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Una visión territorial de la globalización en los años noventa. Tercera parte

Rafa Rodríguez

1.    EE.UU.

Esta etapa de la globalización comienza con la presidencia de George H. W. Bush (1989 – 1993) quien no fue capaz de superar la situación de recesión económica en EE. UU. y centró su mandato en una agresiva política exterior con la invasión de Panamá (1989) y la guerra del Golfo (1990-1991), aunque fortaleció la relación con la URSS con el llamado «Nuevo Orden Mundial», firmando con Gorbachov en 1991 el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas para limitar el número de misiles nucleares.

Con Clinton (1993 – 2001) EE.UU. comenzó una senda de recuperación destacando los éxitos en el control de la inflación y el aumento del empleo, mediante una política de financiarización de la economía[1], que permitió un endeudamiento sin precedentes para la expansión del gasto militar y del consumo privado, por lo que pasó de ser un Estado acreedor a un Estado deudor. Gracias a la posición internacional del dólar, pudo convertir tanto su déficit comercial como el presupuestario en un factor positivo para absorber las importaciones y el superávit de capital del resto del mundo, estimulando a los exportadores netos como Alemania, Japón y China.

Los precios de los mercados de valores se multiplicaron, al tiempo que EE. UU. consiguió poseer la máxima capacidad militar global desde el final de la guerra fría[2]. El Índice Dow Jones se multiplicó por cuatro, registrando desde 1990 la mayor subida acumulada nunca en una década, y el Nasdaq, el mercado de valores tecnológicos más importante del mundo, pasó de 434 a 3.620 enteros, una de cuyas empresas, Microsoft, incrementó su valor en un 7.700%. A cambio, estas políticas provocaron el descenso de los salarios, el aumento de la desigualdad y la crisis en el sector industrial.

2.    La UE

Tras la reunificación alemana en 1990, el territorio de la extinta RDA pasó a formar parte de la CEE. Alemania tuvo que asumir un gran aumento del déficit público para hacer frente a los costes la reunificación, provocando la recesión de su economía en 1991, que coincidió con el lanzamiento del proyecto de la moneda única. Un grupo de especuladores atacó al nuevo Sistema Monetario Europeo (1992-1993), a pesar de la fortaleza económica de los países que lo componían, cuatro de ellos pertenecientes al G7.

En febrero de 1992 se firmó en Maastricht (Países Bajos) el Tratado de la Unión Europea, que entró en vigor el 1 de noviembre de 1993, creándose oficialmente la Unión Europea. El 1 de enero de 1993 se puso en marcha el mercado único con sus cuatro libertades: la libre circulación de personas, mercancías, servicios y capital. Un año después, el 1 de enero de 1994, se creó el Espacio Económico Europeo que amplío el mercado único a los países de la AELC[3].

Tras un periodo de estancamiento (1991 – 1994), la UE experimentó, durante el periodo 1994-2000, una activación económica generalizada con un crecimiento promedio del PIB del 3,7%, incentivado por la doble dinámica de integración y ampliación.

El 1 de enero de 1995 se hizo efectiva la incorporación de Austria, Finlandia y Suecia, sumando 15 miembros, que abarcaban ya la casi totalidad de Europa Occidental. En 1997 los acuerdos de Viernes Santo acabaron con la violencia armada en Irlanda del Norte. El 2 de octubre de 1997 se firmó el Tratado de Ámsterdam, que estableció los planes para reformar las instituciones de la UE, entrando en vigor el 1 de mayo de 1999.

El 1 de enero de 1999 se creó el euro para las transacciones comerciales y financieras[4], que consiguió rápidamente una cuota importante como moneda internacional de referencia[5], alcanzando el 18% frente al 71% del dólar.

3.    Las guerras de los Balcanes

En esta década tuvieron lugar las cruentas guerras civiles de Yugoslavia, que se sucedieron entre 1991 y 2001 y afectaron a sus seis ex repúblicas. La abolición de la autonomía de Kosovo en 1991, que pasó a formar parte del territorio de la antigua Yugoslavia, y las sucesivas declaraciones de independencia de Croacia y Eslovenia, seguida de la de otras repúblicas yugoslavas, fueron el detonante de sucesivas guerras que fueron los conflictos más sangrientos en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, causando cientos de miles de víctimas y millones de refugiados y desplazados, con casos de limpieza étnica y asesinatos en masa, convirtiéndose en uno de los mayores conflictos bélicos de nuestra historia.

