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La mala política

Manuela Martínez / Hace una semana más o menos, la rotonda de los 14 políticos granadinos del Partido Popular se hizo famosa en toda España y más allá, gracias a las redes sociales.  Y el pasado viernes, algunos de los presentes en la instantánea han vuelto a saltar a la fama desde la Diputación de Granada, programando un curso para enseñar a gestionar despidos colectivos de empleados públicos en  entidades locales y sus empresas públicas.  Toda una hazaña, sí señor. ¡Gastar dinero público para enseñar a destruir empleo!  Toda una demostración de su gran interés por resolver el principal problema de nuestro país, el paro.

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Vergüenza ajena es lo que siento cuando veo que el Partido Popular, partido que acapara el mayor poder territorial en la provincia de Granada, se empeña en que seamos noticia a golpe de mala política. Esa que detestan hasta la mayoría de quienes les votaron creyendo en sus falsas promesas y que llena de indignación a los trabajadores y trabajadoras en los centros de trabajo, los bares y cafeterías, las redes sociales y, con cierta frecuencia, las calles de nuestras ciudades.

Se trata de la misma mala política que ocultan con palabras que no dicen lo que es sino lo que ellos quieren que creamos que sea y que “venden” fuera de nuestras fronteras como éxitos del gobierno y dentro como una política “como dios manda”.

Día sí y día también, atacan las situaciones de dificultad que padecemos en dependencia, sanidad, educación o servicios sociales en Granada y Andalucía, micrófono en mano, sin sonrojarse siquiera, como si el gobierno de Rajoy no tuviera nada que ver con eso. Alaban los Presupuesto Generales de 2014 y “olvidan” que el Estado vuelve a castigar a las Comunidades Autónomas, entre ellas Andalucía, haciendo recaer el cumplimiento del objetivo de déficit en una mayor austeridad en los servicios públicos que deben gestionar.

Su cinismo les lleva incluso a pasar de puntillas por la presunta financiación ilegal de su partido, las donaciones, los sobres, la contabilidad B… como mucho reniegan de Bárcenas, único responsable de todo este desaguisado, dicen, un apestado que ya no consideran de los suyos y, en consecuencia, nadie más en el partido debe asumir responsabilidades políticas.  Eso sí, se permiten el lujo de dar lecciones de honradez a los demás, aprovechan comparecencias ante la prensa, escriben artículos de opinión o dedican buena parte de su tiempo en las redes sociales para atacar con vehemencia a los sindicatos de clase, sobre todo a la UGT. Su fijación contra nosotros es de tal calibre que va más allá de que les estorbemos para llevar a cabo sus planes de involución a todos los niveles. Huele a venganza: No nos han perdonado por haber perdido su última oportunidad de gobernar Andalucía.

Y nosotros aquí, evitando entrar al trapo y haciendo como que no les escuchamos, porque necesitamos todas nuestras energías para adaptarnos a la realidad y afrontar con garantías los problemas del día a día en los centros de trabajo; para exigir a la Junta de Andalucía políticas de izquierdas y el cumplimiento de sus compromisos con los trabajadores y trabajadoras; y para responder en la calle a la mala política que practica el gobierno de Rajoy y que está dejando en la cuneta a millones de españoles.

@Manuela_MJ

Un comentario

  1. Exacto, una vergüenza a lo que se dedican. El problema, Manuela, es que quien carece de legitimidad moral no puede arrogarse la representatividad de los ciudadanos para acusar a otros y hace que pierda la sociedad en su conjunto:

    http://www.republica.com/2013/10/21/una-empresa-de-chorizos-y-jamones-vincula-los-escandalos-de-los-ere-y-ugt_716095/

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