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De la economía política a la política económica

I. Diálogos entre dos teorías económicas: el sincretismo del capitalismo

La política económica del gobierno ha vacilado entre un keynesianismo de clase y un neoliberalismo ortodoxo. La primera respuesta –tardía- del gobierno español a la crisis parecía ir encaminada en una dirección supuestamente keynesiana frente a los gritos del orden neoliberal más ortodoxo. Sin un eje definido, el gobierno fue dando palos de ciego con medidas regresivamente keynesianas (expansivas). Políticas económicas que pretendían distanciarse de los mismos neoliberales que nos habían llevado a esta otra nueva crisis del capitalismo. La bandera keynesiana residía en el dichoso Plan para el estimulo de la economía y el empleo (Plan E) que se articulaba en torno a cuatro ejes: 1) familia; 14.000 millones de euros de estimulo fiscal, 2) empresas; liberando recursos por 17.000 millones de euros y ampliando los instrumentos disponibles de carácter financiero para facilitar el acceso al crédito de las empresas, destinando 29.000 millones de euros, 3) fomento de empleo; con el Fondo para Entidades Locales y el Fondo Especial para la Dinamización de la Economía y el Empleo, con una inversión superior a los 33.000 millones de euros en 2009 para generar 300.000 empleos (que no sabemos qué habrán sido de ellos), y 4) medidas financieras y presupuestarias; se amplia la cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos a 100.000 euros por titular y entidad para reforzar la confianza en el sistema financiero. Otros ejemplos de esa pantomima keynesiana fueron el regalo (deducción) de 400 euros para todos los declarantes del IRPF con independencia de cuál fuera su salario, el cheque bebe de 2.500 euros y el estiramiento del periodo de prestación por desempleo bajo algunas condiciones. En lo financiero, derivado del Plan E, se aprobó el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) (aprobado recientemente por la Comisión Europea) que permite dar apoyo sin superar el 2% de los activos ponderados por riesgo de las entidades beneficiarias de la ayuda (aunque este porcentaje podrá ser excedido en tanto y cuanto se justifique por las entidades beneficiarias cuando generen costes adicionales). Todo este tipo de medidas fueron aún mucho menos neoliberales cuando eran puestas en práctica a través de grandilocuentes declaraciones: no a cualquier reforma laboral que afectara a los trabajadores, no a la reducción de la inversión pública, no a ayudar a la banca que tenga activos tóxicos, no a la especulación inmobiliaria. En definitiva, no a nada que tuviera hedor neoliberal. No obstante, la economía política marcó la agenda de la política económica, y donde dije digo digo Diego.

II. Lecciones de Economía Política

El giro –o quizás no hiciera falta girar- no tardó mucho en llegar. Del supuesto keynesianismo (déficits en momentos de recesión) al neoliberal dogma del equilibrio presupuestario (anual), solo un paso. Objetivo: pasar de los dos dígitos del año 2009 al exigido 3% (según Pacto de Estabilidad que se aplica cuando se quiere y a quien se puede) en 2013. Para ello, solo fue preciso conocer las lecciones de la economía política. Fueron necesarios algunas presiones, no de los electores, sino de otros agentes.

En primer lugar, la intimidación desde los mismos organismos internacionales (FMI en cabeza, seguido por la OCDE, la Comisión Europea) que no acertaron ni una con la venida de la crisis, ni siquiera con la salida.

