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Etología Humana (entrevista a Irenäus Eibl-Eibesfeldt)

etologia

 

1. El estudio del comportamiento animal, la etología, abrió la posibilidad de plantearse el comportamiento humano en términos naturalistas; le han seguido después la sociobiología y la psicología evolucionista, que inevitablemente han de apoyarse en el estudio comparativo del comportamiento para analizar individuos y sociedades, tanto animales como humanas. Podría decirse que usted es el principal representante de la etología humana (y uno de los más distinguidos de la etología). ¿Qué la une con las corrientes de la sociobiología y la psicología evolucionista y que barreras la separan?
Ambas disciplinas se interesan en la conducta social de organismos vivientes hasta el nivel del hombre. Y ambas buscan la función de una conducta al servicio de la aptitud biológica, esto es, las presiones selectivas que explican su aparición. La etología humana debe a la sociobiología un gran número de valiosos cálculos de coste-beneficio que también han sido prolíficos para otras disciplinas vecinas. Pero, en contraste con la sociobiología, la etología humana observa y analiza la conducta en un amplio frente desde el nivel neuronal hasta la complejidad de los procesos de comunicación no verbal. La etología humana nunca entendería por qué sólo los genes podrían ser la unidad de selección. Los individuos y su cohesión de grupo son más interesantes de observar, ya que la genética y la experiencia, así como los fenómenos de adaptación individual (como la impronta y el aprendizaje rápido [flash learning]) desempeñan un papel importante. (Aprendemos, por ejemplo, que los circuitos neuronales se conectan en redes funcionales cuando tres celulas de un tal circuito se separan y se colocan juntas en una placa de Petri.  Y una vez establecidas, generan una señal de salida, esto es, cooperan).
La psicología evolucionista, por otra parte, se interesa más por los procesos cognitivos, mientras que la etología humana se centra en los motivos de la conducta y la expresión en el marco de la comunicación no verbal. Pero por supuesto hay muchas áreas de contacto.
2. Ya desde que Darwin publicara su Origen, sin mencionar al hombre en ningún momento, surgió la polémica sobre nuestra ascendencia primate. Esta fue poco a poco desvaneciéndose por lo que se refiere a nuestra anatomía, ante la avalancha de evidencias, pero después la cosa pasó al terreno de la mente humana y las hostilidades de desataron en el campo de la cultura y de la ciencia. Usted no se caracteriza por ser polémico, sino más bien moderado y exclusivamente centrado en las evidencias que ofrece la ciencia. ¿De qué forma se vio usted afectado por la guerra desatada entre quienes creían que la mente humana no era producto (o sólo en muy pequeño grado) de la evolución biológica y quienes defendían que muchos de nuestros comportamientos y cogniciones podían explicarse en términos evolucionistas?
En su primer libro de 1859, el mencionado “Origen de las especies”, Darwin no atiende mucho a la conducta humana, es verdad. Pero en su “Origen del hombre” de 1871 trata ampliamente de los seres humanos. Como biólogo y etólogo humano uno trata estrechamente con ambos volúmenes durante toda la vida. Y si es uno un comparatista guarda registro de las similaridades —homologías y analogías— entre las especies.
Fue especialmente la etología humana la que reveló que conductas aparentemente “culturales” tenían una antigua herencia. Compartimos muchas actitudes sociales con nuestros antepasados próximos (chimpancés y bonobos), como la territorialidad, la familiaridad, el temor, y conductas que son imprescindibles para la comunicacion. Hay construcción de nidos “simbólica” para marcar territorio, transferencia de objetos y reciprocidad en los bonobos (Fruth, B. & Hohmann, G. 2002), y hay incluso formas de empatía y duelo, que yo mismo he observado en chimpancés en Tanzania durante mi estancia con Jane Goodall (en 1986). Además, conocemos percepción de objetos específicos como una expresión específica del engaño, ojos, un esquema facial humano, etc., en macacos (Ch. G. Gross et al. 1981). Y ya las ranas tienen una percepción clara de qué aspecto tiene su presa desde el principio (Lettvin J. 1959).
3. ¿Qué aspectos de nuestra conducta cree que nos distinguen de las otras especies?
El que más, creo, es el establecimiento de obligaciones mutuas que operan (o es la intención que operen) a largo plazo. El acicalamiento social de los chimpancés es valioso como conducta de cohesión sólo para la generación actual, y termina a más tardar con la muerte del último de los individuos involucrados. Mientras que el cuidar de los débiles y de los viejos es un concepto humano. Vemos muchas predisposiciones como el duelo y la simpatía, incluso la empatía, en animales, así como en gansos, cuervos y patos, pero no una organización social para ello en marcos sociales más amplios y en el futuro. La capacidad para concebir una visión del pasado y del futuro (reflejada en nuestro lenguaje) es probablemente la diferencia más marcada entre los humanos y otras especies.
4. Ha escrito usted dos magníficos libros sobre el amor y el odio, la guerra y la paz. Somos animales sociales, pero muy especialmente animales grupales, y lo que dentro del grupo es armonía, entre grupos extraños es hostilidad. Parece como si el anverso del amor llevase aparejado el reverso del odio, debido a nuestro pasado en grupos de cazadores-recolectores diversos, que se relacionaban poco entre sí. De la Prehistoria a la Globalización ha habido una extraordinaria evolución cultural, y sobre todo en las comunicaciones. Ahora el psicólogo Steven Pinker ha sacado un libro en el que dice que la tendencia desde nuestros orígenes hasta nuestro tiempo ha sido a menor violencia tanto entre individuos como entre grupos. ¿Es usted optimista sobre el futuro de la especie? ¿Cree que tenderemos a formar más lazos y a reducir o ritualizar las hostilidades en mayor medida? ¿No son el terrorismo, la grave crisis económica y las armas nucleares una razón suficiente para dudar de un futuro pacífico?
Me parece un desarrollo bastante positivo. Sin embargo, vemos aún muchos conflictos en el mundo actual debidos a desigualdades en la distribución de los bienes y a las leyew civiles. Hoy se libran guerras en el nivel económico, y las estructuras de dominio son capaces de poner fuera de la ley a minorías. En general he sugerido posibilidades para civilizar la guerra, por ejemplo mediante contratos y acuerdos de paz (vea “Paz y guerra” y mi libro de texto “Etología humana”). Los seres humanos pueden superar culturalmente sus disposiciones biológicas a la hostilidad intergrupal extendiendo su ethos familiar original a un grupo más amplio. Pero tal vez este proceso tiene límites. Hay una cierta oportunidad en la consciencia de las restricciones ecológicas para salvar nuestro planeta, como he señalado en muchas publicaciones (por ejemplo “El hombre en peligro”, 1988).
5. Recientemente la selección grupal ha recibido un fuerte apoyo del trabajo conjunto de David Sloan Wilson y Edward Osborne Wilson. Robert Trivers o Amotz Zahavi nos han dicho que desconfían de una selección más allá de los genes y los organismos individuales. ¿Qué piensa sobre este asunto? ¿Pudieron unos grupos humanos mejor cohesionados, con miembros más altruistas, medrar a costa de otros grupos humanos y legar más genes a la posteridad?
Lo creo seriamente. Hay más que diferencias geográficas, hay diferencias sociales. Esto no lo vio Darwin. De las diferencias de “grupo”, que podemos observar ya en los pájaros, resulta siempre un “nosotros y los otros”.  Pero esto depende de cuán abiertos sean los grupos. Si un grupo está limitado sólo a sí mismo, surgen conflictos. En los seres humanos especialmente, observamos redes que tienen éxito, sistemas de intercambio como el Xharo en las sociedades San de Botswana (P. Wiessner 1977) o el Kula en las islas Trobriand en Nueva Guinea. La base del toma y daca que llamamos reciprocidad es el requisito para la subsistencia de la red. La cooperación rinde.
Podemos comportarnos mal, por supuesto; pero, según cómo, puede ser  beneficioso para el grupo o no.

