El euro, tras haber cumplido 20 años y pasar por una severa crisis, ha logrado mantenerse como segunda moneda de reserva mundial. Actualmente unos 350 millones de personas viven en los 19 países de la eurozona, además más de 240 millones de personas usan monedas fijadas al Euro. Los primeros años de funcionamiento supusieron una etapa de sólido crecimiento económico, que alcanzó su cenit en 2008, cuando la crisis financiera originada en Estados Unidos revitalizó la divisa europea como valor refugio frente al dólar. Este periodo se prolongó hasta finales de 2009, cuando el Euro se debilitó a causa de la crisis de deuda soberana de países como Irlanda, Grecia, Portugal, Chipre y España. Durante este tiempo, el tipo cambiario ha sufrido notables fluctuaciones respecto a la evolución del euro con el dólar estadounidense. La moneda europea comenzó en 1999 con un cambio de 1,16 dólares. Desde entonces ha oscilado entre su mínimo histórico, 0,82 dólares en octubre de 2000, y su punto más alto en julio de 2008, cuando se situó en los 1,60 dólares. La cotización actual es de 1,12 dólares por Euro.

El 70% de todas las transacciones en el comercio mundial utilizan los dólares estadounidenses, el 20% euros y el resto lo comparten las monedas asiáticas, en particular, el yuan chino.

También, a fecha de hoy, los países que tienen el dólar como principal reserva suponen entre el 70 y el 75% de la renta mundial, mientras que en el caso del euro sería entre un 15 y 20%.

Las reservas internacionales consisten en depósitos de moneda extranjera controlados por los bancos centrales y otras autoridades monetarias. La reserva internacional funciona, como indicador económico, mostrando los recursos de que dispone un país para hacer compras en el extranjero, transacciones en las cuales sólo son aceptables divisas fuertes como medio de pago.

Probablemente estamos asistiendo a un cambio en el sistema monetario internacional relacionado no sólo con el creciente peso en comercio y producción de las economías emergentes, sino también por el cambio de posición estratégica de Estados Unidos, más replegado hacia sus fronteras por su política proteccionista. Es difícil saber si el yuan podrá competir con el dólar o si el Euro aumentará su papel. El debate sobre la política de defensa europea está directamente relacionado con esta perspectiva porque hoy en última instancia es el poder económico y militar el que sustenta a la moneda, por su naturaleza plenamente fiduciaria.

4.      Cultura democrática

La Unión Europea es la única organización supranacional que exige que sus miembros tengan una estructura política democrática. Ha sido un factor clave en la evolución democrática de Estados como Portugal y España. La adhesión de España se produjo casi al inicio de nuestra democracia. La Carta de Derechos Fundamentales de la UE, legalmente vinculante desde 2009, garantiza a los ciudadanos europeos el ejercicio de sus derechos y libertades fundamentales.

Recientemente Alemania y Bélgica han lanzado un plan para un Pacto de Calidad Democrática que aspirara a dar un impulso político a la creación de un mecanismo de vigilancia que frene el deterioro de las libertades y del Estado de derecho detectado en algunos países miembros (peer review), tras la deriva autoritaria de países como Hungría o Polonia. La negativa de un país a enmendar las deficiencias o a seguir las recomendaciones que emanen del diálogo político podría llevar a la apertura de procedimientos disciplinarios, a denuncias ante el Tribunal de Justicia europeo o, en casos extremos, a la aplicación del artículo 7 del Tratado de la UE, que permite privar a un socio de su derecho de voto en el Consejo Europeo. También hay que destacar las iniciativas de lucha contra la desinformación o el terrorismo online.

Europa es un espacio para la reconfiguración de la democracia ya que pone de manifiesto que el vínculo entre democracia y Estado nación no es esencial sino coyuntural. Es más, tal como ha puesto de manifiesto Innerarity, puede ayudar a configurar una teoría para la democracia del siglo XXI que la despoje de todo lo que se ha ido vinculando a ella como si fuera parte esencial de la misma, aunque no forme parte de su naturaleza como la soberanía, la homogeneidad o la estatalidad.

5.      Valores sociales

Francisco Ramos Antón (El Pilar Europeo de Derechos Sociales) ha calificado al modelo social europeo (MSE) como un proyecto político de éxito articulado en torno a los valores de la Unión, “libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos” (Art. 2 TUE), formalmente en equilibrio con el objetivo de la eficiencia económica “una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo y al progreso social” (Art. 3.3 TUE).

