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Simplificación excesiva.

desierto

JAVIER PÉREZ ROYO El País (Andalucía) 31/12/2010

El anuncio en este final de año por parte de Pedro Pacheco de su retorno a la competición política en las próximas elecciones municipales no es probable que tenga un impacto mensurable en el funcionamiento del sistema político andaluz. Más bien cabe esperar lo contrario. No es ni siquiera probable que tenga una incidencia significativa en el resultado electoral en Jerez y que condicione el proceso de formación del gobierno municipal, aunque, dado el número muy alto de concejales a elegir y que, en consecuencia, no hace falta un porcentaje muy alto de votos para obtener unos cuantos escaños, tal vez pueda hacerse realidad su cálculo de ser decisivo en la elección del alcalde. En todo caso, se trata de una cuestión anecdótica.

Lo que el retorno a la política del antiguo alcalde de Jerez y líder del andalucismo nos recuerda es que esta opción política brilla por su ausencia desde hace ya varios años y que esa ausencia ha supuesto un empobrecimiento notable de nuestro sistema político. La presencia de nuevo de Pedro Pacheco nos recuerda lo que hubiera podido haber sido políticamente Andalucía, pero no lo ha sido. Andalucía podría haber contribuido a configurar un sistema político en España más plural y, como consecuencia de ello, más expresivo de la complejidad de la sociedad española y de su articulación territorial, pero no lo ha hecho. A pesar de que se expresó de una manera singular en el momento de constituirse como comunidad autónoma y pareció que, a partir de ese momento, también iba a contar con un sistema de partidos más plural y complejo, es decir, más parecido al sistema de partidos de las comunidades que habían accedido a la autonomía mediante el artículo 151 de la Constitución, ha acabado teniendo un sistema de partidos similar al de las comunidades del artículo 143.

El empobrecimiento político de Andalucía ha supuesto, además, un empobrecimiento del sistema político español, dado el peso que nuestra comunidad tiene en España. El descalabro de Izquierda Unida en Andalucía en las elecciones generales y del andalucismo en las elecciones autonómicas ha dado un impulso enorme a la deriva bipartidista de nuestra fórmula de convivencia. Y esto es negativo. Y cada vez lo va a ser más.

Es cierto que los ciudadanos nos expresamos políticamente a través del ejercicio del derecho de sufragio y que cada partido tiene los escaños que tiene porque así lo deciden libremente los ciudadanos en las diferentes consultas, pero no lo es menos que ni el Congreso de los Diputados refleja de manera cabal la pluralidad y complejidad de la sociedad española, ni el Parlamento de Andalucía la de nuestra comunidad autónoma. La simplificación de la sociedad española y de la sociedad andaluza que se produce a través de su representación política es notable.

Y ello acaba afectando a la calidad de la democracia. Cuando se simplifica en exceso, el debate político tiende también a simplificarse. Desaparecen cuestiones que no deberían desaparecer y, sobre todo, desaparecen matices a la hora de abordar los temas que parlamentariamente se abordan. La consecuencia de ello es la práctica imposibilidad de alcanzar ningún tipo de acuerdo y la generación de un clima de crispación permanente. Clima que se proyecta de las instituciones estatales a las autonómicas, debilitándose de esta manera la complejidad territorial de España.

Me imagino que, en algún momento en el futuro, esta representación política tan simplificada de España y Andalucía se corregirá, pero me temo que va a llevar más tiempo del que debería y que, mientras tanto, vamos a vivir en una democracia más pobre de la que podríamos haber tenido.

Un comentario

  1. Totalmente de acuerdo, pero lástima que no se acompañe el artículo con una denuncia de un sistema electoral absolutamente acabado y perverso que no respeta el principio de un ciudadano, un voto, ni tampoco contribuya la escasa autoridad moral de su autor, uno de tantos beneficiados del sistema bipartidista, que a la postre a dado pié a este gran cortijo que se llama Junta de Andalucía. Aquí me quedo y me muerdo la lengua, porque en la piqueta de la destrucción del estado del bienestar parece que hay mucha Prisa.

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