En segundo lugar, la amenaza de las agencias que evalúan cuán sabrosa sabe una deuda. A veces, son los CDS (Credit Default Swap) quienes permiten cuantificar el riesgo que un país no pague su deuda; ahora le dieron un valor máximo histórico de 170,9 puntos, que cualquiera sabe quién, cómo y para qué se calcula. Otras veces, es la agencia Standard & Poor’s, la misma que no acertó en calificar la deuda de los bancos norteamericanos que a la postre fueron detonante de esta nueva onda de una crisis sistémica, estableció que la deuda española ya no tiene tres A, sino AA+, y pasa de su perspectiva estable a negativa1. Lo cual quiere decir que ya la comida (la deuda) no es tan sabrosa como a los ricos les gusta. El paladar de quien tiene dinero siempre es muy exquisito. O lo que es lo mismo, que así consiguen que los ricos puedan comprar deudas pero mejor remuneradas (de 2,1 a 2,6%). Y además, dos por uno, así se chantajea fácilmente al Estado para que reduzca el déficit caiga quien caiga (aunque no pueden caer ni los de las Sociedades de inversión de capital variable (Sicav) ni otros tantos empresarios en sus pagos de impuestos ni tampoco aquellos trabajadores que han pasado de pagar 56% del IRPF al 45%). Por cierto, aunque se estima que crezca, la deuda pública española no llegará a los valores de la mayoría de los países europeos. Según estimaciones del propio gobierno, el nivel de deuda pública se situaría en el 65,9% del PIB para este año 2010 frente al 84% de la media europea (las cifras están muy lejos de la tasa del 2008 cuando era de 39,7% del PIB, muy por debajo de la media que tenía la UE, 61,5%).

El tercer lugar es para el papel independiente de los medios de comunicación, en especial, para el Financial Times que provocó hasta la visita de la vicepresidenta económica. ¡Para que los economistas ortodoxos sigan calculando utilidades marginales para identificar los precios y cantidades! La libertad de prensa (de mercado) también aportó su granito de arena para la toma de decisión en materia económica.

En cuarto lugar, las presiones no solo vinieron desde los monarcas internacionales del capitalismo, sino también desde nuestros terratenientes locales. La patronal con un presidente modélico y el Banco de España con un jefe autónomo –no respecto al mercado- han sido los portavoces de este neoliberalismo inmortal, que a falta de una taza, mejor dos. Tampoco podemos olvidar el papel del grupo hegemónico de científicos-académicos que con rigor de ingenieros físicos tratan a la ciencia social; éstos que tampoco nunca nada dijeron acerca de la crisis estructural del capitalismo ahora nos sorprenden con recetas obsoletas de fines de los setenta y principios de los ochenta con más flexibilidad y más mercado. Esto es en el mejor de los casos, porque la mayoría de esta academia en materia económica sigue sumida en su mundo irreal para aplicar modelos racionales (eso sí que es economía).

En quinto lugar, está la bolsa, otro poder estructural. La bolsa es el espacio elegido para esa obsesión por la revalorización financiera a corto plazo. Hubo caída de la misma (5,94%, 4 de Febrero del 2010). La bolsa, en la misma sintonía con otros recurrentes conceptos como la crisis, el paro o el crecimiento, sigue despersonalizándose como si se tratara de algo divino y sin dueño. Recuérdese que 20 familias y empresarios controlan el 37% del IBEX-35 (las 30 más 5 principales empresas que cotizan en bolsa). A lo que iba; se trata la bajada de la bolsa como si ésta estuviera realmente preocupada por el devenir de alguna necesidad básica de la población en España -o donde sea que fuere. El juego es fácil: ahora baja, unos comprarán, se esperarán, y cuando suba, éstos mismos venderán. Esto ya sucedió cuando Lehman Brothers se quebró, la bolsa cayó en un 35% para luego subir en un 25%. Otro ejemplo son las 40.000 operaciones de fondos especulativos de alto riesgo en contra de la divisa europea, solo superado –en operaciones- el día que entró en vigor la moneda europea. Esto consiguió una bajada de la cotización hasta el 1,367 (dólares por euro). Alguien saldría ganando. Tan sencillo como ficticio. Así son las leyes del mercado.

III. Efectos en política económica

Y este gobierno, tan dialogante, pero no con todos, sí con unos pocos, no dejó pasar más tiempo para darle sustancia y contenido a su inteligible ley de economía Sostenible. Algunos puntos claves son los que siguen.