Sin embargo, la institución básica del MSE, el Estado del Bienestar (EB), se ha desarrollado en el ámbito institucional de los Estados miembros (EM), según modelos diferenciados fruto de su propia historia, tradiciones y compromisos políticos, por lo que los Estados siempre se han manifestado reticentes a atribuir a la Unión Europea (UE) competencias en materia de política social, por lo demás con un significado propio en sus diferentes modelos de bienestar, y una alta sensibilidad electoral (El gasto social en la UE representa el 30 % de su PIB y el 50% del gasto social mundial, cuando cuenta con menos del 7% de la población, con el 25% de la producción, y en torno a un 20% del comercio global.)

Desde su origen, lo social ha tenido un papel subsidiario de lo económico en el proceso de integración europeo, además muy limitado a lo social-laboral facilitador de la unidad de mercado. Hoy la UE sigue subordinando lo social a lo económico y ni siquiera logra una garantía que integre ambas dimensiones y que lo haga con cierto equilibrio.

La UE se ha limitado muchas veces limitado a contribuir al debate sobre las mejores prácticas para compatibilizar crecimiento económico y derechos sociales, y a la “evaluación de la adecuación y viabilidad de los sistemas de protección social y pensiones”.

La crisis económica ha quebrado el proceso de convergencia de los EEBB de la UE, que han sido considerados frecuentemente como la única o principal variable de ajuste, de modo que “la brecha social entre los países del norte y del sur no solo no se ha cerrado como se esperaba tras el diseño de la Estrategia 2020, si no que se ha incrementado”

En el escenario económico, político e ideológico de los modelos sociales de la globalización alternativos al MSE éste tiende a debilitarse en el ámbito restringido de los Estados y tiene una oportunidad de fortalecimiento en la dimensión continental europea, probablemente en torno a la idea del crecimiento inclusivo, conforme a la Estrategia Europa 2020.

En este contexto el Pilar Europeo de Derechos Sociales (PEDS), proclamado con tanta solemnidad institucional como cuestionado valor jurídico, es -en una visión optimista- un punto de partida para recuperar el proceso de integración en una Europa más social y ciudadana.

 

6.      Política medioambiental

A pesar de no tener una estrategia transversal para la transición ecológica, la UE es el primer gran actor mundial que cuenta ya con una legislación acorde con el Acuerdo de París. Ese marco incluye límites de emisiones en los llamados sectores difusos (como la agricultura o la vivienda), recortes concretos de CO2 para los coches, furgonetas, camiones, cuotas de implantación de renovables y de eficiencia energética, vetos a las ayudas a las centrales de carbón, una reforma del sistema europeo de comercio de derechos de emisiones, etc. En definitiva, todo lo acordado abre la puerta a una transformación de la economía europea para eliminar los gases de efecto invernadero cuyo exceso en la atmósfera está calentando el planeta, según la mayoría de los científicos. Estas normas europeas luego arrastran a tomar medidas concretas, que deben transponer las diferentes directivas y medidas. Estos son los objetivos acordados para todos los sectores durante estos cuatro años:

  1. En 2030, al menos el 32% de toda la energía final consumida en la UE deberá ser de origen renovable (que no emite gases de efecto invernadero), frente al 17,4% de 2017, el último dato oficial disponible. Y se debe llegar a un 32,5% en eficiencia energética a través de la reducción de la energía utilizada.
  2. Los coches europeos deberán emitir en 2030 un 37,5% menos de CO2 que en 2021, y las furgonetas un 31%. Los camiones y autobuses, hasta ahora libres de límites, dejan de estar exentos, y tendrán que rebajar en un 30% el dióxido de carbono que expulsan a la atmósfera en 2030 respecto a 2019.
  3. Sectores difusos La economía de la UE deberá reducir al menos un 30% en 2030 las emisiones de sus sectores difusos —transporte, residencial, agricultura, residuos y gases fluorados— en 2030 respecto a los niveles de 2005. En el caso de España, esa reducción deberá ser del 26%. Los llamados sectores difusos suponen alrededor de la mitad de todos los gases de efecto invernadero que expulsa la economía de la UE.
  4. Comercio de emisiones. La otra mitad de esos gases los expulsan unas 11.000 instalaciones –entre centrales eléctricas y fábricas– que están obligadas a participar en el mercado de derechos de emisiones. Durante años, ese mercado ha sido ineficiente, porque lo que esas instalaciones debían pagar por cada tonelada de CO2 emitida era muy poco. El mercado se ha reformado, el precio de la tonelada se ha incrementado y ya penaliza las formas más contaminantes de producir electricidad, como el carbón.
  5. Ayudas al carbón. Otro de los acuerdos alcanzados afecta a las centrales eléctricas que queman carbón y que reciben los llamados pagos por capacidad (ayudas). Las plantas que emitan más de 550 gramos de CO2 por kilovatio hora no podrán seguir recibiéndolas a partir de 2025.