Más de 161 personas han sido procesadas por la limpieza étnica en Bosnia durante el año 1993. La matanza de miles de hombres y niños en el territorio de la ex Yugoslavia ha sido enmarcada dentro de los crímenes de lesa humanidad de la historia reciente[6].

La antigua Yugoslavia dio lugar a los Estados de Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Serbia y Macedonia. En 1999, las Naciones Unidas establecieron la Misión de Administración Provisional de en Kosovo (UNMIK).

4.    URSS – exrepúblicas socialistas – Rusia

Gorbachov lideró la URSS desde 1985 hasta su disolución en 1991, adoptando decisiones trascendentales para concluir de forma pacífica la guerra fría. En mayo de 1988 ordenó la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán que concluyó en febrero del siguiente año. En diciembre de 1989 se celebró la Cumbre de Malta en la que Gorbachov y Bush anunciaron el fin de la guerra fría y en diciembre de 1991 declaró disuelta la URSS y se creó la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Desde el verano de 1989 muchos países del bloque soviético desmantelaron el monopolio del partido comunista sobre el Estado y las empresas públicas. Se legalizaron los partidos y se celebraron elecciones. El derrumbe de los gobiernos fue extraordinariamente rápido y pacífico con la excepción de la sangrienta guerra en Yugoslavia, la resistencia de Ceausescu en Rumania y las tensiones nacionalistas en Checoslovaquia que acabaron por dividir el país en Chequia y Eslovaquia (1993).

En la mayoría de esos países ganaron las elecciones partidos socialdemócratas de tendencia neoliberal que diseñaron la convergencia económica para integrarse en el sistema de la globalización.

En las antiguas repúblicas de la URSS la transición fue más conflictiva, sufriendo la violencia, e incluso la guerra, algunas como Armenia y Azerbaiyán, Georgia, la guerra civil en Tayikistán (1992 – 1997) o Chechenia, y muchos de los nuevos gobiernos fueron controlados de forma dictatorial por antiguos dirigentes de los partidos comunistas.

En enero de 1990 se creó el BERD[7] “para fomentar la transición hacia economías abiertas orientadas al mercado y promover la iniciativa privada y empresarial», con la exigencia de que el 60% de sus préstamos fueran a manos privadas y se diera preferencia al comercio con la UE. Las reformas económicas comunes a todos esos países fueron una “terapia de choque” basada en la liberalización de los precios, la supresión de ayudas a empresas públicas, privatizaciones y convertibilidad de las monedas, que provocaron una fuerte recesión en todo el área y el aumento de las desigualdades sociales.

Boris Yeltsin (1991 – 1999), pilotó la incorporación de Rusia a la globalización. En septiembre de 1993 promovió un autogolpe acompañado de la represión masiva, el arresto de parlamentarios, el cierre del tribunal supremo, la suspensión de la constitución, la promulgación de una nueva, aprobada en referéndum en diciembre de 1993, y la celebración de elecciones con escasas garantías democráticas que, sin embargo, dieron la victoria a partidos opositores como el LDPR y al PCFR [8]. La respuesta de Yeltsin fue gobernar por decreto obviando los resultados de las elecciones. En 1998 Rusia se integró en el G7, el grupo de países con más influencia del mundo, pasando a ser el G8.

Yeltsin fue sustituyendo a los primeros ministros hasta que en agosto de 1999 nombró a Vladimir Putin, al que cedió su cargo de Presidente de la Federación Rusa el 31 de diciembre de 1999.

5.    Asia

a) Un continente de contrastes

1.            La implosión de la URRS y el final de la guerra fría afectó a todos los países de la región

La implosión de la URSS, que provocó la reestructuración de las fronteras del Cáucaso y Asia Central y dio lugar al nacimiento de nuevos Estados y a conflictos étnicos, generó una situación de inestabilidad en la zona que siguió padeciendo grandes desigualdades sociales.

