Portada / Democracia / UNIÓN EUROPEA. ANÁLISIS DAFO. 4. LAS OPORTUNIDADES (1)

UNIÓN EUROPEA. ANÁLISIS DAFO. 4. LAS OPORTUNIDADES (1)

Rafa Rodríguez

LAS OPORTUNIDADES: LA ALTERNATIVA (1)

1.      La UE como oportunidad

La lucha por la hegemonía mundial no es solo el conflicto por determinar qué Estado liderará el mundo sino sobre todo es la lucha por determinar qué modelo de economía y de sociedad y, por lo tanto, de convivencia, va a existir en el mundo. Frente a EE.UU. que representa actualmente un proyecto insolidario que le niega el futuro a la mayor parte de la humanidad, y frente a China, que representa un proyecto autoritario, Europa puede, con su peso específico, inclinar la balanza a favor de una propuesta de mundialización inclusiva en la que predomine la cooperación en base a reglas e instituciones multilaterales para un futuro ecológicamente sostenible y la recuperación de los principios de solidaridad, cohesión económica, social y territorial, democracia y respeto por los derechos humanos, consiguiendo una democracia global monetaria que equilibre la correlación de fuerzas internacional.

Si Europa evoluciona hacia un modelo federal y es capaz de llevar a cabo las reformas institucionales y de política económica que son imprescindibles para mejorar su funcionamiento, puede llegar a jugar un papel determinante para decantar la pugna por la hegemonía que protagonizan actualmente EE.UU. y China.

La construcción de una Europa política, es decir federal, social y ecológicamente viable, frente al desorden que promueven el capitalismo de la crisis de la globalización es la opción estratégica para la defensa de los intereses de las clases populares en la construcción de un mundo multipolar pacífico.

 

2.      ESTRATEGIAS

Muchas personas, organizaciones e instituciones comparten los fines de una Europa política, pero necesitamos estrategias comunes para alcanzarlos

 

a)      LA MOVILIZACIÓN COMO DINÁMICA DE HEGEMONÍA

Las movilizaciones protagonizadas por las mujeres y los jóvenes en defensa de los derechos de la mujer y contra el cambio climático, ponen en la agenda tanto los problemas verdaderamente importantes como la solidaridad como sentimiento masivo para abordarlos. Por ello, frente a los miedos que la ultraderecha trata de inocular para crear falsos culpables, los movimientos sociales son claves para avanzar en la construcción de una Europa de los valores, que es la base de la Europa política.

No es casualidad que la ultraderecha conecte los miedos y los falsos culpables al sentimiento antieuropeo. Ellos, en última instancia, están al servicio de las elites económicas globales a las que representa Trump y para cuya estrategia de hegemonía, una Unión Europea federal representa la mayor amenaza.

 

b)      UNA IZQUIERDA CONECTADA CON LA GENTE PARA GOBERNAR

La matriz del cambio en Europa debe estar en una izquierda que se plantee de forma realista estructurar mayorías sociales y amplias alianzas para ejercer el poder político con el objetivo de lograr reformas estructurales comenzando la reforma federal de la Unión Europea.

 

c)      GANAR EN LOS ESTADOS

Hoy, la Unión Europea es lo que son los Estados que la componen. Hay una fuerte resistencia en muchos Estados a que la UE avance hacia una Europa política ya sea porque gobiernan Partidos con una ideología neoliberal ya sea por orientación autoritaria como el Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) e Italia. Para cambiar la UE no hay otro camino que las fuerzas progresistas puedan ganar en cada Estado.

 

d)      UNA COALICIÓN PARA CAMBIAR EUROPA

Necesitamos trabajar por una nueva coalición progresista que sea capaz de cambiar la actual orientación errática de una Europa gestionada por los conservadores a la medida de las élites económicas y financieras, construyendo una alianza flexible con objetivos básicos comunes de todas las formaciones de izquierda, ecologistas, federalistas y europeístas

 

3.      LA SINERGIA ENTRE DEMOCRACIA, FEDERALISMO, ECOLOGÍA E IGUALDAD, ES LA ALTERNATIVA

Diez años después del comienzo de la crisis estructural de la globalización, se perfilan básicamente dos vías alternativas: una salida autoritaria que está dispuesta a prescindir políticamente de la mayoría de la humanidad (desprecio a la democracia, blindaje frente a la desigualdad y negación del cambio climático) para mantener sus estructuras de poder, y una vía alternativa que extienda el principio democrático más allá de los Estados (federalismo siglo XXI) y más allá del subsistema político (democracia económica y ecológica) para hacer de los principios de igualdad, equidad, solidaridad y sostenibilidad, los principios básicos de la organización social (ecosocialismo).