7.      Una potencia económica

La Unión Europea junto con EE.UU. y China son las tres principales economías del mundo,  que suman más del 60% del PIB mundial. Por lo que respecta al valor total de todos los bienes y servicios producidos (15,3 billones de euros) la economía de la UE es mayor que la economía estadounidense. Sin embargo, hay grandes diferencias entre el PIB por habitante ya que en EE.UU. está en torno a los 60.000 $, en la UE sobre los 38.600 $ y en China 8.900 $.

También la UE, junto con Estados Unidos y China, es uno de los tres mayores actores mundiales del comercio internacional. Aunque la UE alberga solamente el 6,9% de la población mundial, su comercio con el resto del mundo representa aproximadamente un 15,6% de las importaciones y exportaciones mundiales, lo que implica que los países de la UE tienen el segundo porcentaje más elevado de las exportaciones e importaciones mundiales de mercancías, superado por China (un al 17%) aunque por delante de las de Estados Unidos (11,8%).

Las finanzas públicas se han enderezado, de modo que el déficit presupuestario de los Veintiocho se ha reducido, desde la crisis, a la décima parte: del 6,6% del PIB en 2009 al 0,6% en 2018, aunque continúa siendo la zona más endeudada del mundo.

Todo ello en el contexto de a una revolución tecnológica sin precedentes, a la que la Unión Europea en su conjunto trata de adaptarse con acciones comunes en el ámbito de la sociedad de la información y el mercado único digital.

 

8.      Los fondos estructurales

Más de la mitad de los fondos de la UE se canaliza a través de los cinco Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (Fondos EIE), gestionados conjuntamente por la Comisión Europea y los países de la UE. Los Fondos de la Política de Cohesión 2014-2020 están dotados con 351.854,2 millones de euros (a precios corrientes).

Los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos son:

  • Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER): fomenta el desarrollo equilibrado en las distintas regiones de la UE.
  • Fondo Social Europeo (FSE): apoya proyectos relacionados con el empleo en toda Europa e invierte en el capital humano europeo (trabajadores, jóvenes y demandantes de empleo).
  • Fondo de Cohesión (FC): financia proyectos de transporte y medio ambiente en países cuya renta nacional bruta (RNB) per cápita sea menor que el 90% de la media de la UE. En 2014-2020, estos países son Bulgaria, Chequia, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal y Rumanía.
  • Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader): se centra en la resolución de problemas específicos de las zonas rurales de la UE.
  • Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP): ayuda a los pescadores a practicar una pesca sostenible y a las comunidades costeras a diversificar sus economías, mejorando la calidad de vida en las zonas litorales europeas.

Los Fondos EIE se concentran principalmente en cinco sectores: investigación e innovación, tecnologías digitales, economía hipocarbónica, gestión sostenible de los recursos naturales y pequeñas empresas.

A España se le han asignado 37 400 millones de euros de los Fondos EIE para el período 2014-2020. Con una contribución nacional de 15 880 millones de euros, España cuenta con un presupuesto total de 53 280 millones de euros para invertir en áreas estrechamente vinculadas con los objetivos de Europa 2020 y los retos identificados en el ámbito nacional, que van desde ayudar a los ciudadanos (especialmente a los jóvenes) a entrar en el mercado laboral y mejorar la integración social y las cualificaciones, hasta facilitar el acceso de las pymes a la financiación, así como ofrecer un entorno empresarial favorable a la innovación y mejorar el uso de los recursos naturales.

9.      La PAC

La PAC absorbe aproximadamente el 40% del presupuesto de la UE, debido a que la política agraria común es uno de los pocos sectores cuya política está financiada principalmente por la UE. La PAC a través del instrumento del Fondo Europeo Agrícola de financia los gastos de las medidas destinadas a la regulación o apoyo de los mercados agrarios, pagos directos a los agricultores en el marco de la PAC y las medidas de información y promoción de los productos agrícolas en el mercado interior de la Unión y en los terceros países. En su conjunto la financiación de la PAC oscila entre 46.000 y 57.000 millones de euros al año.

La importancia de la PAC para España se valora al conocer que, en 2017, un total de 775.000 perceptores recibieron 6.678 millones de euros por esta vía. En el período 2021-2027 está prevista una transferencia de unos 44.000 millones de euros. Entre los objetivos de la PAC a partir del 2020, uno particularmente importante es la política de género. Con el apoyo del Parlamento Europeo, se pretende lograr que se incluya el papel de la mujer en las zonas rurales, su capacidad de presencia y emprendimiento. Para España, que sufre una despoblación progresiva en muchas zonas, también es fundamental que la PAC contribuya a mantener la actividad en el campo mediante el relevo generacional.