En el sudoeste asiático, en cambio, el fin de la guerra fría aplacó los conflictos. Vietnam se retiró de Camboya, al mismo tiempo que EE.UU. detuvo su apoyo a la guerrilla de Tailandia.

En oriente medio Moscú presionó a Siria y a la OLP para que abandonaran la lucha armada mientras que EE.UU. urgió a Israel para que renunciara a los territorios ocupados y frenase la política de asentamientos.

Irán, en la década de los noventa y tras la muerte de Jomeini en 1.989, se caracterizó por la confrontación política entre los partidarios de la apertura y los dirigentes islámicos más conservadores.

En el golfo pérsico, el 2 de agosto de 1.990. Sadam Hussein invadió Kuwait comenzando la Guerra del Golfo (1.990 – 1.991). EE.UU. consiguió que NN.UU. aceptase la intervención armada por parte de una coalición internacional. Tras una campaña corta y devastadora, la coalición expulsó a los iraquíes del territorio kuwaití, aunque permitió que Saddam se mantuviese en el poder en Iraq.

La caída de Kabul en 1992 sirvió de acicate a los fundamentalistas islámicos de las nuevas repúblicas que amenazaron a los gobiernos surgidos de los procesos de independencia.

2.            Las reformas en China e India

En Asia, esta década destaca también por las reformas en China e India que no siguieron la pauta neoliberal sino una vía intermedia evitando las privatizaciones a cambio del fortalecimiento de las empresas públicas en asociación con empresas semiprivadas y privadas. El crecimiento de ambos países fue muy superior a los del centro, con una media del 6% anual de India y del 9% en China.

Ambos países se convirtieron en dos potencias emergentes sumando el 40% de la población mundial, con un incremento espectacular de la capacidad de acumulación de capital y de desarrollo tecnológico. El consumo de energía entre ambos se duplicó, pasando a representar el 11% del consumo mundial a principio de los 90, al 15% a finales de la década.

b) China

Esta década en China está marcada por el liderazgo de Jiang Zemin, secretario general del Partido Comunista de China, desde marzo de 1989 hasta marzo de 2002, además de Presidente de la República Popular China entre marzo de 1993 y de 2003.

El año 1992 fue un punto de inflexión al ordenar el gobierno chino una importante devaluación del yuan para favorecer las exportaciones; emprender una gigantesca reconversión industrial; abolir la mayor parte de las garantías sociales de los trabajadores; permitir que los bancos impusieran restricciones en los créditos al sector público y que los directores de las empresas pudieran reducir el excedente de mano de obra. La tasa media anual de aumento de las exportaciones alcanzó el 15,6%, al mismo tiempo que pudo mantener los niveles anuales de inversión interna que, en relación al PIB, fue más del doble que la suma de la de EE.UU. y la UE[9].

China no liberalizó al sector financiero manteniendo la no convertibilidad del yuan en los mercados internacionales, con lo que pudo evitar las fluctuaciones en el mercado de divisas, a cambio de sufrir una importante fuga de capitales, que alcanzó, a finales de la década, el 8% del PIB anual. En 1997 China consiguió del reino Unido el traspaso de la soberanía sobre Hong Kong.

La crisis del sudoeste asiático impulsó el ascenso de China como potencia regional sustituyendo, en gran medida, al liderazgo de Japón.

c) India

El gobierno de Rao (1991 – 1996), del Congreso Nacional Indio (INC), marcó la apertura económica[10] al aprobar un plan de ajuste, que contrajo la demanda al reducir el gasto público y privado, reducir las empresas del sector público, estimular al sector privado, ampliar el comercio exterior y atraer inversiones extranjeras.

La rupia se desvalorizó un 20% y se hizo parcialmente convertible. Se abolieron los subsidios a la exportación y se bajaron los aranceles[11]. Tras un bienio de depresión económica la economía comenzó a repuntar en 1993, alcanzando una tasa media de crecimiento cercano al 6%. En 1995 formalizó su adhesión al proceso globalizador con el ingreso en la OMC.