6. El psicólogo Paul Ekman ha estudiado las expresiones faciales humanas, siguiendo el trabajo pionero de Darwin sobre la expresión de las emociones en los animales y en el hombre. Esto le llevó a describir un conjunto de emociones (y características expresiones faciales) universales. Usted se ha dedicado durante años a registrar exhaustivamente costumbres, gestos y rituales incluidos, en diversas culturas para un estudio comparativo, y también para descubrir universales humanos. Aparte de las expresiones faciales, ¿qué otros universales humanos se han observado en trabajos de campo?
En verdad mi archivo de filmaciones tomadas en muchas culturas tradicionales y no tradicionales abarca más de 400 km de película y se conservará en uno de los mejores lugares internacionalmente, la Sociedad Senckenberg en Frankfurt. Paul Ekman, a quien estimo mucho, estableció su sistema de de codificación de gestos faciales sobre la base de un trabajo anterior de Carl Hjorstjö (1970) que usaba una terminología ligeramente diferente. Pero hay muchos más universales que los que se expresan en nuestros rostros, y que son cruciales, como he mencionado: la familiaridad, la territorialidad, las leyes de la reciprocidad (dar y compartir), empatía, amor y odio.

7. ¿En qué trabaja ahora?  ¿Cuál es el presente de la etologái humana?  ¿Cómo ve usted su futuro?
Mi última obra considerable ha sido el libro sobre arte, escrito y concebido sobre bases evolutivas junto con mi coautora Christa Sütterlin, historiadora del arte y al mismo tiempo etóloga cultural bien entrenada, con quien escribí un libro sobre gestos ritualizados y figuras apotropaicas ya en 1992. El arte es algo esencial para los seres humanos, ya que permite elaborar expresiones para las cuales nuestro sistema visual ha coevolucionado específicamente y que se “captan” especialmente bien, desde señales de color y forma hasta estilos de codificación de contenidos culturalmente definidos. Como encontramos arte desde los más tempranos comienzos de la cultura humana y hasta en los últimos rincones del mundo, es fascinante observar en acción un sistema de comunicación universal que puede servir también como un puente en la comprensión entre diferentes culturas. Estos puentes no hay que construirlos, existen ya en todos los seres humanos.
El presente y el futuro de la etología humana están en las manos y en las obras de mis discípulos y sucesores, Wulf Schiefenhövel en Andechs, Alemania, Karl Grammer en Viena, y por supuesto sus estudiantes. Las películas y la enorme colección de materiales etnográficos se expondrá según temas y teoría de la etología humana (¡que no hay que confundir con la antropología cultural!) en el Museo Senckenberg en Frankfurt. También se establecerá allí una cátedra de Etología humana.
The present and the future of human ethology are in the hands and work of my disciples and successors, Wulf Schiefenhövel in Andechs, Germany, Karl Grammer in Vienna, and their students of course. The films and the huge collection of ethnographic materials will be presented on the basis of human ethology-themes and theory (which is not to confuse with ethnology and cultural anthropology!) at the Senckenberg Museum in Frankfort. There also a chair for human ethology will be established.

Publicado en : http://ilevolucionista.blogspot.com/

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