 

10.  Compartimos elementos esenciales

Las personas con ciudadanía europea comparten ya bienes públicos esenciales como la moneda única y la libre circulación de personas, pero también otros importantes como los instrumentos de cooperación judicial en materia civil y penal, los intercambios a través del programa Erasmus o el fin del roaming en las llamadas telefónicas.

11.  Comienza una reacción positiva en la UE

El Brexit y los ataques de Trump están provocando una reacción, incluso de Alemania, de afirmación de la autonomía de la UE frente a EE.UU. A pesar del auge de la extrema derecha en Estados como Italia, Hungría o Polonia, las derrotas electorales del neofascismo en Suecia, Holanda, Francia y RU han supuesto un severo revés para el proyecto del neoliberalismo autoritario de socavar el proyecto europeo.

Además, cuando parecía que la política a nivel europeo empezaba a resignarse con el surgimiento de partidos de extrema derecha e incluso se inclinaba a actitudes reaccionarias buscando restarles electorado, dos movimientos sociales ha retomado la iniciativa para una nueva Europa: el movimiento feminista y el movimiento de jóvenes contra el cambio climático.

Las reivindicaciones de los derechos de la mujer en torno a las movilizaciones del 8 de marzo, con huelgas, concentraciones o gestos simbólicos, se han convertido en movilizaciones masivas. La lucha feminista global avanza a distintas velocidades y con diferentes modalidades. España está claramente a la vanguardia. Este año se ha oído en toda Europa. Clavel en mano, unas 10.000 portuguesas pidieron igualdad juntas. En Bélgica, primera huelga feminista en la historia del país. El movimiento global también llegó a Roma con ambiente festivo. En la capital alemana reclamaron igualdad. Por primera vez, el 8 de marzo fue un día festivo. Desfilaron también por sus derechos ante el Parlamento griego. En Croacia reclamaron que no se limite el derecho al aborto y en París las feministas tomaron las plazas.

El otro gran movimiento es la lucha ecologista. Son los jóvenes quienes han dicho basta, quienes se niegan a vivir sin futuro y piden responsabilidades a quien corresponda. Se han convertido en la punta de lanza de este reverdecer de la política y el activismo, con protestas masivas, bien organizadas y cuajadas de argumentos.

Bélgica es el país donde más intensa y sostenida está siendo su protesta. Las manifestaciones comenzaron con el año nuevo. Cada jueves, los estudiantes del país se ponen en huelga y se echan a la calle en las principales ciudades, con Bruselas como epicentro del movimiento, para reclamar a sus dirigentes que se muevan.

Las marchas, que han atraído hasta a 70.000 personas, han sido fruto inicialmente de de la influencia que sobre los jóvenes ha tenido el discurso de Greta Thunberg, la estudiente sueca que el año pasado encabezó las manifestaciones en su país y que se ha convertido en un icono mundial de la lucha. Otros muchos jóvenes la han secundado formando “Youth for Climate” la plataforma que ahora organiza el movimiento.

Desde la recuperación la crisis, el apoyo de los ciudadanos a la UE ha vuelto a aumentar en los últimos años. La ciudadanía europea es capaz de criticar aspectos de la integración europea como el déficit democrático y a la vez reconocer los beneficios individuales y colectivos del proyecto en su conjunto.

La última encuesta de opinión encargada por el Parlamento Europeo (abril 2019) indica que la gran mayoría de europeos considera que su país se ha beneficiado de su pertenencia a la UE, con niveles similares a los que se produjeron tras la caída del muro de Berlín o la firma del Tratado de Maastricht. En el caso de España, el 75% de los ciudadanos opina que se han beneficiado de pertenecer a la Unión. El último sondeo del Eurobarómetro (marzo 2019) muestra que los españoles apoyan las políticas comunes europeas por encima de la media del resto de países de la UE. La economía, la migración y el Mercado Único Digital son algunas de las prioridades para las que España confía en las instituciones europeas. España es uno de los países más europeístas según muestra este último Eurobarómetro. Los ciudadanos españoles confían más en las instituciones supranacionales como la Unión Europea o Naciones Unidas que en los organismos nacionales. El 83% de los españoles se sienten ciudadanos europeos, superando así al 71% de los ciudadanos del resto de la Unión.

 

 

(*) Obra de Manolo Valdés (serie artistas plásticos europeos contemporáneos)

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