Tras un periodo de inestabilidad política (1.996 – 1.999) Atal Vajpayee, del Partido Bharatiya Janata (BJP), consiguió una mayoría suficiente para gobernar en solitario, implementando una nueva oleada de reformas económicas también de signo neoliberal.

d) Japón y Corea del Sur[12]

Durante los primeros años de esta década Japón se convirtió en un motor financiero e industrial global y en el principal acreedor de EE.UU. hasta que tras el acuerdo inverso del Plaza y de la crisis del sudoeste asiático de 1997, sus corporaciones financieras quedaron debilitadas y pasó a ser uno de los países más endeudados.

La economía surcoreana estaba dominada por los chaebol (conglomerados industriales propiedad y gestionados por miembros de una familia), con grandes empresas como Samsung y Hyundai. El presidente Kim Young-sam (1993-1998), aceleró el ritmo y alcance de la apertura y liberalización de la economía coreana, manteniendo, sin embargo, muchos controles, especialmente en el sistema financiero. La crisis económica sorprendió a Corea en un momento de extrema fragilidad industrial con una economía interna altamente dependiente del crecimiento y expansión de los mercados internacionales por lo que era muy vulnerable a las crisis cambiarias y financieras de la región.

Corea del Sur realizó en el año de 1.998 el ajuste más riguroso desde que despegara su economía en la década de los sesenta. Las severas medidas adoptadas permitieron a Corea encabezar la recuperación de los países asiáticos que se vieron más directamente afectados por la crisis.

e) Los países del sudoeste asiático: la ASEAM[13] y los “tigres asiáticos[14]

El fortalecimiento de ASEAM durante la primera mitad de los noventa fue beneficiosa para los Estados de la región que firmaron un convenio de libre comercio con Japón en 1992. Entre 1991 y 1995 la inversión extranjera directa (IDE) de la industria japonesa en el sudoeste asiático se triplicó de tal forma que, en 1996, la región absorbía más del 40% de las exportaciones japoneses y casi el mismo porcentaje de IDE, pero la devaluación del yen a partir de 1995, debido al acuerdo del Plaza inverso, tuvo efectos desastrosos para las economías de la ASEAM y los “tigres asiáticos”.

La bajada del yen y la subida del dólar tuvo efectos negativos sobre las monedas asiáticas que estaban ligadas a este y sobre sus exportaciones, lo que provocó un estancamiento económico y el pánico entre los prestamistas internacionales, que solicitaron al FMI y al BM que intervinieran en previsión de un posible impago.

El FMI y el BM exigieron una mayor liberalización de estas economías que seguían aplicando el modelo de desarrollismo orientado a las exportaciones. Con la excepción de Taiwán y Singapur, los demás Estados desregularon sus sistemas financieros y permitieron la libre entrada de capitales, lo que abrió la puerta a los capitales extranjeros provocando la revaluación de sus monedas y presiones inflacionistas. Los bancos centrales rebajaron los tipos de interés que generó una liquidez masiva y una euforia crediticia que alimentó la burbuja financiera.

En 1.997 las exportaciones entraron en retroceso, aumentó la inflación y el endeudamiento masivo de los bancos, provocando la crisis asiática de 1997.

f) Los conflictos del Cáucaso[15]

Tras la disolución de la URSS, afloraron múltiples conflictos en la región del Cáucaso. El detonador fueron los enfrentamientos étnicos que postulaban un cambio de fronteras, lo que también alteraban los equilibrios estratégicos entre las grandes potencias, ya que se trata de una zona vital para el suministro energético.

