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Teoría de lo improbable

 

 

Lo nuevo ha de ser, por definición, improbable. Manuel Cruz*

Pilar González. Al día de hoy es improbable un gobierno de la izquierda en España, ni al modo portugués (tan peninsulares e ibéricos como nosotros) ni al modo valenciano. Las derechas, la vieja, la nueva y las territoriales, conforman un bloque homogéneo y ejercen el poder sustantivo, el económico y el político.

Al día de hoy es bastante improbable una España plurinacional en la que el respeto por la diversidad se transforme en la mejor garantía de convivencia. El centralismo tiene, entre sus características, una visión mesetaria de la realidad, seca, dura, uniformizadora, alejada de los mares Atlántico y Mediterráneo.

Al día de hoy es altamente improbable una Andalucía empoderada que marque el rumbo por sí misma y para los otros. 40 años después de aquel 4 de diciembre, los gobiernos andaluces, depositarios de tanta esperanza, no han modificado el statu quo ni han resuelto nuestros males. A la mayoría de las y los andaluces nos atenaza la supervivencia.

 

… y sin embargo pese a lo improbable, algo nuevo se está fraguando. En física, el momento es una medición de la masa en movimiento y está relacionado con la fuerza. En historia, el momento es la ocasión en la que un hecho se transforma en acontecimiento histórico porque cuenta con la fuerza del sentido y la capacidad de crear, en lo sucesivo, nuevas coherencias.

La moción de censura que esta semana, Unidos Podemos, ha presentado en el Congreso de los Diputados al gobierno del PP es, por ahora, sólo  un hecho político, de gran transcendencia, eso sí. Pero, al igual que las dos mociones presentadas en 1980 y 1987, es probable que tenga efectos en el medio y largo plazo.

Como en las anteriores, en este caso, el resultado democrático de la votación no es el resultado político de la moción. El gobierno de Rajoy ha sido censurado. Brillantemente. Contundentemente. Por primera vez una mujer, Irene Montero, ha intervenido en uno de los momentos políticos más importantes previstos en la Constitución con un discurso rotundo sobre la corrupción que enfanga al PP y al gobierno de este país. Apúntenlo como novedad. La intervención de Irene Montero ha sido tan decisiva y tan clarificadora que, ante la ausencia de argumentos políticos (y por ende racionales) en contrario, ha provocado el rugido del machismo más brutal, el que empieza descalificando las capacidades de las mujeres y acaba asesinándolas.

Como en las anteriores, la moción no trae aparejado un cambio de gobierno. Pero sí un cambio de relato. Algunas cosas han cambiado en la izquierda de este país. Para empezar ha expresado una fundamentada interpretación de la realidad y un solvente programa político en el interesante discurso de candidato de Pablo Iglesias. Largo, sí, en exceso probablemente. Pero con vocación de totalidad, de modelo, de horizonte, de paradigma.

No sólo los contenidos. También la actitud. Apúntenlo como novedad. Parece que Iglesias ha entendido que a quien hay que vencer es a las derechas (vieja, nueva y territoriales), por eso el debate más áspero lo sostuvo con Rivera, su heterónimo generacional. Y a quien hay que convencer y sumar o sumarse es a todas y todos los demás. A la mayoría social de este país. Sólo así el gobierno de la izquierda dejará de ser improbable. Sólo así se podrá hacer frente con garantías al poder sustantivo, al poder económico que no sólo no ha transformado el capitalismo en esta crisis, sino, antes al contrario, lo ha radicalizado.

Destacable también, en el eje izquierda-derecha, la actitud y el discurso del PSOE.  Apúntenlo como novedad, pues era improbable hasta hace muy poco. La catarsis vivida por el PSOE parece alumbrar una diferente organización, ojalá sin hipotecas. No creo confundir los planos de la realidad y el deseo, cuando observo el comienzo de un lenguaje diferente. Y el lenguaje (gestos incluidos) es el primer paso para el entendimiento

Improbable aún un gobierno de izquierda en España. Pero algún movimiento en esa dirección se inicia. Y masa (en el sentido de la física) y fuerza hay.

 

En el eje territorial, también se apuntaron novedades importantes. Al menos en lo conceptual, nunca se escuchó tantas veces en el Congreso la palabra “plurinacional”, mucho más ajustada a la realidad de la España de 2017 que la visión uniformizadora, fuera del tiempo y anclada en el miedo al futuro que sostiene el centralismo. Es una tarea bien difícil porque despierta todos los fantasmas. Pero en política sólo la racionalidad de la realidad puede vencer al miedo.

 

…y Andalucía, el ámbito más improbable de todos. Su irrupción como sujeto político cambió la correlación de fuerzas en la democracia recién re-estrenada de los años 80. Propició el momento de los cambios importantes, venció todos los miedos y superó todas las inercias.

…Y después el olvido, el silencio, la invisibilidad, la aceptación sumisa del papel dependiente.

Hay otras novedades que nos acercan lo improbable. Pero no habrá impulso posible para los cambios sin contar con Andalucía. Cuanto antes se lo hagamos entender a quienes ya lideran un nuevo país y un futuro distinto a este presente, antes haremos posible lo nuevo.

Tenemos la masa (en términos de la física) y la fuerza. Y empieza a ser el momento: en el reciente debate del estado de la comunidad también se vislumbraron cambios en Andalucía. Un gobierno muy agotado que cambia personas pero no políticas en un intento lampedusiano, un tiempo que parece acabarse, una ausencia total de relato y de horizonte…. y alguna esperanza en el coraje y la firmeza de quienes no son las derechas.

La teoría de lo improbable se empeña en mostrar lo que no es verosímil. La política puede cambiar la realidad cuando la interpreta de forma honesta. La historia es la que transforma las decisiones del presente en cambios de futuro. En ese momento vivimos, en hacer que de lo improbable se derive algo nuevo.

* Manuel Cruz es catedrático de  filosofía contemporánea en la Universidad de Barcelona. La cita es de su libro Cómo hacer cosas con recuerdos, 2007.

La fotografía es de Sofía Serra.

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