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“Rojo, que te quiero verde»

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Elena Gongar.18/01/2011.Asociación de Economía Ecológica.¿A qué me refiero cuando digo que “el rojo que no es verde no es rojo”? Para explicarme empezaré como me gusta hacerlo, con una cita muy acertada:

“Ningún proyecto, por muy maquiavélico que fuera, de defensa del capitalismo como sistema habría podido igualar los beneficios que para el mismo trajo el proyecto “socialista”  desarrollado y liquidado en la Unión Soviética. Tras haber presentado al “socialismo soviético” como proyecto de sociedad alternativa, el nuevo proyecto se empeñó en perseguir, con graves daños sociales y ambientales, las mismas metas desarrollistas que el capitalismo había propuesto. Como es sabido, el modelo soviético se reveló menos eficaz que el capitalismo en el logro de esos fines y acabó colapsando” Naredo (2006:35).

Lo que venía a decir Naredo es que el proyecto soviético dio muestras de no haber alternativas al capitalismo: el fin de la historia de Fukuyama y el advenimiento del pensamiento único. Sin embargo, lo que realmente demostró la caída del comunismo es que no cabe construir sociedades alternativas al capitalismo que no cuestionan las metas del capitalismo. Secundar la arenga del crecimiento económico como única vía hacia el progreso es no ofrecer una alternativa. Perseverar en esas metas supone mantener nuestros actuales patrones de vida al servicio de la misma maquinaria capitalista y no cuestionarnos tampoco cuál es nuestro concepto de desarrollo.

Max-Neef (1994) mantiene como postulado básico que el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos y cuestiona la capacidad de los indicadores cuantitativos como el PIB para evaluar las bondades de un proceso de desarrollo. El mejor proceso de desarrollo es aquel que permite la mejor calidad de vida; pero se pregunta qué es lo que determina la calidad de vida de las personas o mejor, quién la determina. Esta calidad de vida puede depender directamente de la capacidad para satisfacer necesidades, pero cuáles son esas necesidades y quién decide qué son. Max-Neff entiende que necesidades y satisfactores tienden a confundirse y que son estos últimos los culturalmente determinados. De manera que nuestros satisfactores son modificables  por otros que se encuentren en armonía con el medio en el cual hemos de desarrollar nuestra existencia. Necesitamos construir satisfactores adecuados, introducir el sentido del límite. Y en definitiva, reflexionar sobre las cosas que de verdad necesitamos o que realmente nos hacen felices. Un simple ejemplo: el automóvil es un satisfactor, no una necesidad;  el acceso a un determinado lugar es la necesidad.

Hemos de ser conscientes de igual modo que nuestros actuales patrones de consumo los mantenemos con carga a otros países. Si de verdad defendemos valores como la equidad y la justicia social no es coherente que sigamos haciendo uso de lo que Altvater (1994) llama “Bien posicional” (bien que permite mantener nuestros patrones de vida, en franca expansión, con cargo al resto del mundo). La industrialización es un lujo (Bien posicional) exclusivo de una parte de la población mundial. ”Las sociedades industrializadas disfrutarán de las comodidades del bienestar industrial sólo en la medida en que el mundo todavía sin industrializar  siga estando desindustrializado” (Altvater 1994:22).

El crecimiento económico implica mayores impactos sobre el medio ambiente y el desplazamiento geográfico de fuentes de recursos y de sumideros de residuos.  Las fronteras avanzan creando impactos que no se resuelven “por políticas económicas o cambios en la tecnología, y por tanto caen desproporcionalmente sobre algunos grupos sociales ”(Martínez Alier2004:26).

Las dificultades  económicas y los problemas medioambientales tienen una raíz común y requieren soluciones comunes. Tienen su origen en el mismo modelo de producción y consumo cuya insustentabilidad ambiental se ha hecho patente justo en el momento histórico en que llegaba a una situación de agotamiento económico. En nuestras latitudes la desaceleración de la productividad ha hecho dinamitar el pacto social  (Tello E. 1999).

Es por eso que  “Rojo, que te quiero verde”

Altvater E. (1994) El precio del bienestar : expolio del medio ambiente y nuevo (des)orden [sic] mundial. Alfons el Magnànim. Valencia

Martínez Alier J. (2005) El ecologismo de los pobres : conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Icaria. Barcelona

Max-neef. M. (1994) Desarrollo a escala humana. Conceptos aplicaciones y algunas reflexiones. Icaria. Barcelona.

Naredo J.M. (2006) Raíces económicas del deterioro ecológico. Siglo XXI. Madrid

Tello E. (1999) “El socialismo de cada día”  en Monereo, M. y Chaves, P. (coord.)   Para que el socialismo tenga futuro. El viejo topo.

Publicado en :http://ecoecoes.wordpress.com

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