En 1991, los armenios de Nagorno-Karabaj se negaron a reconocer al gobierno musulmán azerí, recibiendo el apoyo de Armenia. Abjasia y Osetia del Sur, con la ayuda rusa, intentaron separarse de Georgia. Las tropas georgianas entraron en Osetia del Sur y se enfrentaron a las milicias durante dos años, con un saldo de más de 2.000 muertos. También en el Cáucaso ruso hubo duros conflictos en Chechenia, Osetia del Norte y Ingusetia.

g) La inacabable guerra civil de Afganistán

En 1992 la coalición de los muyahidines tomó Kabul y proclamaron el Estado islámico, aunque la fragmentación tribal de la coalición dividió al país en feudos controlados por señores de la guerra apoyados por distintos Estados regionales. Entre 1993 y 1995 la capital fue devastada, pero en 1996 los talibanes lograron tomar la capital e implantaron un estricto régimen islámico.

h) La frustración de la esperanza de Paz en Oriente Medio

Tras la guerra del golfo comenzaron los contactos entre el gobierno israelí y miembros de la comunidad palestina no vinculados a la OLP en Madrid (1991) y Washington (1992). Egipto, que había sido readmitido en la Liga árabe en 1989, y Siria cambiaron su posición y se mostraron interesados en participar en las negociaciones de paz, al mismo tiempo que la victoria electoral de los laboristas israelíes liderados por Isaac Rabín congeló el agresivo programa de asentamientos de los gobiernos anteriores.

Las conversaciones continuaron en Oslo de forma secreta y esta vez con la participación de la OLP, que se comprometió a abandonar la lucha armada. En septiembre de 1993 se alcanzó un primer acuerdo sobre la premisa de “Paz por territorios”. El asesinato de Rabín en noviembre de 1995 fue un terrible crimen que marcó el inicio de la regresión de la situación, agravada por las actuaciones del nuevo gobierno derechista de Netanyahu y el auge de las organizaciones islamistas de Hamas y Hezbollah. En el año 2000 la represión contra la comunidad palestina provocó el comienzo una nueva intifada que fue reprimida con extrema dureza, aunque no pudo acabar con las protestas.

6.    Latinoamérica

El informe sobre la democracia en América Latina elaborado por la ONU en 2004 comenzaba afirmando que “América Latina presenta actualmente una extraordinaria paradoja. Por un lado, la región puede mostrar con gran orgullo más de dos décadas de gobiernos democráticos. Por otro, enfrenta una creciente crisis social.”.

América Latina conoció en los primeros años de la última década del siglo XX, una reactivación del crecimiento económico y la reducción de la pobreza aunque, a partir de 1994, el desarrollo económico y social se tornó negativo. La crisis mexicana y posteriormente la del sudoeste asiático tuvieron un fuerte impacto pero, sobre todo, las imposiciones del Consenso de Washington obligaron a la mayoría de los países a aceptar las recetas neoliberales, reduciendo la intervención del Estado, liberalizando el comercio o privatizando la mayoría de las empresas estatales. La liberalización comercial supuso reducir las tarifas aduaneras de un 56% en 1985 a un 15% en 1993, lo que benefició sobre todo a EE.UU. que llegó a colocar en la región el 50% de sus productos exportados a mediados de la década[16]. Entre 1988 y 1999 hubo 755 privatizaciones de empresas públicas[17], la mitad de las que se hicieron en todo el mundo durante este periodo. En 1999 registraba unos niveles de pobreza del 36%, con 210 millones de pobres.

En el plano político hubo un importante avance democrático. En los países del Mercosur[18], Chile consiguió acabar con la dictadura de Pinochet en 1990, tras los Plebiscitos de 1988 y 1989, y  Paraguay logró terminar con la larga dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).

Centroamérica, con excepción de Costa Rica, estaba inmersa en conflictos armados en los años noventa. La resolución pacífica de estos conflictos permitió avances en la democratización de estos países.

En los países andinos, también hubo una evolución democrática. Colombia y Venezuela, al empezar la década tenían regímenes democráticos, y Ecuador, Perú y Bolivia experimentaron procesos de transición desde regímenes militares. Finalmente, México registró una lenta transición a la democracia, que culminó con la presidencia de Ernesto Zedillo (1994 – 2000).

La situación social en su conjunto empeoró en la totalidad de los países, agravada por la corrupción institucional, con secuelas en las siguientes décadas, minando la confianza de la ciudadanía en la democracia para solucionar los problemas.

