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Sobre locos y economistas

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Nacho Martin,

Keneth Boulding, economista y científico de las ciencias sociales dijo: “Todo hombre que piense que el crecimiento exponencial puede continuar indefinidamente en un mundo finito tiene que ser un loco o un economista”. Y no obstante la exigencia continua del crecimiento cercano al 3% del Producto Interno Bruto (PIB) domina todos los medios de comunicación y nuestras políticas. ¿Somos todos economistas? No. Más bien estamos todos locos.
La obsesión enfermiza por un crecimiento económico perpetuo me recuerda la búsqueda inútil del perpetuum mobile que empezó en el siglo VIII y terminó (más o menos) en el XIX. Un móvil perpetuo es una máquina imaginaria que extrae energía (o es capaz de producir un trabajo) de la nada. La idea es como sigue: Uno pone una presa en un río y utiliza parte de la energía producida por la caída de agua para volver a subir el agua a la presa, o uno instala un aerogenerador en el techo del coche de forma que, cuando se mueva, produzca energía, parte de la cual se usa para seguir moviendo el coche “de gratis”, y otra parte para escuchar la radio, por poner algún ejemplo. Estas ideas serían geniales, si no fuera porque no funcionan y nunca funcionarán. Existe un problema fundamental, y es que vivimos en un Universo sometido a leyes físicas, y una de ellas es que la capacidad de producir trabajo (energía) no sale de la nada. Da igual cuanto lo intente uno, el móvil perpetuo sólo existe en la mente.
El crecimiento indefinido es una idea parecida. Uno pone una cantidad de dinero en una inversión, y al cabo de un año, obtiene el dinero invertido más un extra. ¡Y la cosa funciona! No hay más que ir a un banco y verlo. El asunto aquí es que la aparente riqueza creada no sale de la nada. Bajo ella hay toda una serie de “cosas” que se están gastando para permitir que dicha riqueza fluya. Sean materias primas, trabajo humano o recursos energéticos, una inversión sólo produce más dinero porque hay una serie de recursos que están siendo transformados, a los que se les está dando un “valor añadido”. La idea suena bien, pero los recursos finitos se acaban.
El problema está en que la alternativa al crecimiento perpetuo es que no haya crecimiento, y la falta de crecimiento se llama recesión. Así pues estamos en un dilema que nos tiene entre la espada y la pared: un crecimiento infinito que tarde o temprano se dará de bruces con la realidad finita, o una recesión continua. Este dilema es en parte producto del actual sistema económico y del modo en que vivimos. Existen, en teoría, otros sistemas de vida “sostenibles” o “estacionarios”, pero, o bien no queremos aplicarlos, o bien no vemos el camino desde éste hacia ellos.
Vivimos entre economistas y locos. Pero mientas tanto yo sigo mejorando mi móvil perpetuo. Siempre es más fácil negar la tozuda realidad y vivir en el imaginario mundo de las fantasías… Eppur si muove

http://www.alianzanews.com/noticiafull.asp?id=1459

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