Primero, la reforma tributaria. Más impuestos indirectos. En España, esto implica más sacrificio (esfuerzo fiscal) a los que menos tienen. Si se llevara a cabo la reforma proclamada del IVA (aumento de los tipos reducidos y del tipo general), se pasaría de una estructura ya regresiva a una aún más regresiva. Con la reforma de los Impuestos Especiales también se incorpora más regresividad a cambio de una supuesta bandera ecológica que no ha sido refrendada en las verdaderas políticas para ello (ni compromiso serio de reducción de emisiones ni eliminación de energía nuclear). Las Sivav ni tocarlas. Se suprimía los 400 euros de regalo. Se rebaja el Impuesto de Sociedades en 5 puntos (del 25% al 20%) durante tres años para las pymes que mantengan o creen empleo. Y por supuesto, el cambio del gravamen en la imposición directa para los contribuyentes con mayores niveles de renta y patrimonio quedó donde habita el olvido. De retomar el abolido impuesto al patrimonio, ni hablar.

Segundo, las pensiones. Cuanta ironía, casualmente (no causalmente, lean bien), salen las cifras de ese otro órgano independiente, el Instituto Nacional de Estadística, acerca de la esperanza de vida en España. Un aumento de ésta, y por lo tanto, si y solo si, hay que aumentar la edad laboral de 65 a 67 años. De nuevo, la racionalidad físiocrática al servicio de los problemas sociales. Pero con errores de bulto, tanto en la suma como en la resta. ¿Quién no has dicho que el “si y solo si” deba aplicarse en exclusividad a la jornada laboral para cubrir este aumento de la esperanza de vida? Ó, ¿ es que las cotizaciones a la seguridad social por parte de las grandes empresas no pueden aumentar? ¿No existen otros mecanismos de financiación basados en la lucha contra el fraude fiscal ó subiendo los impuestos en vez de bajarlos para los de siempre ó simplemente aplicando alguna medida progresiva a las pensiones privadas de los banqueros? Segundo error, la política pública –de todos para todos- ha dedicado demasiado esfuerzo al sostenimiento de las pensiones privada. Las deducciones por sistema de pensión privada en el IRPF supone un elevado coste fiscal, que podría usarse para la deseada sostenibilidad de las pensiones públicas. Dato; en el año 2002 revela que dichos subsidios, que representan alrededor del 0,15% del PIB, son altamente regresivos2. Otro gasto tributario soportando por la Seguridad Social, sin corresponderle, han sido las bonificaciones a los empresarios que contratación.

Tercer error, ha sido comenzar a contar a partir de los 65 años cuando antes de esto concurre el fenómeno de las prejubilaciones de las grandes empresas. Estos mecanismos permiten destruir un puesto de trabajo, o en su defecto, se sustituye por un joven pagado según una doble tabla salarial. Cuarto error, el cálculo de la esperanza de vida no significa que toda la población vaya a disfrutar 4 años más de vida, y que por tanto, ese sea el gasto adicional que justifica quitar dos años menos de ocio después de todo una vida de trabajo. Es decir, la esperanza de vida creció, y como es un cálculo promedio, este aumento también es debido a otros factores que no depende que los que tienen más de 65 años vivan más3. Hay que notar la reducción de la mortandad infantil ó el alargamiento de la vida de personas de clases sociales que no tenían una esperanza de vida tan elevada. Cuarto error, la relación entre el aumento del PIB y el incremento de las pensiones y de la esperanza de vida en los últimos 20 años (véase el mismo artículo). Si el PIB crece mucho más que la esperanza de vida, ¿no hay más para repartir? Si; solo falta voluntad política para querer buscar mecanismos que conviertan al PIB en pago de pensiones.

Tercero, la reducción de gasto público en 50.000 millones de euros. No hay mucho que decir. Bueno si, la inversión ahora será en parte realizada por la iniciativa privada, y financiada por la banca privada, ¿a cambio de qué? ¿ó es que esto es gratis? Después de la directiva europea Bolkestein, ahora más liberalización. Seguimos profundizando el adelgazamiento del Estado que acabará condenado a ser responsable exclusivamente del salvamento en el caso que la partida jugada (amañada) en ese gran casino llamado mercado no es ganada por quien tiene que ganar.

Cuarto, la reforma laboral. Esto ya ha sido la gota que colmó el vaso. Ante la pasada propuesta de la patronal, del Banco de España y del grupo de las 100 firmas universitarias (firman 10 catedráticos y 90 súbditos, quizás eran menos catedráticos), el gobierno se opuso. Ahora ya todo cambió, y el uno ya no sabe como diferenciarse del otro (me refiero a PSOE y PP). La propuesta de reforma laboral gira en torno a: 1) convenios colectivos más específicos, o sea, a convenio por trabajador para que así las especificidades se vayan imponiendo, y pasemos de la reinante balcanización del mundo laboral a la plena atomización, 2) mayor protagonismo a las empresas de trabajo temporal siguiendo el sendero de la precariedad trazado en la reforma laboral de 1994, 3) reducción de jornada con la excusa de no despedir a nadie, o lo que es lo mismo, despedir a pedazos sin indemnización, 4) vuelta a los contratos de fomento (ya aprobados en época de Aznar en el 1997) permitiendo que sean más colectivos a los que se puedan despedir (improcede) por una indemnización de 33 días, 5) reforzar la causalidad del despido haciéndolos más procedentes, y 6) contratos para jóvenes para favorecer su integración, o dicho menos elegantemente, la becarización legal que permita mayor discriminación salarial. Esta reforma laboral adolece de otro falso argumento: a menor salario, más empleo. Correlación que no se cumple en la mayoría de países europeos con menores tasas de desempleo que gozan de niveles salariales mucho más elevados. Pero eso a los económetras neoclásicos no les interesa.

Otro atentado a la política social ha sido la instrumentación económica de los inmigrantes. Qué ahora hace falta fuerza de trabajo, barata y sin rechistar, para saciar las ansias de crecimiento económico a base de especuladores del ladrillo (a veces, del campo, a veces de la banca, a veces de un turismo concentrador de ingresos), que vengan. Qué la cosa va mal porque esos mismos especuladores ya no tienen a trabajadores con quien especular, que se vayan. Pero que se vayan rápido. Ventajas de todo tipo (porque somos tan bondadosos): cobre usted el paro en su país de origen a costa de renunciar a un derecho -ya adquirido- de residencia por los próximos 5 años.

IV. Concluyendo, la democracia de los mercados

Si a alguien le cabe duda, Botín, democráticamente elegido por los mercados, también se pronunció a favor de estas nuevas medidas del Gobierno. Cosa lógica si recordamos que en el año 2009, su banco Santander ha sido el único banco que ha conseguido ganar más que en el año 2008. Obtuvo beneficios de 8.943 millones de euros. Qué no quiero decir que el resto de bancos hayan tenido pérdidas; BBVA disfrutó de la mitad de ese importe, que no está mal en tiempos de crisis. Isidre Fainé, presidente de La Caixa, también dio el visto bueno a la nueva política económica, y no es de extrañar cuando se observa que tampoco le ha ido mal, aunque tuvo el detalle de congelarse el sueldo de 2,64 millones de euros por la crisis. En esa misma línea de sacrificio, el presidente del BBVA, Francisco González si tuvo la gentileza de arrimar el hombre bajando su salario en un 0,5%, percibiendo 5,32 millones de euro en el año 2009.

El capitalismo inventa una nueva fórmula basada en un acercamiento entre una suerte de intervencionismo regresivo -tanto en impuestos como en gastos- y un neoliberalismo institucionalizado que aplica lógicas de mercado libre bajo reglas derivadas de estructuras de poder.

Qué alivio; al fin pude entender qué era eso de la Ley de Economía Insostenible. Perdón, sostenible para los grupos de poder de siempre. Debe ser otra modalidad de subsistencia del capitalismo, un particular híbrido de neoliberalismo disfrazado de keynesiano.

Alfredo Serrano Mancilla (Universidad Pablo Olavide)

aserman@upo.es

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