7.    África

a) África en los años 90

En esta década, la crisis económica, en gran parte causada por la dominación y depredación de las multinacionales, con la ayuda del FMI y el BM, contribuyó a la dislocación de las sociedades y la descomposición de los Estados.

En el terreno económico, la liberalización impuesta de forma acelerada consolidó el modelo menos competitivo de la globalización, condenando a estos países a seguir exportando materia prima y productos de baja tecnología a precios baratos y a importar cada vez más manufacturas y servicios de tecnología avanzada a precios elevados sin recibir inversiones destinadas a modernizar la producción. Esta composición de la balanza comercial provocó un fuerte endeudamiento fue un lastre para el desarrollo económico, llegando su coste a representar en ocasiones hasta un 30% del presupuesto anual de los Estados de la región. Como en otras partes, el FMI y el BM exigieron como contrapartida para refinanciar las deudas, políticas de ajuste que resultaron nocivas tanto por las consecuencias económicas y sociales que conllevaban.

También este modelo agudizó el agravamiento de la crisis medioambiental causando graves problemas como el prolongado ciclo de sequía que afectó a la producción agrícola pero también al abastecimiento de los hogares. Desde 1990 el volumen de agua disponible ha estado por debajo del umbral de escasez.

En el campo político destaca la debilidad de los Estados con el predominio de regímenes inestables, de partido único o militares, la corrupción y el fracaso de los intentos de democratización real. También se produjo el auge del islamismo en muchos países de la región.

África en esta década presentó los mayores niveles de conflictividad. Considerando exclusivamente los conflictos de máxima intensidad, de un total de 58 calificados como tal por NN.UU. el continente presentó la proporción más elevada, el 32,76%. Estos conflictos se caracterizaron por su larga duración, un importante componente identitario, provocar grandes desplazamientos de población, internos y externos, y por sus elevados niveles de violencia.

Como consecuencia de las crisis económica, social, política y medioambiental, las poblaciones de más de 14 países sufrieron desnutrición crónica y, en otros tantos, escasez de alimentos.

b) Norte de África

La crisis económica y el ascenso del islamismo marcaron este perdido. Las infraestructuras industriales quedaron obsoletas y la productividad era baja. La región experimentó además un notable crecimiento demográfico, en el que destaca el caso de Egipto. Este crecimiento demográfico produjo migraciones del campo a la ciudad, un proceso acelerado de urbanización y graves problemas de paro, vivienda, equipamiento, servicios sociales y salubridad, y una población muy joven con un buen nivel educativo en muchos países, que no pudo acceder a un trabajo porque el mercado laboral era incapaz de absorber ese volumen de demanda. El paro se situó en niveles muy altos, entre un 15% y un 30%, con un porcentaje importante de economía sumergida, lo que provocó una huida de los jóvenes hacia actividades ilegales o la emigración.

El ascenso del islamismo se canalizó mayoritariamente a través de cauces democráticos, pero también optó en algunos casos por la violencia armada. El Frente Islámico de Salvación (FIS)​ argelino, fundado en febrero de 1989, ganó en 1992 la primera vuelta de las elecciones legislativas. El ejército intervino anulando las elecciones, declarando el estado de sitio e ilegalizando al FIS, lo que dio lugar a uno de los conflictos más sangrientos en la historia del país. En Túnez los islamistas obtuvieron buenos resultados en las elecciones de 1989 pero el partido oficial Agrupación Constitucional democrática recuperó por la fuerza el poder y persiguió a los dirigentes islamistas. En Egipto el terrorismo islámico alcanzó en esta década su cenit con más de 1.300 personas asesinadas, destacando el atentado de Luxor en 1997.

c) África subsahariana

El África subsahariana fue el área del mundo que sufrió el mayor descenso en los niveles de vida, cuyos países se vieron sometidos a una marginación económica y social creciente que incrementó la pobreza y la desigualdad. Entre el año 1990 y el 2000, el Índice de Desarrollo Humano (IDH)[19] medio retrocedió significativamente. La economía de la región sufrió un deterioro progresivo de los intercambios comerciales, agravado por las oscilaciones y caídas de los precios de las materias primas en los dos sectores básicos de su economía, la agricultura y la minería.