La sinergia entre democracia, federalismo, ecología e igualdad, es la alternativa para generar bienes públicos efectivos que hagan frente a la creciente desigualdad y a las alteraciones profundas de los ecosistemas planetarios, como el clima, mediante una nueva gobernanza internacional, construida a partir de las democracias estatales a través de proyecciones supraestales y subestatales, en las que se conjuguen los sentimientos de pertenencia nacional y la necesidad de diferentes escalas de poder público democrático, para alcanzar la mismas dimensiones que actualmente tienen las estructuras de poder de las élites económicas.

 

4.      MÁS DEMOCRACIA, MÁS PODER PÚBLICO: FEDERALISMO Y PREDISTRIBUCIÓN

Democracia y poder público constituye un círculo virtuoso que necesita del federalismo y de que la acción pública que vaya más allá de la redistribución de las rentas. El federalismo es el instrumento jurídico – político y emocional para que el poder público democrático puede actuar en las múltiples escalas territoriales, y la predistribución es el instrumento para producir bienes públicos que incrementen la igualdad y la seguridad, aumenten el potencial de crecimiento, protejan el medio ambiente, impulsen un nuevo modelo económico, afronten el cambio tecnológico y desarrollen un capital humano.

La intervención de naturaleza estatal a escala europea es imprescindible para hacer frente al desbordamiento actual de la función de los mercados hacia la “sociedad de mercado” que trata de mercantilizar relaciones que no pueden responder a esa lógica y que van desde el trabajo, la naturaleza o el sistema financiero (como ya denunció Karl Polanyi) incluso incluyendo ahora los bienes privativos y las relaciones personales.

El sistema político, la democracia, es quien debe reconstruir el equilibrio entre sociedad y mercado, recuperando para el poder público las competencias en planificación. Recuerda Judt que antes de la irrupción de la globalización neoliberal de los años ochenta la planificación pública no estaba cuestionada por ninguna fuerza democrática, lo que implicaba un grado importante de confianza en el poder público para resolver problemas a gran escala, movilizando y destinando personas y recursos a fines útiles para la sociedad. Sin una potente intervención de los poderes públicos es imposible abordar la transformación que requiere la transición ecológica ni impedir que la desigualdad social, laboral, de género, territorial y de edad aumente y vaya disolviendo el pegamento social.

5.      REORMAR LA INSTITUCIONALIDAD DE LA UE

 

a) EUROPA DEMOCRÁTICA

Las decisivas tareas de fortalecer el proyecto de unidad europea, exigen acometer con urgencia reformas institucionales que devuelvan la confianza en el proyecto europeo a la población, en particular en aquellos Estados que actualmente están gobernados por partidos autoritarios, xenófobos y antieuropeos y, en cualquier caso, para impedir cualquier deriva antidemocrática.

La UE sufre una crisis existencial por lo que tiene que afrontar una reforma en profundidad y modificar con urgencia sus estrategias para afrontar la crisis ecológica, social y la migratoria porque el fracaso de la UE en dar una respuesta democrática y efectiva a los desafíos actuales puede conducir al triunfo de la xenofobia y el antieuropeismo.

Para reactivar el proyecto europeo es urgente emprender una reforma de la UE y en particular de la zona euro: reformar el euro, la zona euro y de la propia institucionalidad de la UE, partiendo de la constatación de la ruptura que se está produciendo en el contrato social que es la base de la democracia.

El impulso para la reforma de la arquitectura institucional de la UE requiere que los ciudadanos elijan a sus representantes y estos al gobierno y que el voto de la ciudadanía pueda cambiar su representación, y por tanto al gobierno, en sucesivas elecciones.