El subsuelo es rico en importantes yacimientos de alto valor estratégico pero la dinámica de depredación de las multinacionales ha predominado sobre las actividades productivas y, sobre esas bases, era muy difícil generar riqueza, por lo que la posesión de recursos no fue garantía suficiente para asegurar el desarrollo. Hay ejemplos como el de Nigeria, con unas reservas de petróleo muy importantes, que no ha podido utilizar las rentas del petróleo como motor para el desarrollo o Zimbabue, a pesar de su riqueza minera, aunque también hay excepciones de países que tuvieron más éxito en esta década como Botsuana o Ghana.

Desde 1990 la renta per cápita fue bajando a una media de 0,4% anual. Hacia mitad de la década apenas recibía el 1% de la Inversión Extranjera Directa (IDE) y tan solo participaba con un escaso 2% del comercio mundial para una población que representa el 10% de la mundial, aunque paradójicamente era una región extrovertida ya que el comercio con otras regiones del mundo era del 45% en relación a su PIB, mientras que, a efectos comparativos, era del 13% para Europa, el 13% para América del Norte, del 15% para Asia y del 24% para América Latina.

En el sur de África, Sudáfrica consiguió acabar con el apartheid. Mandela recuperó la libertad en 1990 y ejerció la presidencia de Sudáfrica entre 1994 y 1999, con una evolución favorable tanto para la estabilidad política como para el desarrollo económico.

8.    Actores públicos internacionales

a)    OMC

La OMC[20] sustituyó al GATT[21] por acuerdo de la Ronda de Uruguay (de 1986 a 1994), que finalizó en Marrakech. Las largas negociaciones se desbloquearon después de que EE.UU. y la CE amenazaran cerrar sus mercados a cualquier país que no aceptara todos los acuerdos multilaterales, incluidos los referidos a la propiedad intelectual y al comercio de servicios.

Tanto la agricultura como los servicios estaban excluidos del GATT ya que se los consideraba sectores protegidos, pero a principio de los noventa EE.UU. presionó a favor de la liberalización forzosa del comercio de servicios y de un nuevo régimen de propiedad intelectual. El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) y el Acuerdo sobre Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), que entraron en vigor en 1995, colmaron las pretensiones de EE.UU.

La utilización de la OMC a favor de los postulados del neoliberalismo y la intensificación de la competencia provocaron un deterioro de la OMC, a finales de la década, como lugar de encuentro para alcanzar acuerdos comerciales. La conferencia de Seattle (1999) para abrir una nueva ronda de negociaciones que profundizara en la liberalización del comercio internacional, fue un fracaso por los desacuerdos entre la UE y EE.UU. la oposición de muchos Estados de la periferia y la irrupción del movimiento antiglobalización.

b)    OCDE

El neoliberalismo también utilizó a la OCDE que, en 1998, aprobó que fuera condición indispensable para nueva la admisión de un Estado la eliminación de los controles en la cuenta de capital y en el movimiento de los agentes que prestan servicios financieros.

También intentó la inclusión de un paquete de reglas conocido como AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones), que otorgaría completa libertad a las corporaciones para penetrar en las economías nacionales y comprar las empresas locales, pero no se firmó por la oposición de Francia

9.    Actores privados internacionales

a)    Multinacionales

Las multinacionales del centro del sistema fueron adaptándose a la nueva situación mediante la creación de estructuras globales y la aceleración de procesos de fusiones y adquisiciones, convirtiéndose en los protagonistas del comercio global, al conformar un sistema de producción, intercambio y acumulación que no estaba sujeto a ninguna autoridad estatal, con capacidad para erosionar incluso el poder de los gobiernos.

Estas multinacionales fueron el instrumento para la compra de la capacidad productiva de los países mediante la IDE[22], en beneficio de su propia expansión. Esta inversión fue además muy selectiva, escogiendo principalmente al grupo de países recientemente industrializados del sudoeste asiático e ignorando al resto de la periferia, hasta el punto que diez Estados recibieron el 80% de la inversión mientras que los más atrasados, que eran precisamente los que requerían mayores inversiones, quedaron excluidos.

El boom de los mercados emergentes alcanzó un volumen de 350.000 millones de dólares entre 1990 y 1995 según el FMI, de los que el 75% fue a parar a los países del sudoeste asiático.

La IDE de estas corporaciones se multiplicó por cien alcanzando cerca del billón de dólares, pasando la inversión selectiva en los Estados de la periferia del 10% en 1981 al 25% en 1991.También los créditos privados internacionales y otras inversiones supusieron, a finales de los 90, otro billón de dólares. A partir de 1997 las tendencias cambiaron porque disminuyeron las inversiones públicas y se multiplicaron por cinco las inversiones privadas con respecto a los flujos de inicios de la década.

b)    Las agencias de calificación

Las agencias de calificación crediticia son organizaciones especializadas en la evaluación del riesgo de crédito tanto del sector público como de las compañías privadas que optan por financiarse a través de los mercados de capitales. A través de sus calificaciones (‘ratings’) dan una medida de su solvencia y de la probabilidad de que se produzca un impago de sus obligaciones financieras.

Estas organizaciones han desempeñado un papel muy importante para determinar la solvencia de una empresa, un producto financiero e incluso de un país, condicionando tanto la dirección de la inversión como el coste de la misma ya que para poder obtener financiación es condición necesaria contar con, al menos, una o dos calificaciones concedidas por las principales agencias.

Durante muchos años (1.993 – 2.003) Standard and Poor’s, Moody’s, Fitch fueron las únicas reconocidas en EE.UU. por lo que monopolizaron la clasificación y gestión de los productos financieros que constituyen el centro de la economía financiera mundial. Se sabe muy poco acerca de cómo funcionan las agencias de calificación, pero si se sabe que han jugado un papel fundamental en el sistema económico mundial, controlando más que supervisando e incluso permitiendo errores en las calificaciones de las deudas en beneficio de los intereses de EE.UU.

 

NOTAS

[1] Pollin, R. Análisis de la política económica de Clinton. https://newleftreview.es/

[2] Arrigui

[3] En la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) permanecen actualmente Liechtenstein, Suiza, Noruega e Islandia.

[4] Los primeros países de la zona euro fueron Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos y Portugal.

[5] La moneda en que están denominadas la composición de las reservas mundiales.

[6] https://eacnur.org/es/actualidad/noticias/historias-de-vida/guerra-de-los-balcanes

[7] Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo

[8] LDRP (Partido Liberal Democrático) del nacionalista Zhririnovski y el PCFR (Partido Comunista de la Federación Rusa)

[9] Palomo, A.

[10] Palomo, A

[11] Palomo, A.

[12] Gutiérrez, H. Corea en los 90: Las estrategias de las economías asiáticas

industrializadas ante la globalización

[13] La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), se estableció el 8 de agosto de 1967 con la firma de la Declaración de la ASEAN (Declaración de Bangkok) por los Fundadores: Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia. Brunéi se unió en 1984, seguida de Vietnam en 1995, Lao y Myanmar en 1997 y Camboya en 1999.

[14] Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur

[15] El territorio de la vertiente sur del Cáucaso (Transcaucasia) está repartido en tres estados independientes: Georgia y Armenia, de mayoría cristiana, y Azerbaiyán, de mayoría musulmana. El territorio de la vertiente norte (Circasia) se distribuye en siete repúblicas autónomas, todas ellas integradas en Rusia: Chechenia, Osétia del Norte (Alania), Ingusetia, Balkaria, Karachaevo–Cherkesia, Adigesia y Dagestán.

[16] Varios autores. Fin de siglo. Las claves del siglo XXI. Salvat

[17] Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo.

[18] Mercosur es un proceso de integración regional fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana y Surinam se integran como «Estados asociados».

[19] El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que mide el nivel de desarrollo de cada país atendiendo a variables como la esperanza de vida, la educación o el ingreso per cápita.

[20] Organización Mundial del Comercio (OMC)

[21] El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio ( GATT 1947)

[22] Inversión Directa Extranjera.

 

(*) La imagen pertenece al artista Douglas Coupland

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