La UE tiene competencias trascendentales para la vida de la ciudadanía europea y, sin embargo, no hay un gobierno político que refleje las preferencias del electorado. Por eso la participación de la ciudadanía en las elecciones al parlamento europeo, a pesar de sus reformas, va decayendo (la tasa de participación ha bajado desde el 62% en 1979 hasta el 42% en 2014), porque a pesar de lo que se vote a los parlamentarios europeos, las políticas siempre son las mismas y no reflejan la preferencia de los votantes.

 

b)    EUROPA FEDERAL

Para que haya más Europa es necesario más democracia. Pero la complejidad de la construcción de una Europa plenamente democrática es que tiene que apoyarse en los Estados, las entidades subestatales (CC.AA., landers, regiones, etc.) y en las ciudades. Por eso decimos que hoy democracia y federalismo son las dos caras una misma estrategia política, que el federalismo es la defensa de la democracia en el siglo XXI, como lo fue el parlamentarismo en el XIX o el constitucionalismo en el XX.

Se trata de construir un sistema de poder público con diferentes escalas, con competencias en parte de la soberanía, en una articulación racional y funcional. Se trata de construir una democracia compleja, plurinacionalidad, con un nuevo federalismo de doble dirección, cuya culminación puede ser un sistema de constituciones a tres niveles (europeo, estatal y subestatal) para lo que ya tenemos el modelo de los federalismos completos que otorgan la misma naturaleza constitucional a la constitución del Estado federal y de los Estados federados.

c)    LA REGIÓN COMO SUJETO INSTITUCIONAL DE LA UNIÓN: LA DEFENSA DE LA PLURALIDAD NACIONAL Y CULTURAL Y LA COHESIÓN TERRITORIAL

La articulación de tres niveles dotados de cosoberanía requiere potenciar y no centralizar las actuales instancias federales o cuasi federales que existen en el interior de los Estados e incorporar a las grandes ciudades como nuevos actores políticos de ámbito supraestatal. El estudio “Europa de las regiones y el futuro Federal de Europa Balance y perspectivas de la gobernanza multinivel de la Unión Europea” coordinado por Joxerramon. Bengoetxea, aporta reflexiones importantes a estos efectos. Es vital incorporar las regiones y el federalismo a la reflexión general sobre el futuro de la Unión que se está produciendo en las distintas arenas de la gobernanza multinivel europea, igualmente, conviene revisar hasta qué punto la propia Unión Europea puede considerarse una federación sui generis. Las regiones y las grandes ciudades son claves en la arquitectura institucional europea.

La articulación política de la institucionalidad subestatal en la construcción de la Europa federal, desde la matriz que hoy significa el Comité Europeo de las Regiones (CDR), es una oportunidad para reforzar el protagonismo de las regiones y grandes ciudades, potenciar la pluralidad cultural en todas sus manifestaciones y dar instrumentos de lucha contra la desigualdad territorial porque la desigualdad territorial se produce también dentro de los propios Estados.

El federalismo ha ensayado soluciones de articulación territorial en torno al sistema bicameral que hay que adaptar a la compleja realidad de la Unión Europea.

 

d)    UNIFICAR LAS INSTITUCIONES DE LA UE Y LA ZONA EURO

El brexit no es solo la salida de un Estado importante es también la salida del Estado que lideraba un concepto de la UE que entendía a la UE exclusivamente como un acuerdo entre Estados para garantizar un mercado común de obediencia neoliberal y que, por lo tanto, no aceptaban el Euro.

La consecuencia de la salida del RU, en el plano estratégico, es el debilitamiento de los Estados que no forman parte del Euro pero que sin embargo son el presupuesto que impiden que las instituciones europeas coincidieran con la zona euro.

Todos los Estados que forman parte de la UE deberían formar parte de la Eurozona (y del acuerdo de Schengen) de tal forma que las instituciones políticas de la UE fuesen las instituciones políticas de la euro.

 

(*) Obra de Georg Baselitz (serie de artistas plásticos europeos contemporñaneos)

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *